La estancia en Jaipur se alargó más de lo previsto y tuvimos que cambiar el planning inicial para llegar a tiempo al curso de Yoga en Rishikesh. Así, casi sin saber como, acabamos en un lugar llamado Pushkar.
Puskar es un pueblecito, y cuando digo un pueblecito es porque es muuuuuy pequeño. Una calle principal, unas pocas calles secundarias y un lago del que dicen que sus aguas son sagradas.
Es un lugar lleno de contrastes, por un lado es un sitio de peregrinaje y por otro de mochileros hippies. Es el lugar ideal para comprar todo aquello que te sueles encontrar en los mercadillos hippies de España, pero a un precio de risa.
Pushkar es de esos sitios en los que puedes descansar, y disfrutar del ambiente del lugar, no es necesario planear nada, todo va surgiendo de una forma espontánea y además al ser un lugar tan pequeño y familiar, a la segunda vez que pasas por el mismo sitio ya te saludan como si te conocieran de toda la vida.
Os podría enumerar muchos templos a visitar en Pushkar, pero a pesar de ser tan pequeñito no visitamos ni uno solo ni hicimos ninguna excursión de las recomendadas, solo nos dedicamos a pasear por allí y a dejarnos llevar y fue así como disfrutando de nuestro primer almuerzo conocimos Gloria y Jean. Nosotros estábamos sentados en uno de los puestecitos de falafels (no os he dicho que Pushkar tiene mucho turismo de jóvenes israelis) cuando Gloria y Jean se sentaron enfrente de nosotros. No me acuerdo muy bien como fue, pero creo que ella nos preguntó si estaba rico el kekab de falafels, y nosotros le dijimos que sí, que habíamos pedido uno con berenjena y aguacate que estaba buenísimo. Y en este intercambio de palabras nos dimos cuenta de que teníamos algo en común. Ella era española y él francés pero hablaba un perfecto español 🙂
Ellos se pidieron su kebab de falafels y nos quedamos con ellos a conversar hasta que decidimos irnos todos juntos a otro sitio a tomarnos un chai. Y fue allí donde la conversación empezó a ser aún mas interesante.
Gloria tenía algo especial y no sabía muy bien qué. De hecho Juny y yo nos habíamos fijado poco antes, que al caminar con ellos por la calle principal una moto casi la atropella, bueno, sin el casi, porque la moto la tocó, aunque por suerte no le hizo ni un rasguño. Y sabéis qué? Ni una mala palabra, ni un mal gesto, ni una mala cara por parte de ella. Cualquiera de nosotros hubiera reaccionado diciendo alguna calamidad y la mujer no quitó en ningún momento la sonrisa de su cara. Me he ido un poco por las ramas pero quería que supiérais un poquito como de feliz es esta pareja. Lo único que transmitían eran buenas vibraciones y alegría. Irradiaban felicidad.
El tema es que Gloria desde hace un años se adentró en el mundo del Diksha. Sí, yo también me quedé con cara, de ¿qué es eso? Pues a ver si os lo sé explicar,… el Diksha es una técnica originaria de la India, poca gente aun la conoce, o al menos en el mundo occidental. Para que lo entendáis se asemeja bastante con el Reiki. Diksha es “transferencia de energía consciente”, que produce cambios en el cerebro. No es ninguna religión, por lo que es compatible con cualquier creencia o ideología. El principal objetivo de esta técnica es que cambies tu percepción y que te liberes de conflictos internos para ser más feliz. Por lo visto con el Diksha se consigue equilibrar el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro y activa la parte frontal, por lo que estos cambios neuronales modifican la manera en que percibimos la vida. No me digáis que no suena maravilloso 🙂
Gloria nos dijo que si queríamos nos podía hacer una iniciación al Diksha, que no solo era bueno para nosotros, que también lo era para ella, ya que era una transferencia de energía y que era un placer. Nosotros no teníamos que hacer nada especial, tan solo acudir al atardecer.
Así que nos despedimos, nos hicimos una buena siesta y más tarde nos dirigimos hacia el lago donde habíamos quedado. Aunque si os digo la verdad, a mí, la idea del Diksha no me acaba de convencer, y no porque no me fiase de Gloria ni nada parecido, era porque tenía mucho miedo, no sabía si el hecho de haber pasado por todo lo de mi hermana podía influir o si podía pasarlo demasiado mal.
Llegamos allí, donde todo el mundo se reunía para el atardecer, con música en directo y gente bailando. Nos encontramos a Gloria y nos pusimos a bailar, mientras el sol se iba poniendo. Cuando la fiesta hubo acabado, nos dirigimos hacia la escalinata que desciende al lago y entre tanto le explicamos que mi hermana había fallecido hacía tan solo unos meses y que yo aun no estaba recuperada de este dolor. Nos dijo que no había ningún problema, que en todo caso el Diksha me podía ayudar, que yo no tenía que hacer nada, que estuviera tranquila.
Así que a ello fuimos. Nos sentamos con las piernas cruzadas, en la orilla del lago y ella se puso frente a nosotros, mirando hacia al lago. Nos pidió cerrar los ojos y relajarnos a través de varias inspiraciones y espiraciones, tal y como nos han enseñado tantas veces en Yoga. Creo que cantó un mantra y me puso sus manos encima en mi frente. Sentí un calor y una energía que no había sentido nunca, concentrada en mi cabeza y en mi corazón. Al rato, se retiró e hizo lo mismo con Juny. Nos pidió de mantener los ojos cerrados y observar lo que nos estaba pasando.
Yo sentía un dolor y un agobio tremendo en el pecho y en la garganta, era como si tuviera clavado algo ahí y no me lo pudiera sacar. Sentía como se me caían las lágrimas, y como intentaba luchar contra esa opresión en mí. Cuando acabamos, nos pidió que le contáramos que habíamos sentido. Los sentimientos de Juny y míos eran muy distintos. Juny nos explicó que había sentido que no éramos nada, que éramos principalmente vacío así como el universo es también mayoritariamente vacío. También había visualizado una especie de galaxia rotando en su interior y sentido una calma especial que perduraría a pesar de los turbulentos momentos del futuro.
Cuando yo les expliqué mis sensaciones, ella me dijo que mi postura le delató lo que me estaba pasando. Toda mi espina dorsal estaba curvada hacia dentro como si tuviera clavado un enorme cuchillo en mi pecho. Me dijo que no huyera de ese dolor, de esa agonía que tenía, que no quisiera expulsarlo, que lo observara, que lo abrazara, y que lo cuidara. Y eso hice, esa noche tenía muchas nauseas, tenía ese dolor en mí, no quería que se fuera, tan solo pensaba una y otra vez en mi hermana. Esa noche cené muy poquito y ese dolor me acompañó hasta la hora de ir a dormir. Lo que pasó esa madrugada fue de las cosas más bonitas que me han pasado nunca. Nada más despertar me di cuenta de lo que había sucedido. Había soñado con mi hermana, pero no un sueño cualquiera, tampoco había sido una pesadilla. Yo no me acuerdo nunca de los sueños, pero ahí estaba yo saboreando cada segundo de esa preciosa noche.
Con una sonrisa de oreja a oreja nada más despertar estaba yo explicándole a Juny con pelos y señales como esa noche había estado con mi hermana, ella estaba muy asustada y yo la abrazaba para consolarla y protegerla. El motivo de su miedo era que decía que nadie la veía. Ella me contaba que casi la habían atropellado porque no la habían visto. En el sueño, yo era la única que podía verla, tocarla, hablarle. Yo sabía que mi hermana había fallecido pero no quería que estuviera triste así que yo solo la abrazaba y la volvía a abrazar. No sé muy bien donde estábamos, no conocíamos a nadie y recuerdo abrazarla mientras caminábamos por unos pasillos llenos de arcadas y de gente con pañuelos en la cabeza paseando por allí.
Para mí, el sueño fue precioso, por una parte estaba aceptando que mi hermana había fallecido y por otra mi deseo que para mi era inalcanzable de volver abrazarla una vez más se había cumplido. PAZ, eso es lo que sentí tras experimentar todo esto. PAZ, y felicidad a partes iguales.
He estado pensando mucho en si contar toda la experiencia del diksha y del sueño, pero a pesar que todo pueda sonar a muy místico, esotérico y espiritual, lo más importante para mí es que ha sido una vivencia mía, una vivencia que este viaje nos está regalando, y puede que sí puede que no, que sea algo que haya hecho cambiar algo en mí. No soy la misma que hace unos años, no soy la misma que hace tan sólo unos días.
Gracias Gloria por tu tiempo, por tus enseñanzas, por tu energía y por este sueño tan maravilloso!
Después de esta experiencia tan preciosa tan solo podíamos seguir disfrutando de la encantadora Pushkar y por primera vez en todo el viaje, invertimos una tarde fantástica yendo de compras. Os dejo que disfrutéis de las fotos ❤
En el próximo post os contamos nuestra estancia en la auténtica y maravillosa Jodhpur!