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[Camboya] Un paraíso terrenal llamado Koh Rong

Cuando se ha visitado Angkor Wat y Phnom Penh, la capital del país, uno se cree que Camboya no tiene nada más que ofrecer, pero nada más lejos de la realidad. Tras conocer a fondo la historia de Camboya pensamos que era un buen momento para cargar el cuerpo de buenas vibraciones y eso lo conseguíamos casi siempre junto al mar, así que después de investigar un poco decidimos que la isla de Koh Rong sería nuestro próximo destino. Pero antes tendríamos que tomar un autobús hasta Sihanoukville, una ciudad hecha para el turista.

Un viaje de unas 4 horitas nos llevó hasta la estación de autobuses de Sihanoukville. Habíamos reservado en el nuevo One Stop Hostel, ya que el de Phnom Penh nos había encantado y nos habían recomendado coger un tuk-tuk desde la estación hasta el hostel por no más de 3$. Este tipo de información es imprescindible tenerla para que no te timen y para mantenerte firme en tu negociación. Como era de esperar al llegar allí nos esperaban un montón de tuk-tukeros ofreciéndonos sus servicios por el módico precio de 6$ ya que a donde ibámos era muuuuuuyyyyy lejos, jajaja. Sí, sí, lo mismo de siempre, hasta que no haces un poco el teatro haciendo como que no te importa y los dejas allí solos gritando no te hacen caso. Mejor llevarnos a nosotros por 3$ que a nadie no? Conseguido!
Lo importante es que llegamos. El hostel era del mismo estilo que el anterior. Muy nuevo y con una decoración muy mínimal, la única diferencia era que todas las habitaciones giraban en torno a un patio de luces en el que había una gran piscina. Genial!

El plan era hacer noche en Sihanoukville para ir a la mañana siguiente a Koh Rong, pero resultó que a pesar de ser una ciudad de paso, muy turística, plagada de mochileros borrachos y bastante sucia no estaba tan mal. Había alguna playa poco concurrida, había comida local, comida western (malísima), mai thais a 2$ y estábamos alojados en el mejor hostel de la ciudad a un precio muy bueno, así que pensamos que era un buen lugar para planear nuestra ruta por el sudeste asiático y ponernos un poco al día con el blog. Así también tendríamos tiempo de hacer un estudio de mercado para encontrar la forma más barata de llegar a la isla y alojarnos allí a buen precio.

Que magnífica decisión! A 100 metros del hostel teníamos una especie de mercado que estaba plagado de sitios para comer y cenar a muy buen precio. Además, no muy lejos de allí estaba la playa Serendipity donde más de una vez nos fuimos a cenar una barbacoa a precio lowcost, sentados en sillones enfrente del mar.

Esa playa esta no es muy bonita de día, ya que esta plagada de gente, de vendedores y de suciedad, por lo que indagamos un poco y descubrimos que si te sales de la zona turística, existe una pequeña carretera que te lleva a una playa llamada Sokha Beach. Ésta si vale la pena, y sus aguas son claras y cristalinas y está prácticamente vacía. El truco? Pertenece a un resort. Leí en un blog que hay que pagar para entrar pero no vimos ninguna “entrada” ni nadie vino a decirnos nada 😉

Pero lo mejor de habernos quedado unos días allí fue que conocimos a Arnold, un chico alemán que se dedicaba a hacer documentales y que se había tomado un tiempo indefinido para encontrase a sí mismo y averiguar como quería encaminar su vida. Pasamos muy buenos momentos con él y Juny disfrutó de lo lindo filosoforapteando de la vida, de la política, de la gente, de las conspiraciones, del futuro… da gusto encontrarte de vez en cuando alguien tan inteligente como Arnold con el que puedes mantener conversaciones más allá del “Where are you from?”.

Y mientras tanto hicimos también los deberes, no creáis que todo es jauja XDDD Escribimos y programamos varios posts y trazamos la que sería la posible ruta para el resto del viaje por el sudeste asiático. A nosotros no nos va nada lo de planificar, pero en esta parte del mundo hay que pensar un poco a donde quieres ir y en que momento ya que el tener que hacer visados con antelación no da tanto margen a la improvisación como cuando estábamos en Sudamérica. Decidimos que el próximo destino sería Vietnam y para ello necesitábamos hacer la visa previamente a la entrada al país. Precisamente uno de los mejores sitios para ello en Camboya es en el consulado que hay en Sihanoukville, por todas las facilidades que dan. En menos de 24 horas lo consigues y si tienes mucha suerte o una razón de peso te lo dan casi al instante. Por lo que nos fuimos a solicitar el visado, calculando bien el día que llegaríamos a Vietnam, ya que para los españoles y la mayoría de países tiene una duración de sólo 30 días, y empieza a contar desde la fecha que has indicado en el formulario de solicitud del visado, no desde el día que cruzas la frontera.

Ya teníamos todo, sólo quedaba buscar el barco que nos llevara a Koh Rong y encontrar alojamiento allí. Investigamos mucho acerca de la isla de Koh Rong, su hermana menor Koh Rong Samleon e incluso otra alternativa menos conocida llamada Koh Ta Kiev, a la que pensaba ir Arnold.

Lo que nos hacía dudar era el alojamiento, ya que el barco era bastante barato y entraba dentro de presupuesto. La indecisión aparecía porque “lo chulo” de ir a Koh Rong era quedarse en unos bungalows enfrente del mar totalmente alejados del mundo, pero claro a un precio que estaba por encima de nuestro presupuesto previsto. Podíamos hacer la versión barata y quedarnos a dormir en el pueblo mochilero que había en la isla, justo donde te dejaba el barco, pero claro ese pueblo estaba bastante sucio, fiestero y muy ruidoso, con lo cual no nos acababa de convencer.

Hace tan solo un año nuestro queridos amigos Iker y Laura estuvieron también en Camboya disfrutando de su año sabático por el Sudeste Asiático, así que cuando repetidas veces se ofrecieron a responder a cualquier consulta que tuviéramos, les escribí un chat y me dieron un montón de información sobre los bungalows en los que habían estado y como llegar hasta a esa zona de la isla. Sabiendo lo que habían disfrutado y viendo sus fotos de aquel paraíso nos decidimos a ir al lugar por el cual habíamos llegado hasta Sihanoukville: Koh Rong.

La travesía en barco fue toda una experiencia. Nos subimos a la parte de arriba del barco, en la que podíamos tumbarnos en unos cojines que había en el suelo. La noche anterior habíamos dormido muy poco y queríamos aprovechar el trayecto para descansar. Creo que pudimos hacerlo tan solo 5 minutos, ya que poco después de haber partido, el barco empezó a moverse en forma de péndulo. Había algo de oleaje pero no era para tanto. Qué pasaba? Que la parte de abajo del barco estaba casi vacía porque todos habíamos pensado que era una muy buena idea subir. Llegó el ayudante del capitán y nos invitó a bajar. La cosa iba a peor y la gente gateaba y se arrastraba hasta la escalera. Yo me sujetaba a Juny para no salir disparada hacia las barandillas. Unos minutos después casi todos habían bajado, nos quedamos tan solo 6 personas. El barco no penduleaba tanto y pudimos más o menos descansar. Toda una aventura 😉 Poco después ya avistábamos la isla de Koh Rong y las aguas eran cada vez mas tranquilas. Ya podía estar de pie y contemplar las casitas de colores y el mar turquesa.

Una vez en tierra firme nos dimos cuenta que el «pueblo» no tenía calles, ni motos ni nada de nada, eran playas y hostels y pequeños restaurantes todos amontanados uno al lado del otro. Lleno de gente pero también de buen ambiente. Si te alejas un poco del puerto, la zona más concurrida, la playa era ya de revista pero si te fijabas un poco te dabas cuenta a donde iban a parar las tuberías de saneamiento de los restaurantes y hotelitos…, no muy apetecible…
Fuimos a desayunar-comer para reponer fuerzas y poco después, tras varios intentos de negociación conseguimos un buen precio para ir en una barca compartida con otros mochileros hacia Soksan Beach, más conocida por Long Beach por sus 7 km de largo, justo al otro lado de la isla.

La barca iba bordeando la isla a una distancia prudencial de la costa, y justo cuando viramos a la derecha rodeando un saliente de tierra apareció ante nosotros Long Beach. No sé como expresar la belleza de ese momento, el agua tan turquesa, preciosa, cristalina, al fondo vegetación salvaje y lo que más me impactó de todo, una fina linea de arena dibujada de color blanco, muy brillante, casi plateado, no soy capaz de describirlo con palabras, se me dibuja una sonrisa mientras os lo cuento. Me acordaré de ese momento toda la vida.

Felices como perdices nos dirigimos al único hostel que había en ese lado de la playa, el BHGH (Broken Heart Guest House), y nos dimos el mayor lujo del viaje hasta ese momento, 2 noches en un bungalow con vistas al mar, que digo vistas al mar, vistas a una de las playa más bonitas que he visto en mi vida. Cuando digo lujo no me refiero a comodidades, porque en estos bungalows no hay ni internet, ni electricidad, no hay agua corriente, y la ducha te la das de una forma muy rústica, pero es un lujo para todos los sentidos poder despertar, sentir y contemplar esa preciosidad. Nos hubiera gustado pasar allí una semana pero el presupuesto no nos lo permitía… así que por un precio ridículo la tercera noche la pasamos en unas hamacas muy profesionales con red mosquitera incluida ya que en el Broken Heart también había opciones económicas. Uno de los bungalows lo tenían habilitado para compartir habitación y además, en su terraza estaban las fantásticas hamacas. Pasamos una noche genial, en la que dormimos al aire libre solo protegidos por nuestra mosquitera y resguardados por un techo de madera. Despertarte al amanecer tumbado en una hamaca sintiendo la suave brisa en tu cara es otra de las mejores experiencias que me llevo de este viaje.

Con el sol aun escondido tras la vegetación nos fuimos a leer a la playa y a observar como iba despertando este bonito lugar ❤

El viaje tenía que continuar, nos despedimos de esa hermosa playa comiendo un delicioso green curry de pollo y nos cargamos nuestras mochilas para volver al pueblo a través de un camino que atraviesa la selva.

Creo que el mar me sienta bien y me clarifica las ideas. Cuando estábamos en el barco de vuelta ya casi llegando a Sihanoukville me vino un deseo que no pude contener en mi cabeza sin decírselo a Juny. Al terminar nuestro aventura recorriendo el mundo quería ser… profesora de yoga! No soy ninguna experta en el tema ni nunca he tenido el sueño de ser profesora, pero lo vi con tanta claridad que esta nueva idea cambiaría otra vez el itinerario que habíamos pensado…

Y en el próximo post… nos vamos hacia Vietnam!!!

[Camboya] Phnom Penh y la terrible historia del Khmer Rouge

Desayunamos unos noodles en el restaurante más local que encontramos cerca del hotel en Battambang (en uno de esos que te tienes que comunicar por señas porque no hay una sola palabra que coincida entre nuestros idiomas y para pagar te ponen un numero en un papel, benditos números universales!), recogimos las maletas del hotel y sobre medio día salimos en dirección a Phnom Penh. El trayecto, a pesar de no ser muy largo (350 km), lleva sus siete horitas, así que llegamos ya completamente de noche.

Llegando a Phnom Penh uno trata de convencerse de que está entrando en la capital del país. Carreteras sin asfaltar, casas con solo dos o tres alturas, cientos de pequeños tenderetes de comida inundan ambos laterales, alumbrado público mínimo,… pero sí sí, habíamos llegado! Negociación con el tuk-tukero y al One Stop Hostel!

Mónica había estado informándose sobre la ciudad, y parecía que lo más interesante de la misma era conocer la historia de Camboya entre 1975 y 1979. Bajo el régimen del Khmer Rouge dirigido por Pol Pot, más de 2 millones de camboyanos murieron, en uno de los peores genocidios de la historia. Increíble cuanta ignorancia llevo acumulada… ¡Habíamos estado ya en este país hacía dos años y yo ni me había enterado! Así que esta vez preferimos “perder” un par de días poniéndonos al día en la materia antes de ir a ver los “Killing Fields” y la “Prisión S-21”.

Como habréis podido comprobar, no hicimos mucho turisteo por la capital, pero es que en esta ocasión queríamos centrarnos en saber qué había pasado en este país en los años 70.

La documentación básica que sugerían es el libro “First They Killed My Father”, la película “Killing The Fields”, y los documentales “Year Zero: The Silent Death of Cambodia” y “S21 – The Khmer Rouge Killing Machine”. Así que sin tiempo que perder nos pusimos manos a la obra, y un par de días después estábamos en la onda necesaria para conocer de primera mano dos de los lugares más representativos de semejante barbarie.

Para aquellos que no conozcáis la historia reciente de Camboya, ahí va un resumen rápido para que os pongáis en situación. A mediados del siglo XIX, un francés se encontró de chiripa las ruinas de Angkor Wat, cerca de Siem Reap, y viajó por el río Mekong hasta llegar a Laos. Estos dos descubrimientos despertaron el interés de Francia por la región, y años después se instauraba un “protectorado” francés sobre Camboya. Poco a poco el protectorado fue expandiendo sus funciones a través de firmas y tratados, alguna de ellas con un buque de guerra apuntando a la capital… por si acaso no le venía bien firmar o le entraban dudas.

Durante la II Guerra Mundial, las tropas japonesas invadieron Vietnam y posteriormente entraron en Camboya. Este hecho, junto con el progresivo despertar de la identidad nacional de los camboyanos fue tomando forma, y progresivamente fueron recuperando su independencia hasta que Camboya se independizó completamente en 1953. Sihanouk fue su gobernador hasta que, en 1970, su mano derecha Lon Nol le hiciera la trece catorce y le derrocara en un golpe de estado. Lon Nol se pone de parte de los americanos en su guerra contra Vietnam, y aún así USA bombardea su noroeste de Camboya llevándose por delante a nada más y nada menos que 600.000 personas, eran efectos colaterales de tratar de eliminar las bases del Vietcong. Desde 1970 hasta 1975 se produce una guerra civil en Camboya, que termina el 17 de abril de 1975 con la entrada de en Phnom Penh de los Khmer Rouge (Khmer es la palabra que se utiliza para referirse a los camboyanos, y Rouge por ser una milicia de carácter marxista), liderados por Pol Pot.

Al principio, la población al completo salió a las calles de la capital para celebrar el fin de la guerra civil, pero poco duró la alegría. A las pocas horas, los Khmer Rouge evacuaban todas las ciudades del país, llevándolas a los campos, con el pretexto de que los americanos iban a bombardear. Y ahí empezó el éxodo del que muchos no volverían. Millones de personas tomaron el rumbo de los campos de trabajo, donde no habría clases ni diferencias. Todos vestirían pantalón y camisa negra, con una faja roja. El dinero ya no valía nada. Profesores, médicos, ingenieros, personas con conocimiento de lenguas extranjeras,… todo aquél que tuviera formación representaba una amenaza para el régimen y por lo tanto eran los primeros en “desaparecer”. Mientras tanto, jornadas interminables de trabajo en el campo, bajo un sol despiadado o entre el fango en la época de lluvias. Todo a cambio de un bol con caldo y arroz (éste último en mayor o menor cuantía según las circunstancias políticas). Cuando los Khmer Rouge tenían que defenderse de los vietnamitas que trataban de liberar al pueblo camboyano, estaban obligados a vender el arroz que cosechaban a los chinos a cambio de armas, por lo que su población se iba desnutriendo. En época de paz, el bol tenía un poco más de arroz y recuperaban algo de peso. La población padecía hambruna y muchos murieron por desnutrición, falta de atención médica (ah claro, que a los médicos se los habían cargado!), y enfermedades. Paralelamente, todo aquel que presentara una amenaza era automáticamente detenido y posteriormente, tras confesiones absurdas y torturas infames, ejecutados.

La prisión S-21 está en el centro de Phnom Penh y fue el centro de operaciones de Pol Pot. Allí se torturaba a los prisioneros para obtener confesiones (no importaba cuan reales fueran, sino que debían implicar a terceras personas y que hubiera participado en algún complot en contra del régimen: ya fuera pertenecer al FBI o al KGB, o ser espía de quien fuera…). De ahí, cuando ya no tenían nada más que decir (o mejor dicho, que inventar), los trasladaban hasta Choung Egk (uno de los Killing Fields). En este último murieron unas 20.000 personas… nada en comparación con los 2 millones de personas que fallecieron durante los 4 años de régimen comunista extremo aplicado por los Khmer Rouge. Entre un 25 y un 30% de la población del país desapareció en este periodo.

Finalmente, el 8 de enero de 1979 los vietnamitas consiguieron derrotar a los Khmer Rouge y empezó el proceso de “reconstrucción” de la Camboya moderna.

Pensar que todo esto ocurría sólo tres años antes de que yo naciera, me hace pensar que no aprendemos. Que la historia se repite una y otra vez. Que no hay un interés real de las grandes potencias militares en que los países sean libres y democráticos. Que por el interés te quiero Andrés, y si en un país no hay petróleo, materias primas o droga que pueda interesar, pues vamos a dejar a sus anchas a un dictador y que mueran de hambre los ciudadanos o peor, masacrados por el régimen. ¿Sabéis lo que pienso? Pienso que la democracia, o mejor dicho, la palabra “democracia”, es una “llave maestra”, un “as en la manga” que permite a los más poderosos intervenir (o no) y entrar (o no) en el país que quieran y cuando les venga en gana. Y en este caso decidieron que no, que Camboya no tenía el derecho de ser libre ni sus ciudadanos el derecho a una vida digna. Ya vendrían sus vecinos cuando pudieran a echarles una mano, y si no… pues nada.

Bueno, parece que hoy me he calentado, pero es que el sentimiento de impotencia que te entra, mezclado con la pena de tantas vidas perdidas, no te permite suavizar los pensamientos, sino más bien te los esclarece…

El próximo domingo “nos vamos” de nuevo al mar, a recuperar energías positivas a Sihanoukville y a la preciosa isla de Koh Rong.

[Camboya] Siem Reap – Battambang, una inolvidable travesía por el Río Sangker

Para nuestra última noche en Siem Reap, decidimos buscar un hotel con habitación privada. Lo reservamos on-line y al día siguiente nos dispusimos a  hacer el cambio de hotel aunque, la verdad sea dicha, la liamos parda. XDDD Buscamos en google maps la dirección que indicaba, y al llegar había un solo panel entre dos edificios. Uno parecía que estaba en obras, así que entramos en el otro. Le preguntamos si se trataba del Holiday Garden Villa y nos dijeron que sí, le enseñamos el voucher de Hostelworld, todo ok. Aunque en realidad el hotel donde habíamos reservado era el otro, el que parecía en obras. Así que pasamos la noche tan tranquilamente, pagamos el resto y posteriormente recibimos un e-mail del «verdadero» hotel diciéndonos que nos cargaban la habitación por no haber aparecido…

No sé si será cuestión de idioma, de pillería suya, o de ignorancia nuestra, pero la cuestión es que esa noche la pagamos doble 😀 Un buen palo para la economía diaria del viaje XDDD  De hecho, tampoco lo pudimos resolver en persona, porque esa misma mañana salíamos bien pronto en dirección a Battambang. Una ciudad sin mucho atractivo turístico, pero cuyo trayecto de 9 horas por el río hasta llegar a ella es extraordinario. El precio “de base” eran 25$ por persona, pero como teníamos tiempo y no perdíamos nada, seguimos recorriendo puestecitos hasta que por fin llegamos a 20$, que era nuestro objetivo. Por si algún día vais a Siem Reap, la zona de mejores precios para viajes en bus y barco es Sok San Road, entre Angkor Night Market St y Funky Ln :p

A las 8h00, después de un trayecto de veinte minutos en tuk-tuk, llegamos al “puerto” de Siem Reap. Compramos a una de las vendedoras un pan y tres quesitos de la vaca que ríe, más tres bananitos de regalo y listos para el viaje! Nos sentamos sobre la cubierta y vimos como poco a poco el barco se iba llenando aún más hasta que no quedaba ni un solo hueco, ni sobre la cubierta ni bajo, a cubierto.

El encanto principal de este trayecto es navegar entre varios pueblos flotantes, con casas que reposan directamente sobre el río. Qué estilo de vida tan distinto! Algunos niños pequeños van con chaleco salvavidas, otros saludan desde barreras de madera, muchos de ellos están en pelotitas, no faltan antenas de televisión en muchas de las casas, en alguno de los pueblos más grandes han construido sobre tierra una escuela donde van todos los niños “de la zona”,… también se ven cocodrilos “en cautividad”, así como un par de ellos flotando sin vida por el río. Todos los niños saludan, y algunos adultos también. De hecho, no sé muy bien quien es el espectáculo de quién. Sobre todo en la parte final del trayecto, donde ya más que pueblos son casitas aisladas, los niños están esperando al barco del día para que forme la ola y puedan revolcarse en ella. Pasa el barco, se produce una pequeña succión del agua en la orilla, y como si fuera un pequeño tsunami, el agua vuelve hacia la orilla en forma de dos-tres olas medianas, suficientes como para arrancar alguna de las redes de pesca, o cubrir por completo a alguien que esté pegándose un chapuzón.

Además tuvimos la suerte de compartir cubierta con Peter, un hombre holandés que había venido junto con su mujer a visitar a su hijo Neils, que trabaja en Singapur como piloto de Tiger. Fue un paseo muy agradable, sobre todo mientras un manto de nubes cubría el sol. Porque pasado medio día, la línea perfecta de nubes se terminaba dando paso al más achicharrador de los soles. Menos mal que Peter le había comprado al tuk-tukero que les había traído su paraguas y nos lo prestó durante todo el viaje, porque si no hubiésemos llegado completamente deshidratados y socarrados perdidos.

Así, después de estamparnos un par de veces contra la orilla por no ser capaces de girar a tiempo, llenar la cubierta de hormigas gigantes, arañitas y demás bichos, y de romper una vez el motor. Nos fuimos acercando a Battambang. Cuanto más nos acercábamos, más desechos, más oscura estaba el agua y más zonas con malos olores, pero la sonrisa de los niños que venían corriendo a despedir al barco, eso no cambiaba! “Byeee Byeee!” “Byeee Byeeee!” y los más avanzados te soltaban un “Hello! What’s your name? Byeee!”. Aquí os dejamos un pequeño vídeo del último tramo del viaje.

Tras el largo viaje en barco desde Siem Reap y aún con algunos coletazos de jet-lag (esta vez nos había dado fuerte, no sé si por los cuatro vuelos o por el cansancio acumulado desde las navidades), nos pasamos dos días en Battambang prácticamente durmiendo y recuperando fuerzas. Al ser un lugar menos turístico encuentras habitaciones por 9$, sopa de noodles por 1,5$ y las calles están mucho más tranquilas que en otras ciudades. Compramos los billetes de bus con Capitol Tours a Phnom Penh por 6$, y al día siguiente partimos hacia la capital en un viaje de 7 horas.

Así nos despedimos hasta el próximo miércoles, donde hablaremos de Phnom Penh y su triste reciente historia. Nos leemos!

[Cambodia] Siem Reap, arrancamos nuestro viaje por el sudeste asiático!

Estas navidades fueron las más intensas de los últimos años. Sólo teníamos diez días, pero vaya que si los aprovechamos! En Dénia con la familia, encuentro Galileo en Valencia y fin de fiesta con los amigos CERNíacos en Madrid. Qué ganas teníamos de volver a verles, estar con ellos, y poder disfrutar de conversaciones “de fondo”, tras tantos meses de presentaciones y despedidas fugaces ;D Y así fue como nos levantamos el 31 de diciembre en Madrid, en casa de los Pica. Nos fuimos a desayunar nuestras últimas tostadas con tomate y jamón serrano y nos llevaron al aeropuerto de Barajas. Era momento de continuar la aventura. Empezaba la ruta por el sud-este asiático!

Por delante nos esperaban nada más y nada menos que CUATRO vuelos hasta llegar a Siem Reap. Iba a ser una paliza, que de hecho lo fue, pero el ahorro económico valía la pena. Empezaríamos con un pack Madrid – Frankfurt – Abu Dhabi – Kuala Lumpur con Ethiad, y a la mañana siguiente el último, Kuala Lumpur – Siem Reap con Air Asia. Todo eso, junto con el vuelo de vuelta para finales de junio Yakarta – Madrid por 650 Eur por persona, oooole ahí! Eso sí que es un chollazo, aunque tiene su pequeño “truco”: tienes que estar dispuesto a pasarte la noche vieja en el aire :p

Cuando faltaban escasos segundos para media noche, el piloto hizo un llamamiento por megafonía diciendo que en breves momentos se iba a producir el cambio de año, y que concretamente iba a ser en cinco, cuatro, tres, dos, uno, HAPPY NEW YEAAAAR! Y allí nos ves a Mónica y a mí, auto-cantándonos las campanadas, mientras comíamos el bote de uvas que traíamos desde Madrid, y la gente, sin conocerse de nada, dándose abrazos y besos en el avión deseándose lo mejor para este próximo año XDDD Fue “la mar” de gracioso, lástima que nos tocaron asientos centrales y no vimos fuegos artificiales por la ventanilla, porque eso ya hubiera sido lo máximo!

Finalmente llegamos al aeropuerto de Siem Reap, donde nos esperaba nuestro amable tuk-tukero con el típico cartel de “Juny & Mónica”. De camino al hostel, nos dimos cuenta que lo que en nuestra primera estancia en el sudeste asiático tanto nos había impactado ya parecía tan normal: cruces sin señalizar con vehículos pasando en todas las direcciones, motos con tres, cuatro y hasta cinco personas, otras cargando bultos tres veces más grandes que ellas,… tan diferente a Europa y, sin embargo, tan normal en estas tierras.

Llegamos a The Luxury Concept Hostel y… estaba espectacular! Por fin podríamos dormir a nuestras anchas en unas camas individuales king size, ohhh yeah! Y en la terracita, un bar donde podías desayunar por 2,5$ bebida incluida y los cóckteles a 2$. Caímos dormidos tan profundamente que nos levantamos ya a la hora de cenar. Nos fuimos a un indio, y cuando estábamos a punto de pedir, apareció el principal motivo por el cual habíamos ido a Siem Reap: Jeff Wiener y Julia!!

En 2013 nosotros ya habíamos estado en Angkor Wat (el principal atractivo del país con los Pica), pero esta vez decidimos volver allí para encontrarnos con Jeff y Julia. De todos modos, y sin que sirva de precedente, os pondremos algunas fotos de nuestros días en Angkor War de hace dos años. Podéis rajar, y con razón, decir que «colega… en el poquet temps que ha passat i lo major que t’has fet!» XDDD

A Jeff le conocí en el CERN, primero en las Atomiades de París y posteriormente compartimos la creación del S’Cool Lab – Jeff como cliente y yo como project manager. Creo que Jeff es de las personas que más pasión y energía le pone a todo lo que hace, sobre todo si se trata de dar charlas o explicaciones científicas! 😀

Nos pusimos al día y quedamos al día siguiente para ir visitar el orfanato donde Jeff había sido voluntario hacia cuatro años. En aquél momento había sido un lugar con más de 70 niños, y varios voluntarios que les enseñaban inglés básico y con quienes podían jugar y aprender. A día de hoy no habría más de veinte, ningún voluntario y sin visos de mejorar. Jeff tenía el rostro entristecido y se sentía frustrado por ver como por culpa de la búsqueda del dinero, el orfanato se había echado a perder y con él, los niños que allí estaban.

Pasamos una hora con ellos, yo jugando a fútbol con los niños y las chicas jugando al corro de las patatas, aprendiendo a bailar la danza típica camboyana y haciendo volteretas. Es increíble la alegría innata que desprenden estos niños, a pesar de no tener nada. Ya cuando nos despedíamos, una de las niñas le daba la manita a Mónica y le preguntaba “Will you come back tomorrow?”. Se te parte el corazón cuando les dices que no va a poder ser y ves su cara de pena… No tenemos fotos de ese día porque preferíamos tener la experiencia auténtica y sin interferencias, sorry for that.

Jeff ha estado apadrinando a uno de los chicos que conoció cuando estaba en el orfanato de voluntario, y lo sigue haciendo aunque ya no resida allí. Por las tardes, baila en un espectáculo en un restaurante y nos propuso ir a verle. Claro que sí! En un principio, podría parecer que este tipo de “actividad” suene raro, pero en esta zona es una tradición -como en Valencia ser fallero- y tanto a los chicos como a las chicas les gusta tener la oportunidad de bailar. Y si además te pagan un poquito que te ayuda a cubrir los gastos del día a día, mejor que mejor!

El intento de ir a verle en acción salió un poco rana, porque llegamos a un restaurante donde también había espectáculo, pero no era el suyo. No obstante, el chico que tocaba la percusión también había estado en el mismo orfanato y reconoció a Jeff. Le dijo que se había equivocado y le explicó el restaurante donde debíamos ir. Así que al día siguiente, en su última tarde en Siem Reap, por fin conseguimos verle, y de hecho era el “artista principal”! A la salida, estuvimos hablando con él y con sus compañeros de baile. Lo primero que nos preguntaron: ¿os ha gustado el espectáculo? ¡Qué orgullosos estaban! Volvimos al hostel, nos tomamos unos cocteles y muy a nuestro pesar nos despedimos de Jeff y Julia. Nos volveremos a ver, no sabemos donde, pero haremos para que nuestros caminos se crucen de nuevo!

Al día siguiente la liamos parda porque reservamos un hotel para una noche y nos quedamos a dormir en otro, sin saberlo claro… XDDD No sé si será cuestión de idioma, de pillería suya, o de ignorancia nuestra, pero la cuestión es que acabamos pagando la noche a unos y a otros! Y tampoco lo pudimos resolver en persona, porque esa mañana salíamos bien pronto en dirección a Battambang. Una ciudad sin mucho interés turístico, pero cuyo trayecto de 9 horas por el río hasta llegar a ella es extraordinario.

Y así nos despedimos hasta el próximo domingo, que la chapa de hoy ha sido buena XDDD

Nos leemos!