Felices fiestas chic@s! Estamos en España y en Nochevieja continuaremos la aventura, esta vez por el sudeste asiático. Aún siendo días ajetreados, vamos a tratar de poner al día el blog. Así que miércoles y domingos seguiremos publicando los últimos episodios de nuestros días en Sudamérica. Un abrazo enorme, y felices fiestas!
Llegamos a Rumichaca, donde se encuentra el puente frontera entre Colombia y Ecuador. Cuñamos nuestros pasaportes y nos dispusimos a hacer el cambio de los pesos colombianos que nos habían sobrado a dólares (que es la divisa que se usa en Ecuador). Se acercó una mujer. Le preguntamos por el tipo de cambio y nos dice que nos puede ofrecer 1 usd por cada 2400 pesos. ¿Cómo? Pero si el cambio oficial está a unos 2000! Le decimos que ese precio no puede ser, y nos dice que se ha equivocado, que son 1950 pesos por dólar. Ok, así mejor. Saca su calculadora y marca 104.000 (los pesos colombianos que teníamos) entre 1950. Resultado 43 dólares. ¿Cómo? Le decimos que se ha equivocado, que ese resultado no puede ser correcto. Vuelve a marcar delante de nosotros los números despacito y nuevo resultado: 47 dólares. Mónica ya se calienta y le dice que no nos tome el pelo, que sabemos de matemáticas. Tratando de calmar los ánimos le digo que al cambio de 2000 nos tiene que dar 52 dólares y todos tan contentos. Accede, nos da los 52 y continuamos nuestro camino.
Cruzamos a pie el puente que separa ambas fronteras y llegamos a Ecuador. La cola no era muy larga, pero cuando faltaban unas 15 personas para llegar a ventanilla, el sistema informático se les estropeó y estuvimos esperando cosa de dos horas y media. Allí mismo nos encontramos con dos chicas alemanas (que habían sido compañeras nuestras de habitación en Medellín!) y cuando terminamos los trámites tomamos un taxi entre los cuatro que nos llevaría hasta la terminal. Un dólar por persona. Llegamos, comemos en un restaurante de comida corriente y nos vamos a coger el bus. No parece que sea un servicio muy serio por lo que les preguntamos otra vez (ya lo habíamos hecho antes de ir a comer) si tarda 4 horas y si cuesta 5 usd. Nos dicen que sí. Sí, los cojones. No llevábamos más de media hora cuando pasa el cobrador y nos dice que son 6 usd, y que ha habido un corrimiento de tierras, que hay que dar una vuelta por no sé dónde y que el trayecto será de cinco horas. Aleee la fiesta! Otra discusión al canto, ya no por el dinero, sino por lo que molesta sentirte timado. Bueno. Pagamos los 5 usd y llegamos a la terminal a eso de las 9 pm, más oscuro no podía estar.
Decidimos entre los cuatro coger otro taxi que nos llevara hasta el centro. Le preguntamos cuanto va a costar y responde que no lo sabe, que lo que diga el taxímetro. Claro, ahora resulta que un taxista no sabe cuanto le va a costar una carrera… Parecía que fuera el día internacional del timo! A los diez minutos de salir, le comento que no es por molestar, pero el taxímetro no corría. Me dice que es normal. Que al llegar le da al botón y sale lo que tenemos que pagar. Venga va! Le pedimos por favor que no nos time, que es nuestro primer día en Ecuador y que el cupo de timadas del mes ya lo tenemos cubierto. Llegamos. Le da al botón y… 20,55 USD! Ole ahí, lo máximo que nos debía cobrar eran unos 10-12 USD, incluyendo ya la tasa de tarifa nocturna. Le comentamos que se ha pasao tres pueblos y que le daremos 15 para no tener más lío, pero que sabemos que más de 12 era abusar! Agotaos y tri-timados, pero ya estábamos en Quito 😉 Al día siguiente, el clásico de cuando llegamos a una ciudad, el free walking tour!
Casualmente, Gonzalo, el hermano de Álvaro Gómez -compañero mío cuando hice prácticas en Pocketwidget el verano en que España ganó el mundial -estaba viviendo en Quito, y Álvaro nos sugirió que nos conociéramos. Quedamos para comer y preparamos una tortilla de patatas. Un poco más tarde llegaron André y Majo. Al día siguiente fuimos de nuevo a su casa, y ayudamos a Gonzalo a preparar un arrocito con chorizo para comer. Ya por la tarde André preparó una pizza (masa incluida!), y tomamos unas cervezas juntos acompañadas de historias inverosímiles que le habían ocurrido a Majo, mientras medio planeábamos una expedición al Amazonas e historias sobre la ayahuasca. Nos dijeron de quedarnos a dormir en su casa, que había espacio aunque no camas. Sin problema, al suelo como campeones. El plan para el día siguiente, subir al volcán Cotopaxi.
Nada nos hacia imaginar la fatídica noticia que íbamos a recibir la mañana siguiente. Esther, la hermana de Mónica había dejado este mundo. Así, sin más. Incredulidad, rabia, llanto, desgarro, pesadilla, sinsentido, dolor. Sentimientos que iban y venían sin control. Teníamos que volver a España cuanto antes. Gonzalo estuvo a nuestro lado en todo momento. Fue el inicio de los días más tristes de nuestras vidas, y le tocó vivirlos en primera persona. Muchísimas gracias por tu apoyo y por aportar calma y criterio en esos momentos tan complicados.
Esa misma noche tomábamos el avión de vuelta. Escalas en Atlanta y Barcelona. Treinta horas después ya estábamos en Palma de Mallorca para despedirle con una tristeza que desgarraba el corazón. La vida nunca volvería a ser la misma, un vacío demasiado grande quedaba en nuestras vidas para siempre.