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[Colombia] Cali, capital de la salsa

Nuestro recorrido por Colombia llegaba a su fin. Llevábamos casi dos meses en este hermoso país, y es que es uno de esos sitios del que no te quieres marchar. Estábamos encantados con su gente, sus paisajes y las buenas vibras. Pensábamos que ya era imposible que nos sorprendieran, pero una vez más quedamos maravillados ante la amabilidad de la gente de este país.

En nuestro avión con destino a Cali, nuestro compañero de asiento era un chico colombiano llamado José Luis. Estudiante de Ingeniería Industrial y apasionado de las motos. Nos pasamos todo el trayecto hablando de su tierra, y de la nuestra (a la cual está loco por ir) y nos recomendó también varios sitios a visitar en Ecuador. Al llegar a Cali decidimos compartir taxi ya que era de noche y además nuestros destinos estaban bastante próximos. Intercambiamos números de teléfono y nos despedimos, prometiendo que quedaríamos con él a tomarnos una cerveza antes de salir hacia Quito.

En Cali nos hospedamos en el hostel El Viajero, y a decir verdad, fue todo un acierto. Precio bueno, desayuno muy completo incluido, buen ambiente, muy bien conservado, con piscinita y con varias zonas comunes y lo que es mejor… actividades gratis! Unos días había clases de yoga, otros de salsa, por las noches organizaban salidas para bailar… La clase de yoga muy buena y la de salsa… espectacular! Primero, porque no es la salsa cubana que conocemos en Europa, sino la colombiana. Pero es que además también nos enseñaron otra modalidad, la salsa urbana llamada salsa choke, y si no recuerdo mal ésta fue una de las canciones que bailamos. Los movimientos son rapidísimos, y si ves como mueven el culo los profesores ya flipas en colores! Súper recomendable dar alguna clase de salsa colombiana, y en especial de salsa choke, no lo olvidaréis nunca. Y para los que no lo sepáis, Cali tiene el reconocimiento de ser la capital mundial de la salsa… Con eso lo digo todo! Brutaaaaaaaal!

Una tarde nos fuimos al free walking tour para conocer un poquito la ciudad. Es bastante pequeña. En realidad se parece más a un pueblo grande. Uno de los sitios que visitamos con el guía fue el teatro. Y ya que estábamos por allí, cotilleamos los precios de una función de ballet que se estrenaba ese día, y nos lo podíamos permitir! Yo nunca había ido a ver un ballet y Juny sabe que todo lo relacionado con el baile me encanta, así que me propuso ir (por supuesto, compramos las entradas más baratas, allá en el quinto anfiteatro). Entramos por la puerta trasera (sí, es lo que tiene la distinción de clases…) pero el teatro estaba prácticamente vacío. A falta de cinco minutos para empezar, como el teatro no se llenaba, subió una de las azafatas y nos dijo, tanto a nosotros como a las cuatro personas que habían comprado la butaca más barata, que estábamos invitados a sentarnos en las butacas más caras, oh yeah! (Ahora sí eh? :p más vale pobres rellenando, que foto de las gradas vacías XDDD)

Llegó el día de partir hacia Ecuador. Y como lo prometido era deuda, nuestras últimas horas en Cali las pasamos con nuestro amigo José Luis en una licorería tomando las cervezas típicas del país! Mi elección la Redd, riquísima y muy dulce, perfecta para mí :p La de Juny la Poker, más fuertota! En ese encuentro José Luis se lo curró un montón y nos dijo punto por punto todo lo que teníamos que hacer para llegar a Ecuador, desde la compra de billetes, donde cambiar los pesos colombianos que nos quedaran a dólares, los pasos burocráticos del paso fronterizo,… everything!

Esa misma noche nos íbamos a la terminal de autobuses de Cali a comprar un billete hacia Ipiales, el pueblo fronterizo con Ecuador. José Luis nos había dicho quesi queríamos conseguir el precio de no-turista tendríamos que regatear y pedirles «la mínima». Y funcionó! De los 55000 COP por persona, bajamos a 40000 COP, y cuando ya parecía que estaba todo el pescado vendido, le explicamos que un amigo nuestro colombiano nos había sugerido ir directamente a esa compañía, que era la mejor, y que le preguntáramos por la mínima… finalmente conseguimos un precio de 35000 por cabeza! Olé, olé y oleeee!

El viaje nocturno en bus fue muy pesado, unas 11 horas. No es el más largo que hemos hecho pero no se porqué se me hizo eterno. La verdad es que iba con un poco de miedo y casi no pude dormir. En ese trayecto, hacía solo un par de años, se producían muchos asaltos a autobuses. De hecho, tanto era así, que para ponerle fin decidieron que todos los buses (indistintamente de la compañía que fueran) al llegar a determinados puntos del trayecto se esperasen unos a otros y fueran en caravana,… escoltados por la policía! Desde entonces la cosa está más tranquila 😉

Todo fue perfecto, y llegamos sanos y salvos a Ipiales. Nos fuimos a desayunar y a mí se me ocurrió entablar conversación con unas señoras colombianas que me dijeron que no me podía ir de Colombia sin ver una de sus maravillas, la cual se encontraba a tan solo 10 min en taxi de donde estábamos: el Santuario de Lajas. Y como viene siendo habitual en este viaje, modificamos el plan y nos montamos en un taxi colectivo que nos llevó hacia allí. Bajamos a pie y con las mochilas una media hora por unas escaleras empinadas y al llegar allí contemplamos esa preciosidad. Luego tocaba el mismo camino de vuelta pero de subida… No recomendable si no has dormido y llevas 10kg a tu espalda jajaja llegué casi desmayada!

Os dejamos las fotos de esta maravilla colombiana.

Sólo quedaba tomar un taxi para volver a Ipiales, donde coger el colectivo que nos llevaría hasta el puente de Rumichaca, justo donde se cruza la frontera para entrar en Ecuador.

Y hasta aquí el post de hoy. Un besazo!

[Colombia] Cartagena de Indias, un lugar mágico

Y tras nuestros días en las playas de Palomino y Tayrona… Por fin llegó el momento de ir a Cartagena de Indias! Lo estaba deseando desde el día que aterrizamos en Colombia!

Desde Santa Marta cogimos un bus que en 4 horitas nos llevaría hasta Cartagena, pasando por Barranquilla. Esta última es famosa por sus Carnavales. Es el más importante del mundo, después del de Rio de Janeiro, claro! Y además Barranquilla también es muy conocida porque Shakira, mi cantante preferida, nació en este marchoso lugar. Pero como no era época de disfraces y Shakira no estaba por allí, decidimos no quedarnos.

Ya casi de noche llegamos a Cartagena. Ésta vez si habíamos reservado el hostal porque es un destino muy turístico y es difícil encontrar sitios baratos. Nos quedaban 3 días hasta tomar nuestro vuelo a Cali, el que sería nuestro último destino en Colombia.
El hostal no era para tirar cohetes, pero estaba muy bien localizado, en el distrito de San Diego, justo al lado del centro histórico. No teníamos mucho tiempo y había mucho de lo que disfrutar afuera, en las calles. Así que como era la hora de cenar nos fuimos a la plaza del Convento, más conocida como la plaza de San Diego. Es una plaza con mucho encanto y llena de pequeños restaurantes. Nos comimos un menú corriente que incluía pescado, rico, rico!

Al día siguiente nos fuimos con nuestras mochilas, comida y agua para pasar una noche en Playa Blanca, en Isla Barú, al Sur de Cartagena de Indias. Lo llaman Isla Barú, aunque en realidad es una península que tiene la particularidad de estar separada del continente por el Canal del Dique.

Isla barú - ubicación
Para llegar hasta allí hay que tomar un bus que te lleva hasta Pasacaballos, y desde ahí tomar una moto-taxi que te cruce el dique, a través del puente. Te deja en la famosa Playa Blanca. Lo que más nos sorprendió del viaje en bus fue, que en una de las paradas, la que estaba más próxima al mercado subieron tropecientas personas a vendernos algo. Desde comida preparada, a bebidas, chocolatinas, candados, cuchillos, remedios curativos, y un largo etcétera. Eso era un no parar de vendedores ambulantes subiendo y bajando. Estuvimos allí parados aguantando el tirón como media hora y con un calor horroroso hasta que el bus volvió a partir pero valía la pena la espera! Finalmente llegamos a Pasacaballos y tomamos un taxi (bueno, más bien era un hombre con un coche que decía que nos llevaba). Nos costaba lo mismo que las dos motos y era mucho más seguro, teniendo en cuenta que no te proporcionan un casco y que van a una velocidad de miedo. Y lo sabíamos por experiencia propia!

Poco después llegamos a Playa Blanca, y a pesar de estar nublado, era precioso. Sólo nos faltaba encontrar una cabañita para dormir aquella noche. Fuimos recorriendo la playa y visitando las distintas opciones, a medida que íbamos avanzando, disminuían los vendedores ambulantes, la playa estaba más vacía y las opciones para dormir más baratas. Llegamos hasta casi al final y encontramos un sitio llamado El Parche de Alex que ya había visto por internet durante mi investigación… Por la cabaña con vistas al mar, ducha con agua no salada nos pedía 60.000 pesos colombianos, el precio era aceptable, sobre todo en comparación con lo que nos habían intentado vender en la otra punta de la playa pero le apretamos un poco y nos ofreció un nuevo precio… 40.000, y como pusimos cara de no tenerlo del todo claro… Nos dijo «no os lo penséis más, os quedáis aquí: 35.000 pesos» (es decir 14 euros). Ahhhh pues… Aceptamos!!!!

Menuda pasada. Disfrutamos de lo lindo en esa playa, relajándonos, yendo a hacer snorkel, charlando con unos argentinos que conocimos allí, preparando nuestra comida y nuestra cena con una frutas y unos sándwiches, fue absolutamente genial. Bueno, y yo creo que de mí ellos se acordarán toda la vida, porque por la noche mientras estábamos durmiendo entró uno de los gatos del dueño ya que las cabañas son totalmente abiertas y pasó por mi lado (el colchón está en el suelo) y me rozó. Al estar tan dormida y probablemente con el susto aún encima de los cerdos endemoniados pegué un grito tan fuerte que el gato se asustó y maulló aún más fuerte y se fue corriendo. A la mañana siguiente había bastante cachondeito conmigo porque todo el mundo se había despertado, jajaja :p
Pero lo mejor de todo es que amanecimos con un sol radiante. El mar estaba tan en calma, que el agua era de un turquesa precioso y totalmente cristalina!

La vuelta a Cartagena de Indias la hicimos en barco, ya que es más barata que la ida porque en el puerto de Cartagena inflan los precios a los turistas, jajaja. Casi nos tuvimos que quedar otra noche allí porque después de correr y muuuuucho, … vimos como el barco partía. Por suerte 500 metros más hacia adelante salía otro barco pero teníamos que volver a correr si lo queríamos pillar… Y esta vez sí! Vuelta en barco de dos horitas en el barco más lento de la historia y a disfrutar del paisaje, de un mango verde con sal y limón, y de la flamante llegada a Cartagena de Indias.

Volvimos al hostel de nuestra primera noche en Cartagena y a descansar. Al día siguiente nos esperaba una mañana recorriendo las calles del Centro histórico de Cartagena. Ya sabía que me iba a gustar pero fue aún mejor. Y eso que mis expectativas eran altas. Es uno de los pueblos más bonitos del mundo, no me extraña que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasearía por sus calles día tras día y no me cansaría. Esos colores, esas fachadas adornadas con flores, todo tiene una magia especial.
Y para ya despedirnos de Cartagena bien contentos nos fuimos a comer a un restaurante vegetariano baratito que estaba muy cerca del hostal… Y a quien nos encontramos allí? A la chica alemana que conocimos en la ecoaldea y que se fue con nosotros de allí! Esto de viajar es absolutamente maravilloso, encuentros y despedidas, y vuelta a empezar 🙂

A continuación os dejo una selección de fotos de la colorida Cartagena! Espero que os guste tanto como a mí!

Poco después tomamos el autobús que nos llevaría hasta el aeropuerto, que está situado en la mismísima ciudad de Cartagena para volar hacia Cali, último destino de nuestra querida Colombia.

Hasta el próximo domingo amigos!

[Colombia] Cumpliendo los 31 en el Caribe Colombiano

Después de tres días en la ecoaldea, y de no haber podido casi dormir la última noche, decidimos que ya estaba bien de experimentos y que era un muy buen día para ir hacia Santa Marta. No éramos los únicos voluntarios «sorprendidos» por esta peculiar ecoaldea, así que junto a la otra voluntaria, una chica alemana, nos despedimos de la gente de allí y nos fuimos a tomar un bus. Ella se bajó en la terminal para tomar otro bus a Cartagena y nosotros continuamos hasta llegar hasta Santa Marta.

Nos dirigimos hacia uno de los hostales más baratos de la ciudad y me dio mal feeling, no por el hostal, era muy humilde pero estaba limpio, sino por donde estaba situado, me dio la sensación de que no era un sitio seguro, así que nos dirigimos hacia la parte más céntrica donde se encontraban algunos de los mejores hostels y acabamos en La Brisa Loca, y esto era otra cosa. El hostel estaba genial, con varias zonas comunes, bar, piscina y viajeros! El sitio perfecto para volver a la normalidad y descansar sin tener pesadillas. Nos recibieron con una cerveza fresca de bienvenida y nos dieron las pautas para visitar santa Marta y nos dieron un consejo: «No os acerquéis a las calles 10 y 11, son las más peligrosas de Santa Marta.»Adivinad donde estaba el otro hostel…. Pues eso! :p

Ese día nos relajamos y salimos a cenar algo económico, pero de paso nos dimos un lujo…. Unos mojitos! Había oferta 2×1, así que fue baratito, baratito! Después de 3 días pasando hambre y sed me supieron a gloria!!

Al día siguiente ya nos despertamos totalmente recuperados y llenos de energía! Nos fuimos a comer a un restaurante corriente vegetariano, llamado Vital. Corriente significa, como en España un bar donde tengan menú del día. A la comida corriente va la gente local. Tienes incluido un zumo (o jugo, como ellos llaman), una sopa y a veces una ensaladita, y eliges el segundo plato, que suele ser carne o pollo. En este caso era lo mismo pero vegetariano y estaba todo riquísimo, nada que ver con lo que habíamos comido en los días previos!

Y luego a patearnos Santa Marta que al día siguiente teníamos previsto ir un poco más al norte, ya que yo tenía mucho mono de playa. Y aunque Santa Marta, ciudad, tiene mar, no tiene playas cercanas muy aptas para baño.


Así que al día siguiente tomamos otro bus hacia… Palomino! Bonito nombre eh?
Palomino es un pueblecito muy pequeño, no tiene ni un sólo cajero automático, para que os hagáis una idea, y la única calle asfaltada es la carretera que te lleva hasta allí. Todo lo demás muy muy auténtico. Esta vez habíamos reservado en un hostel muy cerquita del mar para dos noches, y cuando llegamos… Decidí que con una noche tendría más que suficiente. El hostel no es que fuera muy limpio. Veis como es mejor ir sin reserva? Así si no te gusta no te tienes que quedar… Jajaja. Esa noche nos fuimos caminando hacia la playa y hablamos con una mujer que regentaba el hostal Villa Delia. Estaba súper bien localizado, a pie de playa muy sencillito pero limpiooooo y también barato. Negociamos un buen precio y reservamos con un pequeña señal  para quedarnos allí la siguiente noche !

Así que amanecimos muy temprano, disfrutamos de lo único bueno que tenía ese hostal, unas vistas preciosas a la Sierra Nevada, desayunamos y nos mudamos hacia nuestra habitación privada a 10 metros de la playa, oh yeah!!!

Esos días las actividades fueron playa, playa y más playa. Y Juny hizo un máster en abrir cocos. No teníamos internet así que fue desconexión casi total, y digo casi porque en una de las sombrillas de de paja cercana al hostal si había. Iba súper mal pero funcionaba!
Y entre playa, cocos y mucho relax me desperté el día de mi cumple! La estampa fue divertida, yo bajo la sombrilla intentando leer los mensajes de whastapp y las felicitaciones por Facebook, todo en modo «Caribe», a velocidad mega lenta!

Y como colofón un super paseo por la playa hasta encontrarnos con el Río Palomino, una buena charla con una pareja de catalanes que conocimos allí y un rato jugando con las gigantescas olas.

Ese mismo día partíamos hacia un sitio aún más virgen, el Costeño Beach Hostel, situado en Mendihuaca, muy cerca del Parque Nacional de Tayrona. Habíamos decidió no ir al Parque Nacional que aunque nos dijeron  que es bonito es bastante caro. Puedes pagar (entrada a parte) por dormir allí en hamacas o tiendas de campaña pero queríamos algo del estilo pero que fuera más económico y Mattias nos había recomendado el Costeño Beach, ya que estaba justo al lado del parque y los paisajes eran similares. Estaba totalmente apartado de la civilización, tanto que nos llevamos unos cuantos litros de agua para los dos días que teníamos previsto pasar allí.

A última hora de la tarde nos bajamos en la parada que se suponía que era. Y allí estábamos, en medio de una carretera, sin ningún pueblo alrededor, sin casas por allí ni a quién preguntar. Sólo un cartel con una flecha que indicaba Costeño Beach. Y ahí fuimos, con nuestras mochilas siguiendo esa flecha. Estaba muy nublado y empezaba a anochecer. Cuando llevábamos 10 minutos andando esas nubes se convirtieron en lluvia, en una súper tormenta tropical! Como pudimos protegimos la tecnología que llevamos en las mochilas y continuamos. Íbamos por un camino de palmeras altísimas de grandes cocos, de esos que si te caen a la cabeza, te matan, así que así íbamos, en medio de la tormenta esquivando las zonas más pobladas de cocos y caminando en chanclas en medio del barro. Lo peor de todo es que la tormenta era cada vez más fuerte y sabíamos que aún nos quedaban 20 minutos más por lo menos de camino. Estábamos tan cerca pero tan lejos! Íbamos por un sendero paralelo al mar en medio de una jungla cocotera. De repente vimos una casa totalmente abandonada sin puertas ni ventanas, una zona parecía segura y con no demasiadas goteras para poder resguardarnos. Allí esperamos, recolocamos las cosas y protegimos todo lo que pudimos con las bolsas impermeables, nosotros estábamos totalmente empapados y ya era de noche. Vimos que la tormenta no iba a parar en un buen rato y decidimos continuar. Muy a lo lejos se veían unas luces, era nuestro destino!

15 minutos después totalmente empapados llegamos al hostel, sin reserva. Casi nos da algo cuando nos dice que no había ni hamacas ni cama en dormitorio compartido! Sólo había unas cabañas privadas a pie de playa, sin electricidad, sin ningún lujo pero muy románticas. Eran un poco más caras de lo que nos podíamos permitir, pero era mi cumple y sólo iba a ser una noche!
Después de cambiarnos de ropa con alguna prenda de la mochila que estaba sólo medio húmeda, y de poner a tender como pudimos dentro de la mini cabaña, ahí estábamos en el paraíso! Cenamos allí, como es un hostel que esta tan apartado de la civilización, tienen servicio de cocina y preparan dos platos a elegir. (Hay opción vegetariana también). Son precios muy económicos. Así qué cenamos de lujo y a descansar en nuestra pequeña mansión! Fue el cumple más largo que he tenido nunca, debido a la diferencia horaria con España, y fue la celebración más rara que he tenido nunca, y la más pasada por agua! Jajaja pero no lo olvidaré en la vida. Fue también uno de los cumpleaños más especiales, en el otro lado del mundo, sólo con Juny pero súper acompañada por todos vosotros gracias a la tecnología, frente al mar, y sintiendo que estaba haciendo lo que quería, llena de vida y cumpliendo un gran sueño.

El próximo miércoles, más y mejor! Llegamos por fin a Cartagena de Indias 😉

[Colombia] Playa del Ritmo y ecoaldea… Hare Krishna!

Hola amigos! Antes que nada, quería daros las gracias por todo el apoyo y las fuerzas que nos estáis transmitiendo. Me cuesta mucho comenzar a escribir como si nada hubiera ocurrido, por ese motivo aún no he sido capaz de plasmar nada en nuestro blog sobre el viaje. Me encantaría poder contaros todas nuestras vivencias en esos días tan fantásticos que disfrutamos en el Norte de Colombia y eso es lo que voy a intentar. Ahí va!

Y tras nuestros fabulosos días en Medellín partimos hacia el norte de Colombia. Después de un mes de voluntarios en el Buddha y de tener la oportunidad de conversar con tanto huésped viajero, decidimos que teníamos que hacer el trekking de 5 días a la Ciudad Perdida del que tanto nos habían hablado. La Ciudad Perdida es un escondido poblado indígena tayrona situado en la preciosa Sierra Nevada por el que sólo puedes acceder a pie. Este trekking parte desde Santa Marta o Tayrona, algunos de los lugares que queríamos visitar, así que contando los 5 días que necesitábamos para poder realizarlo y planeando desconectar unos días en la playa (ya que se acercaba mi cumpleaños y a mí me apetecía estar cerca del mar, para variar :p) decidimos comprar los vuelos. Y digo los vuelos, porque con la compañía VivaColombia te sale más barato el avión que tomar un bus que tarda un montón de horas en llegar. Ver para creer!

Así que después de las despedidas en nuestro querido Buddha hostel nos fuimos volando hacia Santa Marta. Pacho y Duvan nos habían recomendado el hostel Playa del Ritmo, que está situado literalmente en la playa. Está muy cerca del aeropuerto y de la playa del Rodadero, a media hora de Santa Marta. Fue allí donde nos llevamos el gran chasco! Nos enteramos de que durante las próximas dos semanas, el trekking de la ciudad perdida se había cancelado por motivos de ritos de los indígenas y nos sería imposible visitarla. Menudo bajón! Era el único momento del año en que se suspendía y nosotros no lo sabíamos. Pero bueno, al mal tiempo mala cara (ah no! buena, buena cara! XD), nos quedaban muchos días totalmente libres por delante hasta nuestro próximo vuelo. Lo que hicimos fue descansar y disfrutar del mar. El sitio invitaba a relajarte, a pasear por la playa, a hacer kayak (el hostel tenía una totalmente gratuita para los huéspedes), a disfrutar de atardeceres… Tras varios días allí, de algún que otro partido de fútbol en la arena y de algunas conversaciones sobre algunos de los preciosos lugares que queríamos visitar nos hicimos amigos de Mattias, un chico italiano que trabajaba de voluntario en el hostel. El chico había aprendido hacía unos meses a mezclar canciones y se notaba que era lo que más le gustaba. Tanto era así que una noche se ofreció a impartirle unas clases gratuitas a Juny sobre como utilizar una mesa de dj’s! Esa noche fue muy divertida y musical, ya que un hacía solo un rato que un huésped colombiano nos había dado a todos unas clases de salsa también gratis. Absolutamente genial!

Durante esos días Juny estuvo buscando alguna actividad diferente y especial para hacer en mi cumpleaños y encontró un programa de voluntariado en el Gambhira Eco Yoga Village. Las condiciones eran muy flexibles podíamos ir cuando quisiéramos y quedarnos cuantos días deseáramos a cambio de un precio muy razonable y de unas 4 horitas de trabajo por las mañanas.
Así que después de disfrutar de unos días en Playa del Ritmo, nos despedimos y decidimos irnos una semanita o 10 días de desconexión total a una aldea ecológica a comer bien, sano y saludable, a aprender de actividades sustentables como la agricultura orgánica y las eco construcciones, arte oriental, y sobre todo a aprender un poco de Yoga y meditación en contacto con la naturaleza.

Pero lo que nos encontramos fue una cosa totalmente distinta… Gambhira era una comunidad que a parte de la horita de yoga matutina, el resto era toooodo Hare Hare Krishna… con su templo, se levantaban a las 3am para cantar y bailar durante tres horas. Todas las noches me despertaba asustada y con pesadillas porque en la finca de al lado había unos cerdos que como Juny describía muy bien, sonaban como una mezcla entre orcos y una matanza de demonios! La comida era no sé si era vegetariana o vegana, lo que sí tengo claro es que era totalmente insípida! No se podía probar mientras se cocinaba por cuestiones «sagradas» (por lo que estaba malíiisima), los huertos ecológicos «habían desaparecido por la sequía», así que ni aprendimos nada de agricultura ni comimos nada de verdura ni de fruta orgánica. Yo me quedé bien delgadita, porque no comía pero es que tampoco bebía! El agua estaba hervida, sabía fatal y tenía cositas dentro… Y como no había suficiente fiesta con esto podías disfrutar de la naturaleza con unas arañas enormes y feas, negras y naranjas, cucarachas tamaño gigante y los ciempiés como un antebrazo de grandes, que se colaban por los tejados de hoja de palma de las cabañas. Y por supuesto las actividades de por la tarde prometidas en su página web no se hicieron…

Es de las cosas más curiosas que nos ha pasado en estos meses, no tuvimos ni ecología, ni yoga, pero fue toooooda una experiencia y nos enseñó a apreciar otras más buenas que nos pasan constantemente durante nuestro viaje.

Aunque como os podéis imaginar… No me apetecía pasar mi cumpleaños con este fiestón, prefería algo más de relax, así que aguantamos 3 días allí y nos fuimos hacia Santa Marta a hacer alguna cosa más turística y menos original, jajaja.

El próximo domingo, más y mejor: Santa Marta y muuuucha playa en Palomino y Tayrona!

[Colombia] Guatapé, el mejor mirador del mundo

Este va a ser un post de los cortitos, que sabemos que el tiempo es un bien escaso y últimamente estamos soltando unas parrafadas «que pá que»!

Como sabéis, el presupuesto de nuestro viaje está ajustaete, pero cuando gestionamos bien los gastos durante unos días, de vez en cuando nos podemos dar un lujo.  Y éste es el caso de nuestra visita al peñón de Guatapé 😉 Guatapé es un pequeño pueblo, conocido por sus casas de fachadas coloridas y adornadas con zócalos clásicos, y sobre todo por La Piedra! Un peñón de 200m que se levanta imponente de «la nada» y que está auto-considerado como el «mejor mirador del mundo» XDDD

Así de primeras, puede parecer un poco ostentoso. Pero la verdad es que al llegar a su cima y contemplar los 360º, te quedas hipnotizado. Quizá sea porque los 740 escalones, o por el contraste entre la verticalidad de la piedra y las llanuras a sus pies, o por lo plana que está el agua de las lagunas,… o porque sabes que cuando vuelvas al pueblo te vas a comer una bandeja paisa como dios manda. Yo no lo sé pero… sí! Es un paisaje que se quedará para siempre en nuestras retinas. Un mirador extraordinario, y si no es el mejor, será de los mejores :p Ahí van algunas fotos de nuestro día «de lujo» por Guatapé y su peñón!

Y para quienes tengáis 18 segundos más, aquí está Mónica presentándoos al son del viento las vistas desde el Peñón 😛

El domingo que viene,… más y mejor con el libro «Wisdom of Insecurity, a message for an age of anxiety». Nos leemos!

[Colombia] Medellín, viviendo en la ciudad de la eterna primavera

Tras estos meses de viaje, una idea empezaba a gestarse en la cabecita de Mónica. Montar un hostel. Y es que el buen rollo que se respira, el ir y venir de gente de todas partes, hablar con ellos y compartir cada uno sus mundos… estaba empezando a engancharnos. Así que se abrió en la mente la posibilidad de montar un hostel cerquita de la playa, donde poder combinarlo con el arte de hacer mojitos y salidas deepboarding cada día (menudo planazo!). Pero claro, nunca habíamos trabajado en uno, y como veníamos lanzados de Panamá en el tema de voluntariado, nos dio por preguntar en el Palm Tree si conocían de algún hostel donde necesitaran voluntarios. Muy amablemente, hicieron tres o cuatro llamadas, de las que una devolvió una sorpresa: en el Urban Buddha Hostel necesitaban urgentemente a alguien porque la voluntaria se tenía que volver por motivos personales! Y es que el Urban Buddha no es un hostel cualquiera, sino que posiblemente era de los más bonitos y acogedores de la ciudad!

Así que para allá nos fuimos, con una dirección y un nombre por quien preguntar «Martín». Llegamos y a los 10 minutos vino Martin, que resultó ser español y de… Alicante! Ya está :p Entre gente de la «millor terreta del mon» algo espectacular tenía que salir. Le explicamos nuestro plan de aprender trabajando y que nos encantaría poder hacerlo en su hostel. A él le pareció bien la propuesta, y al día siguiente ya estábamos por allí. Mónica haría sus turnos de día, y los míos de noche 😉 Los días que no trabajáramos, a disfrutar de la Feria de las Flores y a hacer turisteo por Medellín y alrededores (próximo post: Guatapé!)

Feria de las Flores

Los primeros días aprovechamos para ir y respirar el ambientazo que se vivía en la ciudad para celebrar su semana. Animales gigantes hechos con flores naturales, desfiles de autos clásicos, conciertos gratuitos por las noches y el gran Desfile de Silleteros. Sin duda, el evento más importante de la Feria. Llegan personas de todos los pueblos de la provincia con una especie de escudos de 2m de diámetro, hechos con flores y soportados mediante estructuras de madera que son cargados a hombros. Bajo un sol abrasador, los silleteros transportan sus silletas (escudos) a lo largo del recorrido, constantemente supervisados por compañeros, pues no sería de extrañar que en algún momento desfallecieran. Cada silleta pesa entre 100 y 120 kg, y os prometo que algunas de las mujeres que las transportaban no llegaban a los 60 kg. Pero para ellos no es una penitencia, como pudiera parecer desde fuera, sino un honor y un orgullo. Una tradición centenaria (el desfile se hizo en 1957, pero es un medio de transporte utilizado durante siglos) que pasó de padres a hijos y que ha sido declarada en 2003 «Patrimonio Cultural de la Nación». Ahí van algunas fotitos!

Otro de los eventos que teníamos ganas de ver, era… un partido de en Colombia. Y resultó que un bonito miércoles, cuando volvíamos del Parque Arví, el metro estaba abarrotado de gente vestida de verde… esa tarde había partido, y no uno cualquiera. Era el derby, Nacional – Medellín!! Así que sobre la marcha, seguimos al río de gente y llegamos al estadio. Ya se escuchaban cánticos, la gente saltando -literalmente!- sobre las barandillas que separaban las gradas del vacío, reventas ofreciendo sus entradas, colas de acceso bastante largas,… Preguntamos por las taquillas, nos dijeron que era dentro de la tienda de ropa (ein?), y allí que fuimos… la más económica por favor? 17.000 pesos colombianos, o lo que es lo mismo 7 euros por persona! Aaaale pues, dale caña Manolo, que nos vamos a ver el fumbol!

Los fondos estaban hasta los topes, pero la parte neutra no tanto, así que nos sentamos donde nos pareció el mejor sitio, tanto por visión como por neutralidad (por si acaso :p). Y qué espectaculo! No ya tanto sobre el terreno de juego, que sería un nivel de 2ªB, sino por las aficiones. Se pasaron todo (todo!) el santo partido cantando, desde uno u otro fondo, e incluso desde los dos a la vez cuando se picaban! Hasta tal punto, que cuando metían un gol, todo seguía igual, ni unos dejaban de cantar ni los otros hacían mucho más ruido del que estaban haciendo! Menuda experiencia más intensa!! Ganó Nacional, los de «Yoooo soy del verde,  es un sentimientooooo, no puedo parar!» Aquí algunas fotos y un pequeño video ilustrativo con distintos momentos de la tarde ;p

Pero sin duda, lo mejor de estas semanas fue compartir el día a día con Martín, Esther, Duvan, Pacho y Casey! Viviendo como staff de un hostel chulísimo, con un buen rollo de flipar y disfrutando de momentos únicos como el cumpleaños de Martín (con paella nocturna incluida), unos garbanzos con chorizo por gentileza de Manuel, las tardes tranquilas jugando al ISS Pro contra Martín y Casey (demostrando quien era el rey de la pista, muahaha :P) y las veladas de guardia esperando a que volvieran los huéspedes de fiesta  XDDD Muchas gracias por darnos la oportunidad de conocer de primera mano como es la vida en un hostel y por hacer que nos lleváramos un recuerdo imborrable y con una sonrisa de oreja a oreja de nuestra experiencia paisa!

Y ya justo antes de irnos a Santa Marta, esa misma mañana vinieron al hostel Angel (de Vivir Al Máximo) y Alberto para conocernos en persona aunque fuera un ratito 😉 Muchas gracias por hacer lo imposible por vernos, fue corto pero intenso!

El próximo miércoles, más y mejor!

[Colombia] Medellín, Todos por la Vida

Se hace muy complicado retomar la escritura. Volver aquí. Recordar los buenos momentos que este viaje nos está dejando. Tratar de transmitiros nuestra experiencia. Explicaros cómo hemos visto y sentido algunos de los rincones que aún no hayáis podido visitar. Pero así como decidimos continuar con esta aventura, también creemos que debemos seguir escribiendo y compartir con vosotros esta experiencia única. Así que… ¡allá vamos!

Llegamos al aeropuerto de Medellín desde Ciudad de Panamá ya de noche. Como venía siendo costumbre, llegábamos sin saber dónde pasaríamos la noche. Simplemente un par de nombres de hostels y sus direcciones en la libreta de Mónica. Tomamos un microbus. Sentimos como subíamos una montaña. Minutos después iniciábamos su descenso por la ladera opuesta. Y aquí fue cuando descubrimos por primera vez Medellín. Apareció ante nuestros ojos una infinidad de luces. Desde la falda de la montaña que estábamos descendiendo, se intuía una ciudad que se extendía por todo el valle y continuaba ascendiendo por otra montaña frente a nosotros. Una vista preciosa e inolvidable. Un amor a primera vista.

Pero claro, una cosa es la vista desde la distancia y otra iba a ser meterse a pie de calle en una ciudad que a principios de los 90 estaba considerada la más peligrosa del mundo. Y con este «Ay» en el cuerpo Mónica se acercó a preguntarle al conductor si nos dejaría cerca de alguna parada de metro. A lo que otro pasajero le respondió preguntándole dónde íbamos (¡ay que acojone!). Le contestó con el nombre de la parada de metro a la que queríamos llegar, y él le dijo que no se preocupara, que a la llegada él nos esperaría bajo del bus para explicarnos.

Volvió Mónica contarme la conversación y decirme que parecía un hombre de fiar, pero que ya veríamos XDDD Madre mía, ¡empezábamos bien! Llegamos. Fuimos los últimos en bajar del microbus. Y allí estaba el hombre con una sonrisa esperándonos, nos tendió la mano, nos dijo que se llamaba Willy y que él nos indicaría cómo llegar. Nos explicó que ahora vivía en NY y que se dedicaba a la compra-venta de piezas de arte, y que volvía para pasar la Feria de las Flores con la familia. Conforme andábamos nos definía las líneas virtuales que debíamos respetar para estar en zonas seguras. Llegamos a la parada de metro más cercana. Él mismo se ofreció a comprar los billetes de metro para los tres (aunque tras mucho insistir, finalmente aceptó que le pagásemos nuestra parte). Hicimos un transbordo. Nos dijo que ya que estaba, nos acompañaba hasta nuestra parada y luego volvería, que total tenía tiempo. Y… ¡así fue! Cuando llegamos a nuestro destino, nos volvió a dar la mano, y nos sugirió que nos anotáramos su número de móvil. Que para lo que necesitáramos, le podíamos llamar. Acto seguido volvió sobre sus pasos y se fue hacia su hogar. ¿En serio? ¿Así de fácil? ¿Podíamos tener un mejor recibimiento? ¡Qué suerte! ¡Eso era empezar con buen pie!

A la salida del metro le preguntamos al hombre de seguridad por el Palm Tree Hostel cuando justo por allí pasaba una chica que nos dijo que ella trabajaba allí y que podíamos ir con ella. ¡Venga va! Le comentamos que no teníamos reserva, a lo que nos respondió incrédula «¿En serio? ¿Pero saben en qué fechas estamos? Es la Feria de las Flores! La semana más importante y más turística de Medellín!» «Ups. Pues no, la verdad es que no teníamos ni idea XDDD Os queda algún hueco en dormitorio?» «Pues… parece que sí, nos quedan dos camas, a precio de temporada alta, pero dos camas!» Oleeeee, pues a descansar se ha dicho! Que ya hemos agotado el cupo de suerte por hoy 😉 Allí estuvimos un par de noches y luego nos fuimos al Urban Buddha Hostel, aunque esta historia merece un post aparte.

Medellín, Todos por la Vida

Lo que no puedo dejar de escribir en este primer post es sobre la historia de esta ciudad. De todos es conocido mi poco interés por la historia durante toda mi vida, pero he de reconocer que algo cambia dentro de ti cuando estás ahí, en el lugar donde ocurrieron los hechos. Y si además te lo explican como hizo Juliana en el free walking tour, ya te queda grabado para toda la vida. Y es que Medellín es un ejemplo de superación, de cómo una ciudad en la que solo en 1991 hubo 6.349 homicidios, un 381 por cada 100.000 habitantes (recordad que, según la OMS, el límite a partir del cuál se considera «epidemia» es de 8,8 por cada 100.000 habitantes!) ha conseguido ser en 2012 la ciudad más innovadora del mundo.

Evolución homicidios en la Ciudad de Medellín 1990 – 2013

Un cambio en el que todos tuvieron su parte de mérito: gobierno central, gobierno local, ejército y ciudadanía. Hicieron frente a un problema de muy difícil solución. Una guerra abierta, no entre dos o tres frentes, sino entre cuatro frentes! El ejército oficial, el del grupo de la extrema izquierda, el de la extrema derecha, y el de Pablo Escobar. Fue necesaria la intervención armada (incluyendo helicópteros de combate y asalto terrestre) en los lugares más conflictivos de la ciudad, para posteriormente instalar puestos de policía y reforzar la zona. Posteriormente transformaron estos espacios en lugares públicos de encuentro de los ciudadanos, en plazas, en bibliotecas. Conectaron los diferentes barrios mediante metro y metro cable, permitiendo a la gente conocer lo que había más allá de su barrio y construir puentes emocionales. De hecho, el metro está considerado como una de las piezas claves en la transformación de Medellín. Hasta tal punto que tiene su propia cultura, «la cultura metro». Ni pintadas, ni papeles en el suelo, ni gritos, ni chicles pegados,… el metro es símbolo de recuperación y de esperanza, y así lo entienden todos.

«Todos por la Vida», ese es el lema de Medellín y se respira en el ambiente. Los paisas (que así es como se llama la gente de Medellín) son felices de (por fin!) poder vivir en paz. De salir a la calle, y saber que van a volver. De compartir contigo la ciudad que tienen, de ayudarte en lo que puedan, de que vuelvas a casa con un buen sabor de boca y de compartir con los tuyos lo que viviste con ellos. ¡Y desde luego que lo consiguieron!

Parque Arví

Y antes de terminar, os dejamos las fotos de un par de lugares de visita obligada. El Parque Arví, incluyendo el tramo en metro cable desde el centro de la ciudad. Te ofrece una perspectiva impresionante, desde se contemplan las favelas a las faldas de las montañas, niños jugando por las calles y casas muy modestas hasta prácticamente la cima. El parque tiene visitas guiadas gratuitas, y como sólo éramos cuatro visitantes interesados a esa hora del día le pedimos si nos podía explicar alguna de las flores o frutos de la zona que se pudieran comer… sólo por si nos perdíamos algún día, ser capaces de sobrevivir un poco más. Que aquí ni romero, ni tomillo, ni almendras, ni piñas,… todo bien distinto y bien colorido!

Pueblito Paisa

Y ahora sí que sí. Para terminar, unas fotos de nuestra tarde en el Pueblito Paisa. Se encuentra en el centro de la ciudad, y es una réplica de cómo era la arquitectura y el ambiente en los pueblitos paisas originales. Al estar en una pequeña colina recibe los vientos del valle, y las familias aprovechan para ir a volar cometas. Decenas de ellas por los aires,… y encaladas en los tejados y árboles también!

El próximo domingo, más y mejor!