Tras pasar la noche en la terminal del puerto de Colonia del Sacramento (el barco salía a las 5h30 am y ya que nos podíamos ahorrar una noche de hostel… :D), subimos al barco completamente derrotados y con una necesidad imperiosa de dormir. Así que tras pasar el control fronterizo, entramos en el barco y encontramos dos asientos libres, allá en la última fila. Tal y como me senté, me quedé frito hasta nuestro destino: Buenos Aires!
Llegamos tan pronto que ni la oficina de turismo cercana al puerto había abierto, pero por suerte encontramos a unas chicas de charreta que nos indicaron que el hostel estaba a unos 15 minutos… caminando! Ole ahí, pues vamos para allá, en busca del Hostel Suites Obelisco, que como su propio nombre indica está al ladito del monumento más representativo de Buenos Aires. Bien, bien, bien,… esto tiene buen pinta!
Andando por la ciudad uno tiene la sensación de estar en Madrid o en París (algunos dicen que también Berlín, pero como yo no he estado, no lo puedo asegurar). Llegamos al hostel, y teníamos una buena noticia, y una mala. La buena era que podíamos tomar el desayuno gratis, y la mala… que no podíamos hacer el check-in hasta las 14h. No hay problema, espacio de la solución! Rápidamente buscamos por internet y vimos que en media hora empezaba un free walking tour, así que desayuno expres y corrieeeendo (y sin descansar) para allá! No había tiempo que perder, después de haber prolongado tanto nuestra estancia en Punta del Diablo, sólo nos quedaban tres días para sacarle jugo a Buenos Aires. El tour iba sobre el Buenos Aires aristocrático, y nos dieron una buena vuelta por los palacios, residencias de aristócratas y mansiones de la ciudad.
Aprovechando que estábamos en Argentina, contactamos con Andrés, a quien habíamos tenido el gusto de conocer en nuestro mes en Bocas del Toro. Encontramos un hueco en su agenda y nos invitó a cenar un asado en casa de unos amigos suyos. Y sí sí, nos invitaron pero de verdad! Vamos, que no hubo manera de que nos dejaran pagar ni nuestra parte, ni ninguna parte. Tute se encargó de preparar el fuego y de ir asando la carne mientras nos tomábamos unas cervezas haciendo tiempo, y ¡qué barbaridad! Cuando ya había servido un par de platitos en la mesa, me preparó un bocadillo con un trozo de carne de tres dedos de espesor dentro (esta vez sí que no exagero), y yo me dije, “Madre mía, me voy a dejar aquí los dientes para poder separar un trozo de carne”, Y oh, sorpresa mía, cuando hinqué las palas en el pan continuaron hundiéndose sin ningún tipo de resistencia hasta encontrarse con sus homologas! Qué suavidad y qué retierna estaba! No hizo falta ni tirar de colmillo, ni tirar con las manos hacia fuera,… nada, tal cual se cortó y empezó a ser saboreada sin más. Yo no sé cuanta carne hizo, pero estábamos todos a reventar y aún había sobrado. Nos dijeron que como ellos tenían siempre, que nos la lleváramos al hostel y para mañana comer! Aleee, venga la carne 😀 Menos mal que para el resto de comidas en Buenos Aires habíamos encontrado un vegetariano muy bueno y a un precio fantástico al lado del hotel, y así compensábamos un poco el atracón XDDD Muchísimas gracias chicos, fue una velada fantástica e inolvidable!

Al día siguiente por la tarde, una vez ya habíamos recuperado del sueño (y del asado :P), nos fuimos a ver el centro de la ciudad, donde se encuentra la el Congreso, la Casa Rosada, los tribunales, la Catedral,… La pasión con la que explicaba Maru, y los datos que transmitía sin cesar, hicieron que en dos días nos hubiéramos puesto completamente al día de la evolución y actualidad de Buenos Aires.
Por la noche, nos fuimos a tomar unas buenas birras con Xabi, compañero del mítico equipo de futbol le Club Zapata y del CERN, y que ya estaba de vuelta en su ciudad natal, feliz y contento, como siempre! Y para cenar… las sobras del asado del día anterior, que buenooooo!

Ya sólo nos quedaba por ver Caminito, en el barrio de la Boca. Un lugar muy conocido por sus coloridas calles, parejas bailando tango en las terrazas de los restaurantes, y donde se respira un aire muy italiano en el ambiente. Ah, y no solo eso… también está a unas pocas cuadras del estadio del Boca Juniors, La Bombonera! Qué ilusión ver en primera persona un estadio tan mítico, y qué lastima que ya se hubiese terminado la temporada… porque claro a finales de diciembre, ya es pleno verano en Argentina…



Y llegó el día de volver. Investigamos la manera más económica de llegar al aeropuerto. Todo parecía indicar que el bus numero 8 nos llevaría, pero en todas las reviews que encontrábamos lo desaconsejaban. La alternativa era tomar un taxi colectivo que saldría por unos 90$ argentinos por persona, pero es que el bus no nos iba a costar más de 12$ argentinos… entre los dos! Y fieles a nuestro estilo, salimos con muuuucha anticipación, bajo una débil lluvia que nos despedía de esta primera parte del viaje. A los 20 minutos llegó el bus. Como no teníamos tarjeta de transporte, sólo tienes la alternativa de pagar en monedas (que escasean bastante, pero habíamos hecho una buena recolecta). El conductor nos dice que son 17$, suponemos que por las mochilas o algo. Volvemos a contar monedas, y le decimos que solo tenemos 14, pero que también llevamos un billete de 5… hahaha, pero que pobreeees! Nos contesta que con las monedas que llevamos está bien, cambia la tarifa y ale, a ver cuando llegamos!
Pasó una hora y ya estábamos fuera de lo que nuestro mapa de Buenos Aires enseñaba, pero es que aún nos quedaba otra hora… y prácticamente sin salir de la ciudad! Recorrimos barrios de todo tipo, la gente subía y bajaba. Algunos nos miraban con cara de “Qué co*o estáis haciendo aquí?”. Y pasamos entonces por el Once, uno de los barrios menos recomendables de la ciudad. Coches desvalijados, quemados,… esperemos que no se rompa aquí el bus. Con la mayor discreción y respeto fuimos dejando atrás la ciudad y a sus ciudadanos y sí, estábamos en el aeropuerto, sanos y salvos, a la hora prevista y con muchas ganas!
Volvíamos a casa por Navidad, qué ganas de volver a ver a familia y amigos! Ibamos a tener una agenda más apretada que un ministro, pero daba igual, ya tendríamos tiempo de descansar a partir del 31 cuando retomáramos nuestro viaje, esta vez hacia el sudeste asiático! Qué felicidad y qué ilusión de volver a estar con los nuestros…
El próximo domingo, el blog (aún con un mes de retraso respecto a la realidad :p) arrancará con la segunda parte del viaje: Camboya, nuestro primer país en el sudeste asiático!