[India] Jaipur, la ciudad rosa del Rajastán

Jaipur es la capital del estado de Rajastán. Es una ciudad vibrante de unos 3 millones de habitantes. Pasearse por allí quiere decir estar despierto, observar, oler, sentir, vivir experiencias una tras otra. Nosotros nos alojamos un poco alejados de la ciudad antigua, a más de 3 km, pero íbamos siempre caminando para empaparnos bien de todas esas sensaciones, de la gente y del jaleo del lugar.

Jaipur es llamada también la ciudad rosa. Podríamos discutir largo y tendido sobre el color de las fachadas de sus edificios pero en resumidas cuentas, le queda poco de rosa. No sé si algún día fue rosa, o simplemente era más sencillo y atractivo decir “la ciudad rosa” que llamarla “la ciudad de color salmón anaranjado” jajaja. Cierto es que el acabado de todas sus fachadas es bastante homogéneo en tonos… vamos a dejarlo en “rosa salmón”.

Además de visitar alguno los muchos palacios construidos por los marajás de aquella época, Jaipur tiene mucho más que ofrecer. Simplemente perderte por sus calles, paseando por sus bazares, subiéndote a lo alto del Iswari Minar Swarga Sal, un minarete del que puedes apreciar toda la ciudad amurallada. Ahhh, que no os he dicho que la ciudad antigua está totalmente rodeada por una muralla y que para acceder a ella existen 7 puertas, a cada cual más bonita!

Pero si algo me atraía desde hace tiempo de Jaipur era el Hawa Majal o Palacio de los Vientos. Había visto esa foto un montón de veces y quería verlo en persona. No entramos porque básicamente a mi me bastaba con ver la fachada de ese Palacio. Para nuestra sorpresa tengo que decir que es mucho menos imponente de lo que parece. Son solo 15 metros de altura, pero aun así la fachada principal del palacio me parece preciosa. Un marajá construyó ese palacio para que las mujeres de la realeza pudieran contemplar la vida de la ciudad a través de sus múltiples ventanas sin ser vistas.

Además de callejear por Jaipur entre vacas que paran el tráfico, rickshaws y vendedores ambulantes, también puedes ir a tomarte un auténtico lassi. El lassi es un yogur casero, de los de verdad, natural (con grumitos y todo) y azucarado y el mejor sitio para tomártelo es Lassiwala. Está fuera de la ciudad amurallada, a medio camino desde la guesthouse donde nos hospedábamos. Ojo, si vais algún día por esa zona buscando el lugar, tiene tanta fama que le han salido imitadores. Pudimos encontrar hasta 4 sitios que se llamaban igual. Es lo que tiene el éxito, que todos lo quieren copiar. Podéis distinguirlo fácilmente porque suele haber un montón de gente local alrededor tomándose el preciado lassi. Y por si os quedan dudas, este local tiene el cartel negro y pone “since 1944” y es el número 342 de la calle MI Road. Es muy gracioso, porque justo al lado hay uno de los falsos Lassiwala y siempre está vacío! Por 40 rupias puedes disfrutar como un enano de un yogur tamaño grande en vaso de barro. Super auténtico!

Aunque si algo nos impactó de Jaipur es su cine. Había leído que el Raj Mandir era uno de los cines más famosos y bonitos de la India y era una oportunidad muy buena para ver una película de Bollywood, así que una mañana reservamos las entradas online (que la India es mucho más moderna de lo que nos pensábamos) para la única película que había, NH10 para la sesión de la tarde y al llegar al cine, para nuestra sorpresa había una máquina para imprimir las entradas reservadas, oh yeahhh!!

Nos dirigimos hacia allí sabiendo que la película la veríamos en hindi y que no íbamos a entender nada pero sólo por el hecho de entrar a ese cine ya valió la pena. Es un cine muy bonito, muy retro, muy recargado para mi gusto, con mucha moldura y muchos efectos luminosos pero tiene mucho encanto y lo más importante, descubrimos que el acudir al cine, es una actividad muy apreciada por la gente local, una de las actividades más sociales. Por supuesto, ese cine sólo tiene una sala, pero que sala!! Parece que entres a un teatro, con su gallinero y todo. Los asientos son reclinables (pero más pequeños de lo que os imagináis) y lo mejor de todo es el ambiente que se respira allí. Los indios en vez de ir a ver una peli, parece que van a ver un partido de fútbol. Eso si, no existen muchas escenas de besos, las de sexo están totalmente prohibidas, pero insinuaciones hay unas cuantas!! Los indios comentan, chillan, aplauden, es impresionante. Se meten tanto en el papel que se levantan del asiento a aplaudir como locos cuando la buena (y protagonista) de la peli, mata a palos a uno de los malos. Uy! Qué ya os he contado el final, jajaja No es la mejor película que hemos visto pero creo que fue una de las veces que más disfrutamos del cine. Absolutamente genial. Los turistas coreanos que teníamos al lado nos preguntaron si entendíamos algo…. pobres, ellos se creían que la peli era en inglés!

Y después de tan emocionante sesión de cine, a nosotros nos tocaba vivir nuestra propia aventura de volver al hostel. El cine Raj Mandir está justo al lado del local de los lassis, por lo que estábamos a menos de 2 km del hotel, con lo que decidimos volver a pie. Había llovido durante toda la tarde y seguía lloviendo, el “sistema de alcantarillado” no da abasto porque las calles (y las alcantarillas) están llenas de basura, por lo que te ves literalmente saltando de un lado a otro para no remojarte en charcos llenos de (voy a decirlo fino)… caca.

La travesía iba bien hasta que llegamos a una gran avenida donde teníamos que cruzar y no encontrábamos la manera de atraversarla sin meter las botas enteras en el gigantesco charco de 6 o 7 metros. Llegados a ese punto, decidimos parar a un rickshaw pero el conductor al ver que nuestro destino era tan cercano pasó literalmente de nosotros y dejó subir a una familia de indios que llegaron después. Con cara de tontos que nos quedamos, nos decidimos a cruzar el charco evitando los rickshaws, motos y coches que pasaban por allí y que de paso te iban duchando y casi atropellando, y que pasó? Pues lo que tenía que pasar! Uno no sabe la profundidad de esos charcos hasta que mete la bota en él y puajsssssss, no puedo ni quiero explicar con palabras el asco que sentí! Madre míaaaaa, no lo olvidaré jamás! Eso sí, desde ese día me nombro mochilera y viajera con todas sus letras. Creo que nos hemos ganado el título! Al llegar al hotel, a lavar todo y a secar las botas con bolas de papel de periódico dentro. Benditas botas, no quiero ni imaginarme la sensación con chanclas. Puaaaaaaajjjjjjjj :/

Aprendizaje: No salgas de la habitación de tu hotel si llueve a cántaros en una ciudad en la que el suelo es el basurero, y si lo haces no seas rata y pilla un rickshaw enseguida que puedas!

Después de leer el relato completo os merecéis un premio, os dejo con las fotos de la maravillosa Jaipur!

Cuando ya volvíamos a tener las botas recuperadas de la tragedia y totalmente secas nos decidimos a ir al Fuerte Amber.

Amber es una ciudad mucho más tranquila situada al nordeste de Jaipur a unos 10 Km. La mayoría de gente va hasta allí en rickshaw pero a nosotros nos gusta más la aventura y lo baratillo, así que esa vez como se nos hizo un poco tarde cogimos el rickshaw solo hasta la ciudad antigua, no sin antes negociar bastante el precio, y luego tomamos el bus local. Lo cual es una maravilla porque cuesta 10 rupias por persona y trayecto (unos 15 céntimos de euro!!).
El viaje en bus fue de lo más interesante, sobre todo porque como habitualmente, éramos los únicos extranjeros y además pudimos ver todo tipo de animales por la carretera: vacas, perros, camellos, elefantes,…

Al llegar estaban bajando los últimos elefantes que hacen la subida hasta la entrada del fuerte por un camino adoquinado. Es una atracción más del lugar. La verdad es que no había mucho turista, y subimos prácticamente solos por ese camino. Ya desde abajo avisté a un grupo de indias vestidas todas con saris de color rojo subidas a lo alto de una de las edificaciones de la fortificación. Flipé en colores, porque parecía que el fuerte tenía vida propia. Seguimos subiendo y nos encontramos a un buen grupo de indios e indias vestidos todos en tonos pastel y colocados a ambos lados del camino y con pétalos de rosa preparados para venerar a alguien. Pasamos por en medio. Yo me sentía como en una película de marajás y lo que no sabía es que lo estábamos!! Al cruzar la entrada principal de la fortificación nos encontramos con unos maharajaes subidos a unos elefantes preciosos vestidos con sus mejores galas y con un séquito de soldados. Y yo que hago? Pues foto!! Y me viene un asistente y me dice: –no photo, no photo! Yo me hago la tonta, le digo –sorry, sonrío y me doy cuenta que estamos en medio del set de rodaje, jajajaja brutal!!!!

Habíamos ido a ver el fuerte y eso hicimos, pero de una manera un tanto especial. Nos lo pasamos tan bien viendo como rodaban la misma toma una y otra vez que decidimos no pagar la entrada para ver el palacio del fuerte, pero es que esta experiencia era tan única… Después de varias horas disfrutando del rodaje de una película de Bollywood decidimos ir a comernos un buen butter massala paneer con unos chappatis, de postre unos chais y vuelta a Jaipur en el fantástico bus local!

Aquí tenéis las fotos del fuerte y lo que pude captar rápidamente del rodaje, jejeje!

Al bajarnos del bus decidimos dar el último paseo por Jaipur. Cuando ya estábamos de vuelta al hotel, nos para un indio con muchas ganas de conversar. Empieza a hablar de turistas, de vendedores que te quieren encasquetar cualquier cosa, de viajes, nos dice que somos muy abiertos, que hay muchos extranjeros que no quieren hablar, que si le gusta la barba de Juny (su barba da mucho juego siempre!), que si volvemos a hablar de un país, de otro, nos enseña fotos de su último viaje a Japón, Juny le dice que también había visitado Japón y no sé muy bien que pasa que acabamos en su rickshaw (tiene varias profesiones, entre ellas conductor de tuc tuc) para irnos a tomar un lassi juntos. Le decimos de ir al Lassiwala que está muy cerquita, pero ya está cerrado, y acabamos yendo a otro que el conocía bien. Le invitamos al lassi. Nos comenta que quiere charlar más, nosotros estamos tan tranquilos y tan a gusto en el tuc tuc con el tomándonos el yogurcito, que le decimos que podemos quedarnos un poco mas con el conversando, pero él tiene otra idea en su cabeza y nos propone invitarnos a su casa. Nos dice que no nos preocupemos que él nos lleva y después nos devuelve al hotel. No quiere dinero, sólo quiere que le contemos cosas. Hasta ese momento, la verdad es que había sido muy amable, aunque aún no nos había casi dejado abrir la boca. Ese indio era muuuuy hablador. Y ahí estamos que no sabemos que hacer, no tenemos ni idea de donde vive, conduce un rickshaw y puede llevarnos a donde quiera y hacer lo que quiera con nosotros (la película del otro día había influido en que me viniera a la cabeza todas las cosas que nos podrían pasar), pero el hombre parecía de fiar, nos había enseñado fotos de su familia, de sus viajes, de sus giras como músico. Si estaba haciendo un papel, la verdad lo hacía muy bien. Aún era de día, y Juny aun tenia un poco de batería en el móvil, en caso de urgencia. Así que le dijimos que sí, que nos íbamos a tomar ese chai que tanto nos quería ofrecer.

Vivía a tomar por c…, así que imaginaos el camino como se nos hizo de largo. Sonreíamos pero en el fondo teníamos una vocecita que nos recordaba que quizás nos estamos equivocando… –y si nos quiere secuestrar??? Ahhhh que malo es pensar a veces! Llegamos al destino final. El hombre y su familia vivían en una colonia. Todas las casas amontonadas, sujetándose unas a otras. Era como un poblado. Y sabéis que? Fue una experiencia maravillosa. Absolutamente todos nos saludaban con alegría, con una sonrisa sincera, no nos miraban como suelen hacer cuando vamos por una zona turística que parece que llevemos el símbolo del dólar tatuado en la cara.

Entramos a su casa, nos presentó a su mujer y a sus tres niños. La casa era súper pequeñita, había dos habitáculos, uno era la cocina y trastero y el otro era la habitación y salón, pero sin sofás, ni sillas, ni cama, ni nada. Allí duermen encima de un tapiz todos juntitos, al montón!

Nos acomodamos en el suelo. Nos ofrece el chai, y en cuanto se va a la cocina, Juny y yo acordamos que por si acaso solo lo beba uno de nosotros (es que he visto muchas películas). Juny que estaba contento y asustado a partes iguales me dice que le parece bien, que él se lo bebe. Ahí él hace su papel de salvador y de hombretón fuerte, como en las pelis. En caso de droga, el necesita más cantidad para que le afecte. Así que se bebe mi chai y lo deja a mi lado como si yo me lo hubiera tomado. Poco a poco se va bebiendo el suyo. Entre tanto el señor vuelve y nos enseña las marionetas que hace a mano y vídeos de actuaciones suyas con ellas. Nos invita a que compremos una, le decimos que nuestra mochila es muy pequeña y que no necesitamos nada, nos dice que nos las regala, entre tanto yo pensando que como el chai tenga algo, como hago para mover los 95kg de Juny y salir de allí, jajaja (risa nerviosa), sonrío al hombre, le digo que gracias, compruebo que Juny sigue despierto. Parece que sí!

El hombre nos dice de tomar cervezas, yo le digo –no no, estamos fenomenal. Muchas gracias pero vamos ya a cenar al hotel que estamos muy cansados! Solo falta eso que nos traiga mas sustancias a ingerir. El hombre cambia un poco su humor, no sabemos si porque no habíamos aceptado su regalo o por que no tomábamos cerveza. Total, que nos dice que el va a ir a tomar cervezas y que no nos puede llevar al hotel, pero que un amigo suyo, pagándole 70 rupias nos llevará. Perfecto, trato hecho. Confirmamos el precio con su amigo y le damos 100 rupias a nuestro amigo para que se vaya a tomar una cerveza a nuestra salud. El hombre ya está mucho más contento, nos da su business card y nos despedimos de él. El amigo nos lleva en su rickshaw. Un buen rato después estamos en nuestro hotel, sanos y salvos y con una experiencia que no nos ha dejado indiferentes! “Cagaditos» estábamos, a la vez que felices de haber visto con nuestros propios ojos como vive una familia india en una colonia 🙂

Había leído muy malos comentarios sobre Jaipur, sobre lo agobiante y turística que era, pero yo me alegro mucho de haber pasado unos días allí, de haber escuchado las bocinas de los coches y de los rickshaws, de haber sonreído a cada uno de los niños que quería hablar, jugar o simplemente “demostrarnos” lo bien que habla inglés con tan solo dos frases que se sabe de memoria, de haber esquivado vacas paseando por la calle, de haber ido a una colonia india a las afueras de la ciudad, de haber visto una película de Bollywood, de haber estado en el rodaje de una de ellas… Una ciudad te puede gustar más o menos, pero todas, absolutamente todas tienen algo que te puede atrapar o hacer que salgas corriendo. Jaipur, a pesar del caos y del agobio que tanto nos anunciaban nos ha regalado recuerdos imborrables y vivencias que jamás olvidaremos ❤

Hasta el próximo post … en Pushkar!

3 comentarios en “[India] Jaipur, la ciudad rosa del Rajastán”

  1. Bueno junys, ya me teníais ganada desde el primer momento, me gustan muchos vuestros post. En parte porque estáis llevando a cabo algo q Canós y a mi tb nos gustaría, y sobretodo porque sois buenos contándolo! Claro!. Os llevo leyendo mucho tiempo y disfruto vuestros post, siempre pienso en dejaros un comentario pero no encuentro el momento oportuno, en fin… Me encanta que os decidieseis a ir con el señor a la Colonia, y q sólo uno de vosotros bebiera el chai, por si las moscas (nosotros tb nos montamos esos posibles momentos, Jajja) y me/nos encanta que lo contéis. Seguid descubriendo el mundo y a sus personas, mucho amor y mucha energía os enviamos desde aquí 😀

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s