[India] Varkala y Kanyakumari, en busca del mar al sur de la India

Cuando decidimos ir al ashram de Amma, la idea era volver a Fort Kochi y seguir subiendo al norte por la costa, ya que teníamos un mes para llegar a Rishikesh (al norte de Delhi) donde teníamos ya reservado el curso de yoga 🙂 Pero como la mayoría de veces, escuchando a viajeros y a locales, decidimos cambiar nuestros planes. María nos recomendó una ruta alternativa por el oeste y también nos dijo que si queríamos playa, un poco más al sur, teníamos una zona muy buena, mucho mejor que la turística y bastante sucia Goa. Decidimos que en la India lo más importante no era la playa (muy a nuestro pesar, jejeje) pero que unos días de relax para desconectar de tanta espiritualidad tampoco irían nada mal.
Así que ya que estábamos por la zona, podíamos aprovechar e ir un poco más al sur, a Varkala, el pueblo costero que nos había recomendado María.

Qué buena decisión! No lo podemos comparar con Goa porque no hemos estado pero este lugar tenía mucho encanto y nos pasamos casi una semana de relax. Leyendo, escribiendo posts, planeando las próximas semanas, disfrutando del mar y del buen comer. Ahhh y también hicimos unas cuantas clases de yoga, para que lleguemos al curso con un nivel un poco menos de principiante, jajaja

Varkala está situado en un acantilado, y su vida gira entorno a él. Casi toda la parte turística se sitúa en el North cliff, es decir, sobre la parte alta. Hay todo un camino empedrado al borde del acantilado de forma que de un lado tienes un montón de tiendas y restaurantes y del otro lado unas vistas espectaculares al mar. Por supuesto ese camino está a la sombra gracias un montón de estilizadas palmeras que tanto caracterizan el estado de Kerala, por lo que cada vez que pasábamos por allí, (que era todos los días varias veces) tenía a Juny velando por nuestra seguridad, mirando hacia arriba e intentando esquivar las palmeras para «evitar» que se nos cayera un coco en la cabeza 😉

Ahí van algunas fotitos de Varkala! ❤

Estábamos en el sur y queríamos ir hacia al norte cuanto antes, pero estando a tan solo unas horas de la puntita de la India, el punto más sur, donde se mezclan 3 aguas distintas! La tentación era demasiado grande. Además parecía ser un lugar muy poco turístico y muy auténtico. Por lo que decidimos seguir nuestros instintos y nos dirigimos a la estación de tren para llegar ese mismo día a Kanyakumari.

Ya en el tren, la experiencia ya valió la pena porque a mitad del trayecto se subieron dos hombres indios que se sentaron a nuestro lado y comenzaron a darnos conversación. Hablamos de India, de su trabajo (eran militares), de sus familias… Uno de ellos bajó del tren pocas paradas después pero el otro se quedó y nos dijo que se llamaba Murugan, nos enseñó fotos de sus hijos y nos convenció para ir a pasar la noche a un hotel en el que conocía a los dueños. Nosotros teníamos anotada la dirección de una guesthouse pero no habíamos tenido tiempo de reservar, así que decidimos ir a echar un vistazo y decidir in situ. El señor se bajó una parada antes porque tenía su moto allí. Que por cierto, el hombre en cuestión tiene dos motos, una para ir de casa al tren y la otra del tren al trabajo, y la distancia larga la cubre en tren! Bueno, a lo que iba, que me voy por las ramas… Quedamos en que nosotros íbamos al hotel y le nombrábamos a el, que como le conocían nos harían un buen precio. Y cual fue nuestra sorpresa al llegar a la última parada (recordad que íbamos a la puntita, ya no puede haber más paradas, si no te adentras en el mar, jijiji), que nos encontramos al señor con la moto que había ido hasta allí para acompañarnos al hotel.
Vimos la habitación, precio correcto, no era para tirar cohetes pero era suficiente. Así que aceptamos y listo. Y nos despedimos de Murugan.

Nuestra estancia era de tan solo una noche y ya eran las 4:30 de la tarde, así que teníamos que aprovechar el tiempo. No os he contado pero quizás lo podáis suponer, que desde la puntita, desde el mismo punto, puedes ver tanto el amanecer como el atardecer en el mar, con lo que hace al lugar un tanto especial. Es un lugar de peregrinaje y se considera que hay una energia especial. Como no había tiempo que perder, tras acomodarnos en la habitación nos dispusimos a ir hacia la zona del Sunset.

A medida que caminábamos nos sentíamos más y más observados, y eso que yo ya me había tapado todo lo que había podido, a pesar del calor que hacia. Pero esas miradas fueron mucho más intensas cuando llegamos a la zona de la costa, concretamente del punto más sur de la India. Era imposible esconderse, hiciéramos lo que hiciéramos éramos la atracción del lugar. Y fue tanto el «éxito» que nos empezaron a pedir fotos. La primera vez entendí que querían hacernos una foto a los dos para luego pedirnos propina (lo de la propina me lo imaginé yo) pero cuando nos lo repitieron varias veces entendimos que lo que querían era hacerse fotos con nosotros con su cámara, jajaja, ok. Por qué no? Meeeeeeec, error, a partir de ahí, se acercan más y más personas a pedirnos fotos. Hubo un grupo que incluso nos pidió que le escribiéramos unas palabras y que le firmáramos, los dos! De aquí a la fama, señores! Ya se como se sienten los famosos, y creo que una tarde de gloria está bien, pero todos los días debe de ser agotador! 😉

A estos últimos les pedimos que nos señalaran cual era el punto donde se confluyen el Mar Arábigo, Bahía de Bengala y el Océano Índico, pero todo tenía un precio, más fotos con amigos suyos, con un smartphone, con una cámara, ahora la pareja, ahora solo uno de ellos, …, vamos que ni los Beckham!

Nos bebimos un coco, paseamos por la zona, observamos las atracciones del lugar y esperamos disfrutando de la autenticidad del momento a que se pusiera el sol. Y esa espera fue maravillosa, gente bañándose en los mares, vendedores intentando convencerme para que les comprara collares, gente haciéndose fotos, gente tomándose un chai (té con leche y especias), eso parecía la plaza del pueblo. El lugar de encuentro, de reunión. Hay varios templos por la zona, incluso en uno de los islotes más próximos a la tierra firme, así como el memorial de Ghandi pero nosotros preferimos pasarnos las horas saboreando cada momento, cada imagen y dejándonos llevar. Y el momento de culminación llegó poco antes de ponerse el sol, abarrotándose de gente el lugar. Parece ser que tanto peregrinos como locales se aglomeran allí , ya os he comentado que tiene una energia especial, y ven el atardecer, es el lugar de reunión. Pocos instantes después de ponerse el sol, la gente se esfumó, así que deambulando entre los más rezagados nos dispusimos a volver al hotel, no sin antes disfrutar de una cena espectacular a precio… también espectacular.

El día siguiente queríamos ver el amanecer desde el mismo punto pero nos despertamos un poquito justitos de tiempo, así que lo disfrutamos desde la cubierta del hotel. El amanecer fue precioso pero lo que nunca olvidaré de ese día fue el paseo que dimos a media mañana. Quisimos ir hacia el mar pero por otro lado y nos encontramos con una iglesia blanca, muy bonita, cristiana. Si, cristiana. Pero esto no es lo que sorprende. Lo más increíble fue entrar y observar que las fieles iban vestidas con sus característicos trajes bien coloridos indios, se cubrían la cabeza, se descalzaban al entrar y muchas de ellas se sentaban en el suelo, a pesar de haber bancos. Creo que es una de las cosas más sorprendentes que he visto nunca. Era como estar en un lugar donde había un poquito de cada religión. Maravilloso que puedan convivir costumbres y religiones tan distintas.

Con buenas sensaciones nos fuimos a comer al mismo lugar de la noche anterior y a tomarnos un postre.

Eran las últimas horas en el sur, y nos esperaba la primera noche en el tren rumbo norte, una vivencia única! Os lo contaremos en el próximo post!

Un beso enorme!

[India] Conociendo a Amma, una santa india… viva

Aterrizamos en Cochin. Es de noche. No queda más remedio, habrá que pagar un taxi. 1080 rupias más 10 para el peaje. El cambio del día 70 rupias = 1 euro. Creo que nos tocó el chofer más loco de la ciudad. Las manos sudando. El corazón a 1000. Los ojos intentando mirar a otro lado, pero los cláxones de los camiones, coches y buses demostraban que no estábamos conduciendo de la manera más civilizada posible. A los cuarenta minutos, para. Estamos en nuestro hostel.

Habíamos reservado dos noches pero un intercambio de emails a última hora nos hizo cambiar nuestros planes. Estaríamos una sola noche, puesto que al día siguiente partiríamos hacia Amritapuri. Matamos una decena de mosquitos, nos instalamos en nuestras camas individuales cubiertas con mosquitera, y a dormir. A la mañana siguiente, ducha, desayuno a lo indio y camino de Amritapuri.

Y vosotros preguntaréis? Por qué esa prisa por llegar? Porque ese cambio de última hora?

Hace aproximadamente un año, justo al principio del viaje, en Goreme, La Cappadocia conocimos a María, una mujer brasileña con la que estuvimos hablando largo y tendido cuando escuchó que nos íbamos a dar la vuelta al mundo. Ese día nos dijo que ella vivía a caballo entre su país e India. Nos invitó a que nos volviéramos a ver en algunos de esos dos lugares del mundo y nos habló de Amritapuri, el lugar donde pasaba sus largas temporadas en India y, del alma del lugar, Amma, una santa que se dedica a dar abrazos a todo el mundo, sin importar su clase, su raza, su religión, sus rarezas o sus enfermedades. Era la primera vez que oíamos hablar de esta santa mujer. El destino de la India aun quedaba muy lejos por aquel entonces. Nos intercambiamos los emails y ahí quedó todo. De hecho, cuando fuimos a Río de Janeiro, de donde es María, se nos olvidó totalmente contactarla. Fue en Vietnam, un día antes de nuestro vuelo a la India cuando Juny sacó del cajón del recuerdo ese contacto. Escribimos a María y le contamos que finalmente íbamos a la India, que al día siguiente llegábamos a Kochi, muy cerca de Amritapuri. Nos contestó a los 5 minutos. Nos dijo que estaba allí en Amritapuri, y que Amma iba a dar abrazos ese sábado y domingo. Nos sugirío ir hacia allá en cuanto aterrizáramos en Cochin. Era una oportunidad única ya que Amma se iba de tour unos días después y ya resultaría imposible coincidir.

Horas antes acabábamos de reservar el alojamiento. Era jueves por la noche. A la mañana siguiente volábamos. Aún no sabíamos como lo íbamos a hacer pero contestamos a María que estaba decidido, nos íbamos a pasar una semana al ashram de Amritapuri.

El camino hasta Amritapuri no tiene mucho más de 110 km y puedes recorrerlo tomando un taxi por un dineral o dejarte llevar. Nosotros elegimos lo segundo y estas fueron las fases del trayecto:

  • 1,5 km a pie hasta el puerto en los que pudimos disfrutar de Fort Kochi, la idea era volver al cabo de unos días para disfrutar bien del lugar, pero como siempre cambiando los planes, nunca volvimos.
  • Barco para cruzar lo que creo que era un lago hasta Ernakulam: 4+4 rupias
  • Tuk-tuk hasta Junction train station: 40 rupias
  • Tren hasta Kayankulam, en 2a clase: 140 rupias. Susto incluido a medio viaje en el que nos dicen que estábamos en el tren equivocado… eran ellos los que se habían equivocado 🙂 Siempre asesorados por al gente que hay alrededor. Muy amables y hablan inglés, aunque aún no pillamos del todo el acento.
  • Tuk tuk hasta Kayankulam Bus Station: 40 rupias
  • Bus hasta Karunayapally: 17+17 rupias
  • Bus hasta Amritapuri: 10+10 rupias

Fin del trayecto, total: poco más de 4 euros… entre los dos!

Y así fue nuestra inmersión en India, en menos de 24 horas habíamos subido a todos los tipos de transporte del lugar y estábamos metidos dentro de un ashram, desconectados del mundo e integrados (o intentándolo) en la vida local y “espiritual” de la India.

Aun no os he contado muy bien quien es Amma, y creo que vale la pena daros unas pinceladas. Su nombre es Sri Mata Amritanandamayi. Nació en un pueblo costero en Kerala, sur de la India en 1953. A los 9 años su madre enfermó y tuvo que dejar la escuela y hacerse responsable de sus 7 hermanos. No era una niña normal, pasaba horas en la orilla del mar meditando y yendo de puerta en puerta a regalar la poca comida y ropa que tenía su familia a los más necesitados. De primera mano vio la cruel desigualdad que hay en el mundo y se preguntó qué significaba el sufrimiento. Su búsqueda culminó en la decisión de dedicar toda su vida a dar amor a todas las personas que pudiera. Pronto la gente del lugar la empezó a llamar Madre.

Actualmente es una líder espiritual, humanitaria y visionaria. Es la líder espiritual más accesible. La única “santa” viva que conocemos.

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«Mi religión es el amor» – Amma

Si queréis saber un poco más de su historia,  os dejo su página Amritapuri y sus actividades humanitarias en su gran proyecto Embracing the World. En nuestra estancia en el ashram, tomé prestado un libro muy interesante de la biblioteca llamado “On the road to freedom”, autobiografía de Swami Paramatmananda Puri que cuenta mucho de la juventud de Amma y de como empezó el ashram y algunos de los muchos milagros de Amma. El libro está dividido en dos volúmenes.

Esta mujer realiza una labor humanitaria increíble, ha creado hospitales, universidades, ha construido pueblos enteros, da de comer a todo el mundo que pasa por su ashram y lo más importante ha abrazado a 34 millones de personas. Es o no una santa?

Bueno, creo que ya conocéis un poco a Amma, y aquí vienen las preguntas más importantes: Visteis a Amma? La abrazasteis? Como es la vida en un ashram? Que sentimientos afloraron allí?

Bueno, por partes. Después de todo un día de viaje para recorrer tan solo 111 km estábamos un poco cansados, así que llegar a un sitio donde la gente está cantando mantras todo el tiempo y van vestidos casi todos de blanco resulta un poco raro y chocante. Pero hay que decir que en Amritapuri lo tienen todo muy bien organizado. Llegas allí y haces el check-in como si de un hotel se tratara. Solo que en el precio por persona de la habitación con sus tres comidas indias incluidas (desayuno, comida y cena) es de solo 250 rupias por noche, es decir, solo unos 3.5 euros! Lo único que te piden, sobre todo si vas a estar más de 2 ó 3 días es que te inscribas para que te asignen un trabajo para colaborar con una horita o dos de servicio desinteresado al día o lo que ellos llaman sheva. Hay tareas de lo más variadas como cortar verduras, fregar platos, secarlos, separar basuras, ayudar en el restaurante, estar en recepción… A Juny le tocó en la cocina india fregando ollas gigantes (en las que casi se podía meter él dentro) y a mí secar platos, tazas y cubiertos del restaurante occidental. Mi sheva era muy interesante, ya que en la zona en la que estaba podía interactuar con mucha gente distinta y fue muy entretenido, había más de uno que estaba un poco loquito 😛 Y si te apetecía ayudar un poco más, siempre podías acercarte a la primera planta del templo a ayudar a encuadernar y empaquetar sus propias revistas mensuales que envían a los suscriptores devotos. Lo hicimos varias veces, éramos unos máquinas de doblar papelitos!! 🙂

A excepción de este rato de trabajo, la vida en el ashram de Amritapuri fue muy tranquila, sobre todo para nosotros que no nos levantábamos a las 5:00 am para ir al templo a meditar y cantar como los más devotos. Puedes ir a clases de yoga (pagando a parte, por supuesto) a la que fuimos en una ocasión. Juny con los chicos y yo con las chicas. Puedes ir al templo a meditar y a cantar mantras, a la playa a leer para después quedarte a ver el atardecer, a tomarte un helado de mango mientras observas a la gente del ashram pasar, ir a conectarte con el mundo exterior a través de la sala de ordenadores con internet (no hay WiFi), puedes irte al pueblo a pasear… Nosotros lo hicimos, incluso visitamos el Hospital de Amma donde quedamos con nuestra amiga María que estaba ingresada allí para hacer un ayuno y un tratamiento ayurvédico. Más tarde aprovechamos también para visitar la Universidad que Amma ha construido, impresionante! Es preciosa y parece que están consiguiendo hacer una labor muy importante dando la oportunidad de ofrecer educación superior a la población india.

El ashram de Amritapuri es un poco especial, es tan grande que parece una ciudad. Lo tienes todo sin salir del recinto, hasta la simcard india la compramos allí. Por lo que nos dijeron varias personas que conocimos allí es también un ashram muy flexible, en el que eres libre y no estas “obligado” a seguir unos horarios y unas normas (que sí siguen los más devotos). Lo único que te piden es vestirte de forma modesta (no hace falta de blanco) y no hacer fotos dentro del ashram.

Y esto último lo entiendo bien para mantener la privacidad de las personas que están allí dentro porque allí hay gente de todo tipo: gente que ha recibido la llamada de Amma, devotos y fanáticos de ella que van vestidos de blanco, familias enteras que viven allí, yoguis, almas perdidas en busca de consuelo, jóvenes curiosos, viajeros, personas con caras de iluminados, personas que aun no saben lo que quieren, personas que han perdido a alguien, gente muy pobre, gente muy rica, gente feliz, gente amargada, enfermos físicos y mentales, personas que solo están de paso, gente buena y gente menos buena, pero todos, absolutamente TODOS son bienvenidos.

Todos son bienvenidos y todos tienen derecho a recibir el darshan o lo que es lo mismo el abrazo de Amma, y principalmente a eso habíamos ido. Hay tanta gente a la que Amma tiene que abrazar que tienes que pedir el token (un número) para seguir orden y que no sea todo un caos.

De hecho nos fuimos a pedir el token a primera hora de la mañana y nos dieron entre el 401 y 500 y nos dijeron que calculaban que nuestro turno no llegaría hasta bien entrada la noche. Vimos a Amma como empezaba a dar abrazos y nos fuimos a descansar a la habitación. Bajamos a comer y allí estaba la mujer, incansable dando abrazos tan sonriente como hacía unas horas, sheva-time, y a descansar. Vamos a ver el atardecer, cenamos y la mujer sigue ahí con una sonrisa de oreja a oreja, y aun no toca nuestro turno. No recuerdo a que hora nos dejaron ya ponernos en la cola, creo que sobre las 11:00 de la noche y no lo recibimos hasta dos horas después. Pero esas dos horas fueron muy diferentes a todo lo que hemos vivido hasta ahora. Mientras esperas, viendo por la pantalla gigante a Amma dar abrazos, ves a toda la gente que sale de allí, algunos con una sonrisa de felicidad, otros serios, otros con mucha paz, muy serenos y tú te vas preguntando que haces allí, si sentirás algo, si de verdad Amma es tan santa, sabrá lo que me pasa, lo que necesito, si me curará el dolor que tengo en el alma, me sentiré mejor luego, si soy tan escéptica podré sentir algo, si…

Observas, piensas, reflexionas, y vuelves a observar y poco a poco te vas acercando y por fin subes al escenario lleno de devotos cantando mantras, sintiendo el olor a incienso, estás como en una película, no lo sé explicar de otra manera. En la vida pensé que iría a un sitio así a recibir un abrazo… Y por fin llega el momento. Tienes que arrodillarte y en los momentos previos sus ayudantes te preguntan tu país y en nuestro caso vieron que éramos pareja y nos dieron la posibilidad de recibir el abrazo juntos. Primero pasé yo, Amma tomó mi cabeza contra su pecho y me abrazó y pronunció unas palabras que aun no se que significan, algo como “Kurim, Kurim”, llegó Juny y me volvió abrazar. Esta vez junto a Juny y volviendo a pronunciar, “Kurim, Kurim”. Nos entregó unos caramelos y unos sobrecitos con unas cenizas bendecidas.

¿Qué sentí? Pues no voy a mentir, no sentí nada que no hubiera sentido antes. Sentí un abrazo de madre. Un abrazo de los que te reconfortan y te consuelan. Me sentí bien, y aunque no creo que me haya curado mi dolor creo ha valido la pena.

Escribir sobre esto me parece muy complicado, por un lado soy una persona bastante escéptica. Me cuesta mucho creerme nada hasta que lo veo. No creo en la religión, sí creo que hay una energía especial en el Universo, creo en las personas, en el bien y en el amor. Pero por otro lado creo que todo pasa por algo, y creo también que las personas tenemos sentidos que la mayoría no hemos desarrollado y que unos pocos elegidos tienen una sensibilidad especial. Llamadlo amor, llamadlo poderes, llamadlo lo que queráis.

Estuvimos una semana allí. No fue demasiado pero fue suficiente. Es un lugar que no deja indiferente, sean cual sean tus creencias y merece ser visitado. Nos encantó tener la oportunidad de conocer a una “santa” y recibir su abrazo maternal, pero no era nuestro lugar, al menos por el momento. El viaje continua y nuestra búsqueda de experiencias también.

Os dejo unas poquitas fotos de nuestra estancia en Amritapuri.

Nos vemos el próximo domingo en Varkala, donde disfrutamos de unos días de relax en el acantilado.

[Reflexiones] Sobre seres humanos y ciudades

Desperté en el avión de Air Asia cuando Mónica me sugirió mirar por la ventana. Habíamos aprovechado que los últimos asientos del avión estaban vacíos para instalarnos allí y poder dormir acostados durante una buena parte del trayecto. Cuando me asomé no me lo podía creer. Al estar tan atrás, el ala del avión prácticamente no interfería con nuestra visión. Ni una sola nube. Aire limpio y seco bajo nuestros pies. Noche cerrada. Sobrevolamos algunos poblados. Las luces permiten intuir el trazado de las carreteras, aunque estamos tan altos que no se pueden distinguir luces de coches o de casas, simplemente se ven líneas de luz y puntos aislados. Sobre nuestras cabezas, decenas de estrellas dan la bienvenida a la noche. Estamos cerca de nuestro destino, no sabemos exactamente donde, pero la vista debe de ser lo más parecido a un paseo espacial… aunque a pequeña escala, claro.

Antes de continuar nuestro descenso, sobrevolamos una ciudad de mayor magnitud. Y ahí lo vi claro. Descubrí la vida propia de las ciudades, compuesta por unas células llamadas seres humanos y sus órganos. En el centro se intuía una plaza. Su iluminación era más intensa que en el resto de la ciudad. Es el centro de operaciones. El cerebro. De ella partían arterias principales en distintas direcciones, ramificándose y dando lugar a calles secundarias, terciarias,… Todo un entramado circulatorio que permitía el libre flujo de personas y alimentos a lo largo y ancho de su territorio. A las afueras de la misma, pequeñas lineas hacían patente las líneas de conexión con otras vidas supra-humanas, con otras ciudades.

Es evidente que sin los humanos no existirían ciudades, al igual que sin células no existirían animales ni plantas. Cada célula tiene su misión. Algunas deben proteger, otras suministrar alimentos, otras curar las células dañadas, otras reparar las arterias, otras deshacerse de los deshechos, otras planificar el crecimiento, otras comunicarse con otras ciudades, otras producir energía. Toda célula nace con un propósito, algunas lo deciden por sí mismas, a otras les viene impuesto. Toda célula nace, se reproduce y muere. Pero el organismo sigue vivo. La ciudad sigue viva.

Creo que si alguien nos estuviera observando desde ahí fuera, eso es lo que vería. No es que las personas no seamos importantes, sino que desde ese punto de vista, no somos tan importantes. Simplemente un engranaje más de la cadena. Verían ciudades, caminos, barcos, aviones y coches. Macro entidades con vida propia, cuyos elementos unitarios son unas personitas que llevan a cabo su papel, dando vida (aún sin saberlo ni quererlo) a algo más grande, una superestructura con vida propia llamada ciudad.

Hace millones de años, una serie de componentes inorgánicos dieron paso (sin saberlo) a los primeros seres orgánicos en la tierra. En este momento de la historia, otros componentes orgánicos estamos dando paso (también sin saberlo) a otro nivel superior, esta vez de seres inorgánicos. En un momento de la historia, la célula era el “clímax” de la evolución. Algo máximo. Insuperable. Sin embargo “decidió” (sin saberlo) dividirse y asociarse con otras para llegar a ser algo más grande. Inevitablemente, perdió su “identidad propia”, para pasar a ser un engranaje de algo superior. ¿Habremos los seres humanos decidido (otra vez sin saberlo) asociarnos y dar lugar a otro ente llamado ciudad? ¿Habremos dejado de ser ese máximo evolutivo? ¿Nos hemos convertido en un eslabón más de la cadena?

Llegamos a Cochin. Es de noche. Recuperamos la consciencia, tras este inesperado viaje de perspectiva. Bienvenidos a la India.

[Vietnam] Caos y año nuevo chino en la capital: Hanoi

Nuestro objetivo era llegar cuanto antes a Hanoi. Ya habíamos comprado los vuelos a Kochi (India), pero necesitábamos el visado. El año nuevo chino se acercaba, y aunque los trámites solían tardar menos de una semana, no queríamos jugárnosla. Así que, tras no sé cuantas horas de bus y un transbordo, llegamos a la capital por la mañana. Hanoi iba a ser nuestra base de operaciones desde donde haríamos salidas a Halong Bay y a Tam Coc. Aunque de momento, solo el cielo gris y la lluvia nos daban la bienvenida.

Cruzamos la puerta de acceso a la ciudad vieja y de repente… nos encontramos literalmente envueltos en un río de motocicletas y bocinas. Aceras completamente bloqueadas por vehículos aparcados o por puestos de venta nos obligaban a mezclarnos con las motos, coches, rickshaws y demás transeúntes en la calzada. Más perdidos que un pato, sin GPS o un mapa y sin saber donde estábamos, decidimos entrar en un hotel a preguntar. Ibamos con Kirish, un chico australiano nacido en Sri Lanka que habíamos conocido en el bus y con quien habíamos cenado en una de las paradas técnicas del viaje. Kirish es de ese tipo de personas con los que conectas a la primera, sin saber muy bien porqué 😉 Fue una gozada compartir con él varios de nuestros días en la capital!

Con una amabilidad fuera de toda escala, en ese hotel nos dieron un mapa, nos indicaron como llegar a cada uno de nuestros respectivos hoteles, nos permitieron conectarnos a internet y nos dieron un té caliente… buah! Menos mal, porque empezábamos a estar calados y un poco en shock con el caos que había “ahí fuera” XDDD En menos de cinco minutos habíamos llegado a nuestro destino: el Hanoi Rocks Hostel. Un hotel reformado en hostel, que había abierto sus puertas no hacía más de tres meses, con un precio más que aceptable y con un ambiente festivo fuera de lo normal. Por las tardes había dos horas de cerveza gratis (sí sí, gratis, sin condiciones) y tenía dos discotecas (una en la planta baja y otra en la última). Nuestro dormitorio estaba en la tercera por lo que cada noche teníamos un sandwich musical espectacular, hasta las 3am que volvía la calma… pero ya sabíamos a lo que íbamos :p

La parte buena es que por las tardes quedábamos con la gente que habíamos conocido en algún lugar y les podíamos “invitar” a cervezas. Algunos días con Kirish y Khaleb (un chico de Arabia Saudi que conocimos jugando al futbolín del hotel), otros con los Javieres (padre e hijo, del Bierzo, que habíamos conocido a la vuelta de nuestro tour de Halong Bay, que traían dos bolsitas de jamón serrano en la mochila y se ofrecieron a compartir con nosotros junto con una lata de berberechos – madre mía, aún salivo pensando en ese momento XDDD), otro día con Harvey & Lucey,… en fin que era el punto de encuentro, y si ese día no quedábamos con nadie, pues bajábamos a tomarnos nosotros una tan tranquilamente. Desde luego, era un puntazo! 😀 Además los viernes, había fiesta de pijamas, pillow-fighting,… qué se yo cuantas cosas hacían!

Eso sí, a la vuelta de Halong Bay decidimos buscar una habitación privada para unos días y nos salió… ranísima (en un ático con goteras, las paredes cayendose de la humedad, y no tenían ni mantas extra!). Cambiamos de hotel, y la cosa no fue mucho mejor. Así que decidimos volver a probar suerte en otro hostel para nuestros últimos días, esta vez en el Central Backpackers Hostel, y… volvimos a acertar. Este era mucho más tranquilo, con habitaciones más pequeñas y con menos personas por dormitorio, un bar-restaurante en la última terraza donde pudimos completar algunos posts más, y un futbolín donde nos dimos el lujo de dar algunas free lessons (después de todos los años de vicio en el galileo, aun queda algo de “clase” en esas muñecas). Ahí van unas fotitos de nuestros alojamientos Hanoianos, para que os hagáis una idea 🙂

Uno de los muchos días en Hanoi lo aprovechamos para hacer un free walking tour, que resultó que ni era “free” (teníamos que pagar los desplazamientos y dietas de los guías, además de propinas –le cas échéant), ni era “walking” (había que ir en taxis a los museos), y casi no era ni “tour” porque la capacidad de comunicación (principalmente por el acento) era cuasi-nula O_o Pero bueno, como éramos cinco (Kirish, una pareja de suecos y nosotros) y no teníamos una mejor opción, echamos para adelante. Desgraciadamente, esta vez no os puedo contar mucho sobre lo que vimos porque… no me enteré de casi nada :S Pero bueno, al menos unas fotos, para que podáis haceros una idea sí que pueden servir… ahí van!

Y antes de terminar con Hanoi, y por ende nuestros posts sobre Vietnam, queremos enseñaros un poco algunos de los descubrimientos gastronómicos que hicimos. De momento, hemos tenido la gran suerte de que nuestros estómagos están aguantando lo que le echemos, así que nosotros seguimos probando cositas de aquí y de allí (a ver si continúa la racha –fingers crossed– y podemos seguir descubriendo sabores auténticos allá por donde vayamos!)

Pues lo dicho amigos, feliz año de la cabra y hasta el próximo domingo, donde llegaremos a… la India!

[Vietnam] Entre los arrozales, templos y remadoras-a-pie en Ninh Binh

Aún nos quedaban algunos días en Hanoi y queríamos hacer una escapadita más antes de tomar nuestro vuelo hacia la India. En un principio, teníamos pensado subir hasta Sapa para ver los impresionantes arrozales sembrados en las propias montañas, hacer un poco de trecking y pasar una velada con agricultores locales. Pero las condiciones climáticas a finales de febrero aún no eran favorables. Lluvia todos los días y temperaturas entre 1 y 5ºC… no estábamos preparados para la ocasión, así que tendremos que volver en el futuro para ver semejante maravilla.

No obstante, habíamos visto otra posibilidad: ir a pasar un día entre los arrozales de Tam Coc, en la provincia de Ninh Binh. Así que nos fuimos de nuevo a ver a nuestra amiga Lily para ver qué oferta se ajustaba a nuestro presupuesto. Nuestra idea era ir y volver en tren, quedarnos una noche a dormir y luego negociar las excursiones sobre el terreno. Pero ay insensatos que os habías dejado un pequeño detalle por el camino! Se acercaba el Año Nuevo Chino y todos los transportes públicos ya estaban más que llenos, y las únicas plazas que quedaban estaban a precios desorbitados… Como alternativa, le preguntamos si era posible hacer un tour con todo cerrado. Y sí, donde hay turistas, hay dinero, y donde hay dinero hay oferta. Había tours todos los días, y de diferentes niveles, ergo precios… Ajustando por aquí y por allá, finalmente encontramos un muy buen deal: ida y vuelta, guía, comida buffet (así comemos y cenamos de una sola sentada :p), paseo en bici, paseo en barca y visita a dos templos por 25$ por persona… Se salía un poco del presupuesto diario, pero la buena gestión económica de nuestros días en Hanoi nos permitían este lujo!

Y casi que… vamos a dejaros ya con las fotos de este precioso día, con los comentarios al pie comentando la jugada, ¿os parece? Así guardáis algunas fuerzas para el próximo tocho-post de Hanoi, que os harán falta XDDD

Y para que podáis ver a nuestra super-remadora en acción ahí va un mini video del «paseo»!

Un abrazote gigante, y nos leemos el próximo miércoles!

[Vietnam] Una Nueva Maravilla del Mundo llamada Halong Bay

Desde que llegamos a Vietnam había soñado con hacer unos de los cruceros por Halong Bay, una de las 7 nuevas maravillas del mundo. No podíamos estar en Hanoi, a menos de 200 km y no ir. Me puse a investigar en internet todas las opciones posibles, leí un montón de blogs en los que hablaban de sus experiencias, de los barcos barateros, de los aceptables y de los de súper lujo, de las agencias que se llevan una comisión desorbitada y me hice una lista de los barcos buenos y malos, y los de no se sabe. Juny por su parte, hizo una búsqueda de cómo sería visitar Halong Bay por tu cuenta, sin intermediarios de por medio y además encontró los nombres de unas agencias en las que contratar tours sin miedo a que te timen.

Así que un día nos fuimos a comprobar in situ lo que ya habíamos leído en los blogs. Entramos en una agencia y el vendedor, que me dio muy mala espina desde el principio (yo para estas cosas tengo un sexto sentido O_o), nos preguntó qué tipo de tour queríamos y para cuantos días. Nosotros le dijimos que nivel medio porque el nivel standard (es decir, el bajo) habíamos leído que era demasiado malo y el lujoso estaba fuera de nuestro alcance. Así que sacó los catálogos de dos compañías, y una de ellas estaba en mi lista negra y la otra estaba en la lista de no se sabe. Mal empezamos, el señor nos quiere vender un tour de nivel standard al precio del medio… Le digo que me saque otras compañías que he leído que esas son muy malas. Y me pide de malas maneras que saque a la vista mi libretita, que le diga yo los nombres de las compañías que quiero y nos da un buen precio, seguro que hay truco pensaba yo… Yo ya no aguantaba más al señor este y veíamos que nos iba a timar de todos modos. Su mirada no me daba nada de confianza…

Poco después pasamos por Lily’s Travel Agency, una de las agencia que Juny tenía apuntada en su móvil y la cosa fue totalmente distinta. Lily era una chica que te explicaba todos los detalles punto por punto y según lo que tu le comentabas acerca de tu presupuesto, estilo de viaje, prioridades te daba la mejor opción para ti. Sabía que una mala gestión o una mala cara le daban un mal comentario en tripadvisor y para ella era muy importante mantener su buena reputación y tener contento al cliente. Y nos lo demostró, nos ofreció un crucero con el barco Halong Fantasea por el módico precio de 110 $ por persona para 3 días con sus dos noches con todo incluido a excepción de las bebidas, como era habitual. Elegir una buena agencia es tan importante como elegir bien el barco, porque algunas como la que os he comentado al principio se llevan comisiones tan altas que puedes estar pagando casi el doble del valor del servicio que estas contratando. Como Lily me daba tanta confianza le pregunté por el crucero con la buena compañía que el vendedor anterior nos había ofrecido a buen precio y nos comentó que actualmente esa compañía ya no era tan buena, porque habían cambiado de barco y había pasado a ser de nivel standard. Lo gracioso es que el vendedor anterior sabiendo que yo pensaba que era una buena opción nos ofrecía un precio que no era acorde. Os dais cuenta como el otro nos la quería meter doblada?

Así que le dimos las gracias a Lily por toda la paciencia que había tenido respondiendo a todas nuestras preguntas y explicándonos todas las posibilidades, le comentamos que queríamos ir a comer para tomar una decisión y que volveríamos por la tarde para reserva y eso hicimos. Unos rollitos vietnamitas y unos noodles siempre facilitan las cosas, y si además tienes wifi y puedes comprobar que lo que dice Lily’s es cierto y que dentro del nivel de crucero que queremos Halong Fantasea es bueno y barato pues entonces ya lo tienes claro. A hacer la reserva! Al día siguiente le pagaríamos el resto y le llevaríamos una fotocopia del pasaporte que ella sellaría con su tampon para que los del crucero no pusieran ninguna pega ya que es imprescindible presentarlo y los nuestros estaban en la embajada India por unos cuantos días!

Dos días después de haber reservado el mayor lujo de nuestro viaje nos levantábamos temprano para que nos recogieran en el hotel para ir hacia Halong Bay!

Y aquí tenéis las fotos que hablan por si solas de estos fantásticos 3 días que pasamos por la Bahia de Halong… Espero que disfrutéis viéndolas tanto como nosotros!

Un besazo y hasta el próximo post sobre… Ninh Binh!

[Vietnam] Hoi An, paseando entre farolillos

Amanecimos muy temprano en Da Lat y casi perdemos el bus. El servicio incluía la recogida en el hostel. Lo que no sabíamos es que, al estar nuestro hostel en una callejuela no te recogían en la entrada, hasta que la recepcionista nos dijo, deberíais subir a la calle principal, normalmente os recogen allí y son ya las 7:00!
Mier….coles! Aun con legañas en los ojos y ya corriendo de buena mañana…

Llegamos a la calle principal deseando que no hubiera pasado el bus y minutos después para uno y nos pregunta nuestros nombres y que le enseñáramos los billetes. Ya más tranquilos nos acomodamos y fuimos recogiendo al resto de pasajeros en sus respectivos hoteles. 15 minutos después ya estábamos en la oficina de la compañía en el bus que nos llevaría hasta Nha Trang. El objetivo era ir a Hoi An pero esta compañía no tenía un bus directo, eran muchas horas de trayecto. Nuestro bus llegaba a Nha Trang sobre las 11:00 am y a las 7:30 pm tenía un servicio de bus nocturno hasta Hoi An. La idea nos pareció buena, ya que podríamos pasar el día en Nha Trang y así al menos ver con nuestros propios ojos lo que la gente decía sobre este lugar. Y es que Nha Trang, y ahora sí podemos confirmarlo, es el Benidorm de los rusos. Es una ciudad costera llena de bloques de edificios altísimos, y todo esta hecho para los turistas, con precios muy competitivos. Incluso tienen un telecabina que te lleva a una pequeña isla justo enfrente en la que hay un gigante parque de atracciones. Los rusos están por todas partes, y es prácticamente imposible encontrar un carta de menú en inglés, o sabes vietnamita o sabes ruso… (Esto me recuerda a Mallorca con los alemanes, pero no voy a entrar en el tema, o sí.. conquista pacífica le llaman no?)
Bueno, al tema que me voy por las ramas, estuvimos en la playa de Nha Trang en la que nos dimos una buena siesta, luego a comer y más tarde a la oficina de la compañía a gorronearles un poco de internet. Cuando ya nos daba vergüenza estar allí nos fuimos a una especie de starbucks y nos costó más el batido que la comida del día, pero bien. Estuvimos relajados en los sofás hasta que se hizo la hora de partir hacia Hoi An.

Nos dirigíamos a Hoi An con la intención de pasar dos días, pero mas tarde decidiríamos que sería uno solo. No porque el sitio no nos gustase, yo me hubiera quedado allí unos cuantos días, sino porque las tarifas del bus hacia Hanoi pasaban a ser de temporada alta dos días después de nuestra llegada. La diferencia era muy significativa, así que teniendo en cuenta nuestro presupuesto y que de todos modos queríamos llegar cuanto antes a Hanoi para hacer el visado para ir a la India nos pareció razonable conformarnos con una vista fugaz por Hoi An.

Hoi An es un pueblo muy pequeño, en realidad no necesitas mucho más que unas horas para visitarlo, pero tiene mucho encanto. Tanto, que en 1999 fue nombrado Patrimonio de la Humanidad.

Reventadísimos llegamos a la guesthouse que habíamos reservado. La chica de recepción fue súper amable y creo que al ver nuestras caras de cansancio le dimos un poquito de pena y nos permitió hacer el check in cuando aún eran solo las 9:00 de la mañana! Descansamos hasta que se hicieron las 12 y nos fuimos a recorrer el pueblo y a comer. Creo que ese día comimos 4 o 5 veces, necesitábamos recuperar fuerzas 😉

Nos perdimos durante horas por Hoi An, recorriendo sus calles llenas de farolillos, paseando por el río, intentando salir vivos de los alrededores del mercado y de las vendedoras de cada tienda que te intentaban convencer para comprar algo. «Buy» «buy» «cheap» «cheap» no paraban de decir…

Nos parábamos en las tiendas de ropa y zapatos. Yo disfruté como una enana y eso que no me compré nada. Para los que no conocéis Vietnam, Hoi An es conocida por sus característicos farolillos que fabrican a mano pero también por sus sastres! En menos de 24 horas tienes un vestido, o un traje, o un precioso abrigo o incluso unas botas altas a medida. Un sueño para muchos (en ese grupo me incluyo yo, of course :p ).

Puedes elegir entre los modelos que tienen expuestos en los maniquíes, o de un montón de catálogos o incluso si quieres les puedes llevar una foto del vestido de tus sueños! Una vez elegido el modelo, toca elegir la tela, en la que también tienen amplios catálogos con cientos de opciones, diferentes texturas, colores y estampados. Una vez ya te has decidido, en dos minutos te toman las medidas de todo el cuerpo. Son unos máquinas! Por lo que nos han contado otros viajeros que hemos conocido en el viaje solo les han tenido que hacer unos pequeños retoques antes de llevárselo definitivamente. Y los precios son de risa. Para que os hagáis una idea, un traje de excelente calidad con una camisa buena, a medida y una corbata lo tienes por 140$, pero es que si negocias bien como nuestro amigo te hacen otra camisa y otro pantalón para ese traje de regalo!

Yo estaba pensando en hacerme un vestido, este 2015 viene cargado de bodas… 🙂 pero al final lo descarté, llegaría a casa hecho un moco. Ahora tengo que reconocer que me arrepiento. Me lo podrían haber enviado o incluso haberlo mandado yo misma pero al final lo deje pasar. Si vuelvo a Vietnam será con una mochila vacía y una buena recopilación de fotos de vestidos de ensueño!! ❤

A la mañana siguiente teníamos previsto ir a la playa, pero al bajar a desayunar nos dimos cuenta que estaba lloviendo bastante, así que con el estómago bien lleno subimos a la habitación a descansar un rato antes de tomar el bus para dirigirnos a nuestro próximo destino, la capital de Vietnam!

Saludos amigos!!

[Vietnam] Da Lat, la ciudad más romántica del país

El camino a Da Lat lo recuerdo bastante duro, a pesar de que el trayecto no fuera de más de 4 ó 5 horas, una gran parte del mismo era un puerto de montaña lleno de curvas y con una carretera bastante (bastante) estrecha. Eso sí, las vistas eran preciosas, con un montón de valles, lagos y vegetación.

Tuvimos nuestras dudas sobre ir a Da Lat. Por una parte, en términos arquitecturales y de urbanización no te da la sensación que estés en el auténtico Vietnam, sino en cualquier otro lugar. Por otro lado, al estar a 1500 m sobre el mar, el lugar tiene unas temperaturas más fresquitas y más agradables. Tanto es así, que la ciudad está siempre llena de flores y la llaman la Ciudad de la Eterna Primavera -sip, igual que Medellín en Colombia :p-.

Por último, había leído que Da Lat era el lugar por excelencia de luna de miel para los vietnamitas <3. A mi modo de entender, a pesar de las cursiladas varias (que las hay) si era el destino preferido de los enamorados la ciudad tenía que ser bonita u ofrecer algo interesante, no? Así que para allá que nos fuimos!

Habíamos reservado un hostel muy céntrico pero un poquito apartado de la zona mochilera, por lo que el pequeño trayecto a pie desde donde nos había dejado el autobús hasta allí fue una sorpresa muy agradable. Éramos prácticamente los únicos extranjeros, podías contarlos con los dedos de la mano. El ambiente era mucho más tranquilo que Ho Chi Min City o incluso que Mui Ne. La temperatura era perfecta, y la ciudad tenía muy poca polución y estaba limpia! Sí, sí, limpia y bonita. Sobre todo alrededor del lago en el que se concentraban un montón de casitas de una o dos plantas con tejados inclinados, como si de un pueblito en las montañas de Suiza o de Francia se tratara. De hecho a Da Lat también se la conoce por “Little Paris” no sé si porque es la ciudad del amor para los vietnamitas, si por sus casitas de arquitectura colonial francesa o por la torre de comunicaciones emulando a la torre Eiffel que puedes ver desde casi cualquier punto de la ciudad.

Es muy agradable perderte entre sus calles (y digo perderte de verdad, estuvimos 3 ó 4 días y no fui capaz de situarme ni un sólo momento entre tanta calle para arriba y para abajo, yo es que soy más de superficies planas como la playa…)

En Da Lat caminamos muchísimo, paseos “románticos” alrededor del lago, dando vueltas por la zona del mercado o yendo hasta la Truc Lam Pagoda, que estaba totalmente a las afueras de la ciudad. Esta pagoda, además de ser un sitio muy tranquilo y muy místico, tiene algo diferente, y es que puedes llegar en telecabina, lo cual hace que su visita sea aun más especial si cabe.

Otra “atracción” bastante curiosa que tiene Da Lat es la Crazy House (por cierto, muy acertado el nombre). Es una casa preciosa de un estilo que te puede recordar a una mezcla entre Gaudí, el país de las maravillas o cualquier casita de cuento. Ir a última hora de la tarde para poder apreciar sus bonitos colores y maravillosas formas redondeadas y culminar la visita viéndola con todas las lucecitas que tiene en el jardín. Es mágico. Tiene tanto tirón que en la misma parcela están construyendo lo que parece que será un hotel, y aunque aun no está aun acabado ya se puede apreciar lo espectacular que va a ser. De hecho actualmente en la misma casa, todas sus habitaciones están expuestas como si de un museo se tratara pero con la diferencia que si estás interesado en dormir en ellas puedes hacerlo, eso sí a un precio (25-50 USD/persona) que nosotros no podíamos permitirnos en este viaje.

Nuestras dos últimas noches en Da Lat las pasamos con nuestros amigos Harvey y Lucy, que iban siguiendo nuestros pasos, hehehe. Quedamos con ellos para cenar en un restaurante local en el que pasamos un rato genial porque la dueña estaba crazy crazy, más que la casa que acabábamos de visitar. Nos reímos muchísimo esa noche y planeamos con ellos un excursión a la montaña Lang Biang para el día siguiente.

A las 11 de la mañana quedamos en el punto de encuentro de la noche anterior, con nuestras motos y nuestros cascos dispuestos a la aventura 😉 Después de un rato llegamos a los pies de Lang Biang, donde pagas “la entrada” y el parking para la moto, ya que no te dejan subir con ella, y vosotros pensaréis que bien que te dejen subir con la moto, respetuosos con el medio ambiente… pues no, porque los locales sí pueden subir con ella. A los turistas nos ofrecen subir en un jeep, es la turistada (y negocio) del lugar. Nosotros, como somos unos raros y unos valientes ascendimos a pie, como toda la vida se ha hecho XDDD. 6 km de subida hasta la cima y otros tanto para bajar aunque esos son más llevaderos sobre todo si vas corriendo y haciendo el ganso como nosotros. Eso sí, la subida fue… buffff a mi me costó y mucho…, entre el asma y mi falta de entrenamiento, los dos últimos kilómetros fueron muy duros. Creo que en los últimos 500 metros de una subida súper empinada paré como 5 ó 6 veces, pensaba que no llegaba, pero lo conseguí!

Allí arriba nos esperaban nuestros amigos, que aprovecharon para grabarme cuando me vieron llegar. Os pongo el vídeo para que veáis mi cara de “me falta el aire”. Juny llegaba más relajado, con tanto descanso que le tocó hacer!

Las vistas merecían ese esfuerzo y mucho más! Espectaculares, los 4 en la cima más alta de Da Lat! Un momento para recordar.

Con este magnífico día y una última cena con Harvey y Lucy nos despedimos de la romántica Da Lat, otro adiós a nuestro amigos sin saber aun si nos íbamos a encontrar.

Nos vemos en el próximo post, en Hoi An, un pueblecito encantador!

[Vietnam] Un encantador pueblo de pescadores llamado Mui Ne

Este es un “post-digestivo” dedicado a aquellos que tuvieron la valentía de leerse el pedazo-tocho “post-de-choque” de nuestra llegada a Vietnam 😉 Así que hoy toca mar, barcas de pescadores, dunas blancas, rojas y un camino de hadas!

Llegamos a medio día a la terminal de Sinh Tourist (bueno, más bien es su oficina), situada en plena avenida de los resorts. Mui Né está formada por un núcleo urbano con su “puerto” (en un entorno puramente local), y por una avenida de 6 km dedicada al turismo, principalmente ruso. Habíamos reservado en el Goc Bien Hotel, ubicado a las afueras del pueblo y también alejado de la zona turística. Sí sí, ahí, asociales totales XDD Así que lo primero que hicimos al llegar fue alquilar un  medio de transporte para los tres días que pasaríamos en la zona. Regateando regateando conseguimos una scooter 5$ por día. Eso sí, tanto regateamos que lo que nos dieron era más bien una tartana: el marcador de gasolina no funcionaba, hacía un ruido espantoso, y parecía que en cualquier momento iba a petar. Pero no, aguantó cual campeona!

Por la tarde nos fuimos a explorar alguna playa, nos medio-perdimos por el pueblo, y terminamos en el puerto. Ver el atardecer desde allí fue realmente precioso. Con todas las barcas ya de vuelta, las mujeres vaciando vieiras a la orilla del mar, el reflejo del sol cayendo tras el mar… Ahí van algunas instantáneas!

En el hotel conocimos a Harvey y Lucy, una pareja de londinenses la mar de simpáticos, que nos invitaron a ir con ellos a comer y a ver el Fairy Stream, o Camino de las Hadas. Se trata de un riachuelo con muy poco caudal que permite hacer un paseo aguas-arriba entre formas arenosas blancas y rojas. Llegamos cuando ya estaba anocheciendo, por lo que los colores eran más rojizos si cabe. Un lugar sorprendentemente tranquilo, y aunque no llegamos hasta el final pudimos disfrutar de algunos rincones en el que el entorno te teletransporta a un cuento de hadas. Como curiosidad, vimos algunos flashes en la lejanía que al llegar a ellos (no es que fuéramos a cotillear, sino que estaban en “nuestro camino”) resultaron ser una sesión de fotos a una modelo desnuda, de la cual no tenemos pruebas fotográficas :p

Por cierto, esa tarde hubo una conversación interesante que cambiaría los planes del resto del viaje. Resultó que Lucy venía de pasar un mes en la India,… haciendo un curso para ser profesora de yoga en Rishikesh! (¿Recordáis el momento de iluminación que tuvo Mónica volviendo de Koh Rong?) Lucy nos dio algunos datos y con esa “semillita” en la cabeza nos fuimos de vuelta al hotel donde nos pusimos a “tantear el terreno” para lo que podría ser un mes intenso practicando y aprendiendo yoga en el norte de la India 😉

Al día siguiente hicimos la excursión típica en Mui Né: visita a las White Sand Dunes y las Red Sand Dunes. Para llegar a las primeras nos pegamos un buen viajecito con nuestra “amoto», con la brisa marina soplando fuerte y de costado, pero con una sensación de libertad absoluta. Nos perdimos un par de veces, pero reencontrarse era bastante fácil, simplemente esperar a que pasara alguno de los “jeeps turísticos” y seguir su camino.

Podría enrollarme y contaros donde comimos, cenamos, los precios, las calles, los locales,… pero lo prometido es deuda, y os había prometido que este iba a ser un post suave de relax y tranquilidad (y cortoooo!). Así que sin más, os dejamos con las últimas fotos y comentarios. Gracias por seguir leyéndonos 😀

El próximo miércoles nos leemos de nuevo, esta vez en Da Lat!