[Ecuador] Quito, el día internacional del timo y la peor noticia imaginable

Felices fiestas chic@s! Estamos en España y en Nochevieja continuaremos la aventura, esta vez por el sudeste asiático. Aún siendo días ajetreados, vamos a tratar de poner al día el blog. Así que miércoles y domingos seguiremos publicando los últimos episodios de nuestros días en Sudamérica. Un abrazo enorme, y felices fiestas!

Llegamos a Rumichaca, donde se encuentra el puente frontera entre Colombia y Ecuador. Cuñamos nuestros pasaportes y nos dispusimos a hacer el cambio de los pesos colombianos que nos habían sobrado a dólares (que es la divisa que se usa en Ecuador). Se acercó una mujer. Le preguntamos por el tipo de cambio y nos dice que nos puede ofrecer 1 usd por cada 2400 pesos. ¿Cómo? Pero si el cambio oficial está a unos 2000! Le decimos que ese precio no puede ser, y nos dice que se ha equivocado, que son 1950 pesos por dólar. Ok, así mejor. Saca su calculadora y marca 104.000 (los pesos colombianos que teníamos) entre 1950. Resultado 43 dólares. ¿Cómo? Le decimos que se ha equivocado, que ese resultado no puede ser correcto. Vuelve a marcar delante de nosotros los números despacito y nuevo resultado: 47 dólares. Mónica ya se calienta y le dice que no nos tome el pelo, que sabemos de matemáticas. Tratando de calmar los ánimos le digo que al cambio de 2000 nos tiene que dar 52 dólares y todos tan contentos. Accede, nos da los 52 y continuamos nuestro camino.

Cruzamos a pie el puente que separa ambas fronteras y llegamos a Ecuador. La cola no era muy larga, pero cuando faltaban unas 15 personas para llegar a ventanilla, el sistema informático se les estropeó y estuvimos esperando cosa de dos horas y media. Allí mismo nos encontramos con dos chicas alemanas (que habían sido compañeras nuestras de habitación en Medellín!) y cuando terminamos los trámites tomamos un taxi entre los cuatro que nos llevaría hasta la terminal. Un dólar por persona. Llegamos, comemos en un restaurante de comida corriente y nos vamos a coger el bus. No parece que sea un servicio muy serio por lo que les preguntamos otra vez (ya lo habíamos hecho antes de ir a comer) si tarda 4 horas y si cuesta 5 usd. Nos dicen que sí. Sí, los cojones. No llevábamos más de media hora cuando pasa el cobrador y nos dice que son 6 usd, y que ha habido un corrimiento de tierras, que hay que dar una vuelta por no sé dónde y que el trayecto será de cinco horas. Aleee la fiesta! Otra discusión al canto, ya no por el dinero, sino por lo que molesta sentirte timado. Bueno. Pagamos los 5 usd y llegamos a la terminal a eso de las 9 pm, más oscuro no podía estar.

Decidimos entre los cuatro coger otro taxi que nos llevara hasta el centro. Le preguntamos cuanto va a costar y responde que no lo sabe, que lo que diga el taxímetro. Claro, ahora resulta que un taxista no sabe cuanto le va a costar una carrera… Parecía que fuera el día internacional del timo! A los diez minutos de salir, le comento que no es por molestar, pero el taxímetro no corría. Me dice que es normal. Que al llegar le da al botón y sale lo que tenemos que pagar. Venga va! Le pedimos por favor que no nos time, que es nuestro primer día en Ecuador y que el cupo de timadas del mes ya lo tenemos cubierto. Llegamos. Le da al botón y… 20,55 USD! Ole ahí, lo máximo que nos debía cobrar eran unos 10-12 USD, incluyendo ya la tasa de tarifa nocturna. Le comentamos que se ha pasao tres pueblos y que le daremos 15 para no tener más lío, pero que sabemos que más de 12 era abusar! Agotaos y tri-timados, pero ya estábamos en Quito 😉 Al día siguiente, el clásico de cuando llegamos a una ciudad, el free walking tour!

Casualmente, Gonzalo, el hermano de Álvaro Gómez -compañero mío cuando hice prácticas en Pocketwidget el verano en que España ganó el mundial -estaba viviendo en Quito, y Álvaro nos sugirió que nos conociéramos. Quedamos para comer y preparamos una tortilla de patatas. Un poco más tarde llegaron André y Majo. Al día siguiente fuimos de nuevo a su casa, y ayudamos a Gonzalo a preparar un arrocito con chorizo para comer. Ya por la tarde André preparó una pizza (masa incluida!), y tomamos unas cervezas juntos acompañadas de historias inverosímiles que le habían ocurrido a Majo, mientras medio planeábamos una expedición al Amazonas e historias sobre la ayahuasca. Nos dijeron de quedarnos a dormir en su casa, que había espacio aunque no camas. Sin problema, al suelo como campeones. El plan para el día siguiente, subir al volcán Cotopaxi.

Nada nos hacia imaginar la fatídica noticia que íbamos a recibir la mañana siguiente. Esther, la hermana de Mónica había dejado este mundo. Así, sin más. Incredulidad, rabia, llanto, desgarro, pesadilla, sinsentido, dolor. Sentimientos que iban y venían sin control. Teníamos que volver a España cuanto antes. Gonzalo estuvo a nuestro lado en todo momento. Fue el inicio de los días más tristes de nuestras vidas, y le tocó vivirlos en primera persona. Muchísimas gracias por tu apoyo y por aportar calma y criterio en esos momentos tan complicados.

Esa misma noche tomábamos el avión de vuelta. Escalas en Atlanta y Barcelona. Treinta horas después ya estábamos en Palma de Mallorca para despedirle con una tristeza que desgarraba el corazón. La vida nunca volvería a ser la misma, un vacío demasiado grande quedaba en nuestras vidas para siempre.

[Colombia] Cali, capital de la salsa

Nuestro recorrido por Colombia llegaba a su fin. Llevábamos casi dos meses en este hermoso país, y es que es uno de esos sitios del que no te quieres marchar. Estábamos encantados con su gente, sus paisajes y las buenas vibras. Pensábamos que ya era imposible que nos sorprendieran, pero una vez más quedamos maravillados ante la amabilidad de la gente de este país.

En nuestro avión con destino a Cali, nuestro compañero de asiento era un chico colombiano llamado José Luis. Estudiante de Ingeniería Industrial y apasionado de las motos. Nos pasamos todo el trayecto hablando de su tierra, y de la nuestra (a la cual está loco por ir) y nos recomendó también varios sitios a visitar en Ecuador. Al llegar a Cali decidimos compartir taxi ya que era de noche y además nuestros destinos estaban bastante próximos. Intercambiamos números de teléfono y nos despedimos, prometiendo que quedaríamos con él a tomarnos una cerveza antes de salir hacia Quito.

En Cali nos hospedamos en el hostel El Viajero, y a decir verdad, fue todo un acierto. Precio bueno, desayuno muy completo incluido, buen ambiente, muy bien conservado, con piscinita y con varias zonas comunes y lo que es mejor… actividades gratis! Unos días había clases de yoga, otros de salsa, por las noches organizaban salidas para bailar… La clase de yoga muy buena y la de salsa… espectacular! Primero, porque no es la salsa cubana que conocemos en Europa, sino la colombiana. Pero es que además también nos enseñaron otra modalidad, la salsa urbana llamada salsa choke, y si no recuerdo mal ésta fue una de las canciones que bailamos. Los movimientos son rapidísimos, y si ves como mueven el culo los profesores ya flipas en colores! Súper recomendable dar alguna clase de salsa colombiana, y en especial de salsa choke, no lo olvidaréis nunca. Y para los que no lo sepáis, Cali tiene el reconocimiento de ser la capital mundial de la salsa… Con eso lo digo todo! Brutaaaaaaaal!

Una tarde nos fuimos al free walking tour para conocer un poquito la ciudad. Es bastante pequeña. En realidad se parece más a un pueblo grande. Uno de los sitios que visitamos con el guía fue el teatro. Y ya que estábamos por allí, cotilleamos los precios de una función de ballet que se estrenaba ese día, y nos lo podíamos permitir! Yo nunca había ido a ver un ballet y Juny sabe que todo lo relacionado con el baile me encanta, así que me propuso ir (por supuesto, compramos las entradas más baratas, allá en el quinto anfiteatro). Entramos por la puerta trasera (sí, es lo que tiene la distinción de clases…) pero el teatro estaba prácticamente vacío. A falta de cinco minutos para empezar, como el teatro no se llenaba, subió una de las azafatas y nos dijo, tanto a nosotros como a las cuatro personas que habían comprado la butaca más barata, que estábamos invitados a sentarnos en las butacas más caras, oh yeah! (Ahora sí eh? :p más vale pobres rellenando, que foto de las gradas vacías XDDD)

Llegó el día de partir hacia Ecuador. Y como lo prometido era deuda, nuestras últimas horas en Cali las pasamos con nuestro amigo José Luis en una licorería tomando las cervezas típicas del país! Mi elección la Redd, riquísima y muy dulce, perfecta para mí :p La de Juny la Poker, más fuertota! En ese encuentro José Luis se lo curró un montón y nos dijo punto por punto todo lo que teníamos que hacer para llegar a Ecuador, desde la compra de billetes, donde cambiar los pesos colombianos que nos quedaran a dólares, los pasos burocráticos del paso fronterizo,… everything!

Esa misma noche nos íbamos a la terminal de autobuses de Cali a comprar un billete hacia Ipiales, el pueblo fronterizo con Ecuador. José Luis nos había dicho quesi queríamos conseguir el precio de no-turista tendríamos que regatear y pedirles «la mínima». Y funcionó! De los 55000 COP por persona, bajamos a 40000 COP, y cuando ya parecía que estaba todo el pescado vendido, le explicamos que un amigo nuestro colombiano nos había sugerido ir directamente a esa compañía, que era la mejor, y que le preguntáramos por la mínima… finalmente conseguimos un precio de 35000 por cabeza! Olé, olé y oleeee!

El viaje nocturno en bus fue muy pesado, unas 11 horas. No es el más largo que hemos hecho pero no se porqué se me hizo eterno. La verdad es que iba con un poco de miedo y casi no pude dormir. En ese trayecto, hacía solo un par de años, se producían muchos asaltos a autobuses. De hecho, tanto era así, que para ponerle fin decidieron que todos los buses (indistintamente de la compañía que fueran) al llegar a determinados puntos del trayecto se esperasen unos a otros y fueran en caravana,… escoltados por la policía! Desde entonces la cosa está más tranquila 😉

Todo fue perfecto, y llegamos sanos y salvos a Ipiales. Nos fuimos a desayunar y a mí se me ocurrió entablar conversación con unas señoras colombianas que me dijeron que no me podía ir de Colombia sin ver una de sus maravillas, la cual se encontraba a tan solo 10 min en taxi de donde estábamos: el Santuario de Lajas. Y como viene siendo habitual en este viaje, modificamos el plan y nos montamos en un taxi colectivo que nos llevó hacia allí. Bajamos a pie y con las mochilas una media hora por unas escaleras empinadas y al llegar allí contemplamos esa preciosidad. Luego tocaba el mismo camino de vuelta pero de subida… No recomendable si no has dormido y llevas 10kg a tu espalda jajaja llegué casi desmayada!

Os dejamos las fotos de esta maravilla colombiana.

Sólo quedaba tomar un taxi para volver a Ipiales, donde coger el colectivo que nos llevaría hasta el puente de Rumichaca, justo donde se cruza la frontera para entrar en Ecuador.

Y hasta aquí el post de hoy. Un besazo!

[Colombia] Cartagena de Indias, un lugar mágico

Y tras nuestros días en las playas de Palomino y Tayrona… Por fin llegó el momento de ir a Cartagena de Indias! Lo estaba deseando desde el día que aterrizamos en Colombia!

Desde Santa Marta cogimos un bus que en 4 horitas nos llevaría hasta Cartagena, pasando por Barranquilla. Esta última es famosa por sus Carnavales. Es el más importante del mundo, después del de Rio de Janeiro, claro! Y además Barranquilla también es muy conocida porque Shakira, mi cantante preferida, nació en este marchoso lugar. Pero como no era época de disfraces y Shakira no estaba por allí, decidimos no quedarnos.

Ya casi de noche llegamos a Cartagena. Ésta vez si habíamos reservado el hostal porque es un destino muy turístico y es difícil encontrar sitios baratos. Nos quedaban 3 días hasta tomar nuestro vuelo a Cali, el que sería nuestro último destino en Colombia.
El hostal no era para tirar cohetes, pero estaba muy bien localizado, en el distrito de San Diego, justo al lado del centro histórico. No teníamos mucho tiempo y había mucho de lo que disfrutar afuera, en las calles. Así que como era la hora de cenar nos fuimos a la plaza del Convento, más conocida como la plaza de San Diego. Es una plaza con mucho encanto y llena de pequeños restaurantes. Nos comimos un menú corriente que incluía pescado, rico, rico!

Al día siguiente nos fuimos con nuestras mochilas, comida y agua para pasar una noche en Playa Blanca, en Isla Barú, al Sur de Cartagena de Indias. Lo llaman Isla Barú, aunque en realidad es una península que tiene la particularidad de estar separada del continente por el Canal del Dique.

Isla barú - ubicación
Para llegar hasta allí hay que tomar un bus que te lleva hasta Pasacaballos, y desde ahí tomar una moto-taxi que te cruce el dique, a través del puente. Te deja en la famosa Playa Blanca. Lo que más nos sorprendió del viaje en bus fue, que en una de las paradas, la que estaba más próxima al mercado subieron tropecientas personas a vendernos algo. Desde comida preparada, a bebidas, chocolatinas, candados, cuchillos, remedios curativos, y un largo etcétera. Eso era un no parar de vendedores ambulantes subiendo y bajando. Estuvimos allí parados aguantando el tirón como media hora y con un calor horroroso hasta que el bus volvió a partir pero valía la pena la espera! Finalmente llegamos a Pasacaballos y tomamos un taxi (bueno, más bien era un hombre con un coche que decía que nos llevaba). Nos costaba lo mismo que las dos motos y era mucho más seguro, teniendo en cuenta que no te proporcionan un casco y que van a una velocidad de miedo. Y lo sabíamos por experiencia propia!

Poco después llegamos a Playa Blanca, y a pesar de estar nublado, era precioso. Sólo nos faltaba encontrar una cabañita para dormir aquella noche. Fuimos recorriendo la playa y visitando las distintas opciones, a medida que íbamos avanzando, disminuían los vendedores ambulantes, la playa estaba más vacía y las opciones para dormir más baratas. Llegamos hasta casi al final y encontramos un sitio llamado El Parche de Alex que ya había visto por internet durante mi investigación… Por la cabaña con vistas al mar, ducha con agua no salada nos pedía 60.000 pesos colombianos, el precio era aceptable, sobre todo en comparación con lo que nos habían intentado vender en la otra punta de la playa pero le apretamos un poco y nos ofreció un nuevo precio… 40.000, y como pusimos cara de no tenerlo del todo claro… Nos dijo «no os lo penséis más, os quedáis aquí: 35.000 pesos» (es decir 14 euros). Ahhhh pues… Aceptamos!!!!

Menuda pasada. Disfrutamos de lo lindo en esa playa, relajándonos, yendo a hacer snorkel, charlando con unos argentinos que conocimos allí, preparando nuestra comida y nuestra cena con una frutas y unos sándwiches, fue absolutamente genial. Bueno, y yo creo que de mí ellos se acordarán toda la vida, porque por la noche mientras estábamos durmiendo entró uno de los gatos del dueño ya que las cabañas son totalmente abiertas y pasó por mi lado (el colchón está en el suelo) y me rozó. Al estar tan dormida y probablemente con el susto aún encima de los cerdos endemoniados pegué un grito tan fuerte que el gato se asustó y maulló aún más fuerte y se fue corriendo. A la mañana siguiente había bastante cachondeito conmigo porque todo el mundo se había despertado, jajaja :p
Pero lo mejor de todo es que amanecimos con un sol radiante. El mar estaba tan en calma, que el agua era de un turquesa precioso y totalmente cristalina!

La vuelta a Cartagena de Indias la hicimos en barco, ya que es más barata que la ida porque en el puerto de Cartagena inflan los precios a los turistas, jajaja. Casi nos tuvimos que quedar otra noche allí porque después de correr y muuuuucho, … vimos como el barco partía. Por suerte 500 metros más hacia adelante salía otro barco pero teníamos que volver a correr si lo queríamos pillar… Y esta vez sí! Vuelta en barco de dos horitas en el barco más lento de la historia y a disfrutar del paisaje, de un mango verde con sal y limón, y de la flamante llegada a Cartagena de Indias.

Volvimos al hostel de nuestra primera noche en Cartagena y a descansar. Al día siguiente nos esperaba una mañana recorriendo las calles del Centro histórico de Cartagena. Ya sabía que me iba a gustar pero fue aún mejor. Y eso que mis expectativas eran altas. Es uno de los pueblos más bonitos del mundo, no me extraña que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasearía por sus calles día tras día y no me cansaría. Esos colores, esas fachadas adornadas con flores, todo tiene una magia especial.
Y para ya despedirnos de Cartagena bien contentos nos fuimos a comer a un restaurante vegetariano baratito que estaba muy cerca del hostal… Y a quien nos encontramos allí? A la chica alemana que conocimos en la ecoaldea y que se fue con nosotros de allí! Esto de viajar es absolutamente maravilloso, encuentros y despedidas, y vuelta a empezar 🙂

A continuación os dejo una selección de fotos de la colorida Cartagena! Espero que os guste tanto como a mí!

Poco después tomamos el autobús que nos llevaría hasta el aeropuerto, que está situado en la mismísima ciudad de Cartagena para volar hacia Cali, último destino de nuestra querida Colombia.

Hasta el próximo domingo amigos!

[Colombia] Cumpliendo los 31 en el Caribe Colombiano

Después de tres días en la ecoaldea, y de no haber podido casi dormir la última noche, decidimos que ya estaba bien de experimentos y que era un muy buen día para ir hacia Santa Marta. No éramos los únicos voluntarios «sorprendidos» por esta peculiar ecoaldea, así que junto a la otra voluntaria, una chica alemana, nos despedimos de la gente de allí y nos fuimos a tomar un bus. Ella se bajó en la terminal para tomar otro bus a Cartagena y nosotros continuamos hasta llegar hasta Santa Marta.

Nos dirigimos hacia uno de los hostales más baratos de la ciudad y me dio mal feeling, no por el hostal, era muy humilde pero estaba limpio, sino por donde estaba situado, me dio la sensación de que no era un sitio seguro, así que nos dirigimos hacia la parte más céntrica donde se encontraban algunos de los mejores hostels y acabamos en La Brisa Loca, y esto era otra cosa. El hostel estaba genial, con varias zonas comunes, bar, piscina y viajeros! El sitio perfecto para volver a la normalidad y descansar sin tener pesadillas. Nos recibieron con una cerveza fresca de bienvenida y nos dieron las pautas para visitar santa Marta y nos dieron un consejo: «No os acerquéis a las calles 10 y 11, son las más peligrosas de Santa Marta.»Adivinad donde estaba el otro hostel…. Pues eso! :p

Ese día nos relajamos y salimos a cenar algo económico, pero de paso nos dimos un lujo…. Unos mojitos! Había oferta 2×1, así que fue baratito, baratito! Después de 3 días pasando hambre y sed me supieron a gloria!!

Al día siguiente ya nos despertamos totalmente recuperados y llenos de energía! Nos fuimos a comer a un restaurante corriente vegetariano, llamado Vital. Corriente significa, como en España un bar donde tengan menú del día. A la comida corriente va la gente local. Tienes incluido un zumo (o jugo, como ellos llaman), una sopa y a veces una ensaladita, y eliges el segundo plato, que suele ser carne o pollo. En este caso era lo mismo pero vegetariano y estaba todo riquísimo, nada que ver con lo que habíamos comido en los días previos!

Y luego a patearnos Santa Marta que al día siguiente teníamos previsto ir un poco más al norte, ya que yo tenía mucho mono de playa. Y aunque Santa Marta, ciudad, tiene mar, no tiene playas cercanas muy aptas para baño.


Así que al día siguiente tomamos otro bus hacia… Palomino! Bonito nombre eh?
Palomino es un pueblecito muy pequeño, no tiene ni un sólo cajero automático, para que os hagáis una idea, y la única calle asfaltada es la carretera que te lleva hasta allí. Todo lo demás muy muy auténtico. Esta vez habíamos reservado en un hostel muy cerquita del mar para dos noches, y cuando llegamos… Decidí que con una noche tendría más que suficiente. El hostel no es que fuera muy limpio. Veis como es mejor ir sin reserva? Así si no te gusta no te tienes que quedar… Jajaja. Esa noche nos fuimos caminando hacia la playa y hablamos con una mujer que regentaba el hostal Villa Delia. Estaba súper bien localizado, a pie de playa muy sencillito pero limpiooooo y también barato. Negociamos un buen precio y reservamos con un pequeña señal  para quedarnos allí la siguiente noche !

Así que amanecimos muy temprano, disfrutamos de lo único bueno que tenía ese hostal, unas vistas preciosas a la Sierra Nevada, desayunamos y nos mudamos hacia nuestra habitación privada a 10 metros de la playa, oh yeah!!!

Esos días las actividades fueron playa, playa y más playa. Y Juny hizo un máster en abrir cocos. No teníamos internet así que fue desconexión casi total, y digo casi porque en una de las sombrillas de de paja cercana al hostal si había. Iba súper mal pero funcionaba!
Y entre playa, cocos y mucho relax me desperté el día de mi cumple! La estampa fue divertida, yo bajo la sombrilla intentando leer los mensajes de whastapp y las felicitaciones por Facebook, todo en modo «Caribe», a velocidad mega lenta!

Y como colofón un super paseo por la playa hasta encontrarnos con el Río Palomino, una buena charla con una pareja de catalanes que conocimos allí y un rato jugando con las gigantescas olas.

Ese mismo día partíamos hacia un sitio aún más virgen, el Costeño Beach Hostel, situado en Mendihuaca, muy cerca del Parque Nacional de Tayrona. Habíamos decidió no ir al Parque Nacional que aunque nos dijeron  que es bonito es bastante caro. Puedes pagar (entrada a parte) por dormir allí en hamacas o tiendas de campaña pero queríamos algo del estilo pero que fuera más económico y Mattias nos había recomendado el Costeño Beach, ya que estaba justo al lado del parque y los paisajes eran similares. Estaba totalmente apartado de la civilización, tanto que nos llevamos unos cuantos litros de agua para los dos días que teníamos previsto pasar allí.

A última hora de la tarde nos bajamos en la parada que se suponía que era. Y allí estábamos, en medio de una carretera, sin ningún pueblo alrededor, sin casas por allí ni a quién preguntar. Sólo un cartel con una flecha que indicaba Costeño Beach. Y ahí fuimos, con nuestras mochilas siguiendo esa flecha. Estaba muy nublado y empezaba a anochecer. Cuando llevábamos 10 minutos andando esas nubes se convirtieron en lluvia, en una súper tormenta tropical! Como pudimos protegimos la tecnología que llevamos en las mochilas y continuamos. Íbamos por un camino de palmeras altísimas de grandes cocos, de esos que si te caen a la cabeza, te matan, así que así íbamos, en medio de la tormenta esquivando las zonas más pobladas de cocos y caminando en chanclas en medio del barro. Lo peor de todo es que la tormenta era cada vez más fuerte y sabíamos que aún nos quedaban 20 minutos más por lo menos de camino. Estábamos tan cerca pero tan lejos! Íbamos por un sendero paralelo al mar en medio de una jungla cocotera. De repente vimos una casa totalmente abandonada sin puertas ni ventanas, una zona parecía segura y con no demasiadas goteras para poder resguardarnos. Allí esperamos, recolocamos las cosas y protegimos todo lo que pudimos con las bolsas impermeables, nosotros estábamos totalmente empapados y ya era de noche. Vimos que la tormenta no iba a parar en un buen rato y decidimos continuar. Muy a lo lejos se veían unas luces, era nuestro destino!

15 minutos después totalmente empapados llegamos al hostel, sin reserva. Casi nos da algo cuando nos dice que no había ni hamacas ni cama en dormitorio compartido! Sólo había unas cabañas privadas a pie de playa, sin electricidad, sin ningún lujo pero muy románticas. Eran un poco más caras de lo que nos podíamos permitir, pero era mi cumple y sólo iba a ser una noche!
Después de cambiarnos de ropa con alguna prenda de la mochila que estaba sólo medio húmeda, y de poner a tender como pudimos dentro de la mini cabaña, ahí estábamos en el paraíso! Cenamos allí, como es un hostel que esta tan apartado de la civilización, tienen servicio de cocina y preparan dos platos a elegir. (Hay opción vegetariana también). Son precios muy económicos. Así qué cenamos de lujo y a descansar en nuestra pequeña mansión! Fue el cumple más largo que he tenido nunca, debido a la diferencia horaria con España, y fue la celebración más rara que he tenido nunca, y la más pasada por agua! Jajaja pero no lo olvidaré en la vida. Fue también uno de los cumpleaños más especiales, en el otro lado del mundo, sólo con Juny pero súper acompañada por todos vosotros gracias a la tecnología, frente al mar, y sintiendo que estaba haciendo lo que quería, llena de vida y cumpliendo un gran sueño.

El próximo miércoles, más y mejor! Llegamos por fin a Cartagena de Indias 😉

[Colombia] Playa del Ritmo y ecoaldea… Hare Krishna!

Hola amigos! Antes que nada, quería daros las gracias por todo el apoyo y las fuerzas que nos estáis transmitiendo. Me cuesta mucho comenzar a escribir como si nada hubiera ocurrido, por ese motivo aún no he sido capaz de plasmar nada en nuestro blog sobre el viaje. Me encantaría poder contaros todas nuestras vivencias en esos días tan fantásticos que disfrutamos en el Norte de Colombia y eso es lo que voy a intentar. Ahí va!

Y tras nuestros fabulosos días en Medellín partimos hacia el norte de Colombia. Después de un mes de voluntarios en el Buddha y de tener la oportunidad de conversar con tanto huésped viajero, decidimos que teníamos que hacer el trekking de 5 días a la Ciudad Perdida del que tanto nos habían hablado. La Ciudad Perdida es un escondido poblado indígena tayrona situado en la preciosa Sierra Nevada por el que sólo puedes acceder a pie. Este trekking parte desde Santa Marta o Tayrona, algunos de los lugares que queríamos visitar, así que contando los 5 días que necesitábamos para poder realizarlo y planeando desconectar unos días en la playa (ya que se acercaba mi cumpleaños y a mí me apetecía estar cerca del mar, para variar :p) decidimos comprar los vuelos. Y digo los vuelos, porque con la compañía VivaColombia te sale más barato el avión que tomar un bus que tarda un montón de horas en llegar. Ver para creer!

Así que después de las despedidas en nuestro querido Buddha hostel nos fuimos volando hacia Santa Marta. Pacho y Duvan nos habían recomendado el hostel Playa del Ritmo, que está situado literalmente en la playa. Está muy cerca del aeropuerto y de la playa del Rodadero, a media hora de Santa Marta. Fue allí donde nos llevamos el gran chasco! Nos enteramos de que durante las próximas dos semanas, el trekking de la ciudad perdida se había cancelado por motivos de ritos de los indígenas y nos sería imposible visitarla. Menudo bajón! Era el único momento del año en que se suspendía y nosotros no lo sabíamos. Pero bueno, al mal tiempo mala cara (ah no! buena, buena cara! XD), nos quedaban muchos días totalmente libres por delante hasta nuestro próximo vuelo. Lo que hicimos fue descansar y disfrutar del mar. El sitio invitaba a relajarte, a pasear por la playa, a hacer kayak (el hostel tenía una totalmente gratuita para los huéspedes), a disfrutar de atardeceres… Tras varios días allí, de algún que otro partido de fútbol en la arena y de algunas conversaciones sobre algunos de los preciosos lugares que queríamos visitar nos hicimos amigos de Mattias, un chico italiano que trabajaba de voluntario en el hostel. El chico había aprendido hacía unos meses a mezclar canciones y se notaba que era lo que más le gustaba. Tanto era así que una noche se ofreció a impartirle unas clases gratuitas a Juny sobre como utilizar una mesa de dj’s! Esa noche fue muy divertida y musical, ya que un hacía solo un rato que un huésped colombiano nos había dado a todos unas clases de salsa también gratis. Absolutamente genial!

Durante esos días Juny estuvo buscando alguna actividad diferente y especial para hacer en mi cumpleaños y encontró un programa de voluntariado en el Gambhira Eco Yoga Village. Las condiciones eran muy flexibles podíamos ir cuando quisiéramos y quedarnos cuantos días deseáramos a cambio de un precio muy razonable y de unas 4 horitas de trabajo por las mañanas.
Así que después de disfrutar de unos días en Playa del Ritmo, nos despedimos y decidimos irnos una semanita o 10 días de desconexión total a una aldea ecológica a comer bien, sano y saludable, a aprender de actividades sustentables como la agricultura orgánica y las eco construcciones, arte oriental, y sobre todo a aprender un poco de Yoga y meditación en contacto con la naturaleza.

Pero lo que nos encontramos fue una cosa totalmente distinta… Gambhira era una comunidad que a parte de la horita de yoga matutina, el resto era toooodo Hare Hare Krishna… con su templo, se levantaban a las 3am para cantar y bailar durante tres horas. Todas las noches me despertaba asustada y con pesadillas porque en la finca de al lado había unos cerdos que como Juny describía muy bien, sonaban como una mezcla entre orcos y una matanza de demonios! La comida era no sé si era vegetariana o vegana, lo que sí tengo claro es que era totalmente insípida! No se podía probar mientras se cocinaba por cuestiones «sagradas» (por lo que estaba malíiisima), los huertos ecológicos «habían desaparecido por la sequía», así que ni aprendimos nada de agricultura ni comimos nada de verdura ni de fruta orgánica. Yo me quedé bien delgadita, porque no comía pero es que tampoco bebía! El agua estaba hervida, sabía fatal y tenía cositas dentro… Y como no había suficiente fiesta con esto podías disfrutar de la naturaleza con unas arañas enormes y feas, negras y naranjas, cucarachas tamaño gigante y los ciempiés como un antebrazo de grandes, que se colaban por los tejados de hoja de palma de las cabañas. Y por supuesto las actividades de por la tarde prometidas en su página web no se hicieron…

Es de las cosas más curiosas que nos ha pasado en estos meses, no tuvimos ni ecología, ni yoga, pero fue toooooda una experiencia y nos enseñó a apreciar otras más buenas que nos pasan constantemente durante nuestro viaje.

Aunque como os podéis imaginar… No me apetecía pasar mi cumpleaños con este fiestón, prefería algo más de relax, así que aguantamos 3 días allí y nos fuimos hacia Santa Marta a hacer alguna cosa más turística y menos original, jajaja.

El próximo domingo, más y mejor: Santa Marta y muuuucha playa en Palomino y Tayrona!

[Reflexiones] Wisdom of Insecurity, a message for an age of anxiety

Escrito por Alan W. Watts en 1951, es el libro más profundo y directo que he leído en estos últimos meses. Sorprendentemente breve y de rápida lectura. En algunos momentos parece que se haya escrito en el s.XXI, demostrando que la naturaleza y las inquietudes humanas siguen siendo las mismas de hace más de medio siglo. Trata de temas tan variados y trascendentales como el concepto de Dios, el fluir de la vida y su imposibilidad de capturar la realidad, el sentido de la vida, las palabras como convenciones humanas, el deseo, y el sentido del yo, y de la muerte. Pero todo ello de una manera llana, lógica y argumentada. Sin relleno ni parafernalia.

Me parece complicado separar el contenido del libro de mis propias reflexiones. Es como si una vez leído, se haya mezclado con los conocimientos y opiniones previas, haciendo difícilmente distinguible lo nuevo de lo antiguo. Por ello, lo aquí escrito es más bien un filtrado-procesado personal de lo leído en el libro, que un resumen del mismo.

Me gustó especialmente la parte de las convenciones. Es curioso. Nunca había leído demasiado sobre ello, y en las últimas semanas se ha vuelto un tema recurrente. Convenciones son aquellas realidades imaginarias que forman parte de nuestra cultura e historia. Es decir, cosas que no son reales, pero que nos ayudan a funcionar como sociedad. No obstante, la mayoría de los seres humanos nos pasamos la vida aceptándolas y usándolas sin más, sin darnos cuenta de que no son realidades, sino convenciones. Las palabras, el dinero, los países, las religiones, las empresas, los partidos políticos, los organismos internacionales, los equipos de fútbol… todo son convenciones. Y sin embargo los tomamos como realidades hasta tal punto que nuestras vidas están completamente guiadas por ellas. Os invito a leer cualquier portada de periódico en un día e identificar la cantidad de convenciones que son noticia,… vivimos en un mundo imaginario. Sin embargo ha sido gracias a ellas que hemos conseguido crear comunidades más allá del entorno físico. Estas convenciones nos permiten “ser” español o colombiano, del Barça o del Atlético, del PP o de Podemos, católico o budista,… y así tratar de trascender el momento, formando parte de algo, si no eterno, sí más duradero que nuestro efímero paso por la tierra.

Pero sin duda lo que más me impactó fue su respuesta a la pregunta ¿cuál es el sentido de ese “yo” que tanto nos perturba? Empieza explicando la diferencia entre la experiencia del momento y la interpretación intelectual del mismo. Por ejemplo, cuando estás disfrutando de unas cervezas con tus amigos, o practicando tu deporte favorito, o disfrutando de la naturaleza, en ese momento “tú” eres simple y llanamente “tu experiencia”. No es el hecho de darse cuenta de “qué bien lo estoy pasando”, porque en ese mismo instante has dejado de experimentar y sólo estás procesando mentalmente una situación. El ser humano tiene una tendencia excepcional a intentar separar la mente, ese “yo” que busca su significado, del resto del cuerpo, de nuestras sensaciones y experiencias.

Finalmente el autor suelta la respuesta más “shock-ante” que te podrías imaginar… ¿queréis hacer un intento? ¿cuál creéis que fue su respuesta a “cuál es el sentido del “yo”? Vamos, imagina la respuesta más desmoralizadora… caliente, caliente… exacto! El “yo” no existe. Es el puro producto de nuestra imaginación.

Y para cerrar, os dejo algunas de sus perlas:

“Once there is the suspicion that a religion is a myth, its power is gone”

“Paradox as it may seem, we likewise find life meaningful only when we have seen that it is without purpose”

“It is only through silence that one can discover something new to talk about”

“We are being aware of the fact that any separate “I” who thinks thoughts and experiences experience is an illusion. To understand this is to realize that life is entirely momentary, that there is neither permanence nor security, and that there is no “I” which can be protected”

Recomendado por: Quintas. Muchas gracias!

Calificación: 9,8

El próximo miércoles, más y mejor! Volamos al norte de Colombia: Santa Marta, Palomino, Cartagena de Indias… nos leemos!

[Colombia] Guatapé, el mejor mirador del mundo

Este va a ser un post de los cortitos, que sabemos que el tiempo es un bien escaso y últimamente estamos soltando unas parrafadas «que pá que»!

Como sabéis, el presupuesto de nuestro viaje está ajustaete, pero cuando gestionamos bien los gastos durante unos días, de vez en cuando nos podemos dar un lujo.  Y éste es el caso de nuestra visita al peñón de Guatapé 😉 Guatapé es un pequeño pueblo, conocido por sus casas de fachadas coloridas y adornadas con zócalos clásicos, y sobre todo por La Piedra! Un peñón de 200m que se levanta imponente de «la nada» y que está auto-considerado como el «mejor mirador del mundo» XDDD

Así de primeras, puede parecer un poco ostentoso. Pero la verdad es que al llegar a su cima y contemplar los 360º, te quedas hipnotizado. Quizá sea porque los 740 escalones, o por el contraste entre la verticalidad de la piedra y las llanuras a sus pies, o por lo plana que está el agua de las lagunas,… o porque sabes que cuando vuelvas al pueblo te vas a comer una bandeja paisa como dios manda. Yo no lo sé pero… sí! Es un paisaje que se quedará para siempre en nuestras retinas. Un mirador extraordinario, y si no es el mejor, será de los mejores :p Ahí van algunas fotos de nuestro día «de lujo» por Guatapé y su peñón!

Y para quienes tengáis 18 segundos más, aquí está Mónica presentándoos al son del viento las vistas desde el Peñón 😛

El domingo que viene,… más y mejor con el libro «Wisdom of Insecurity, a message for an age of anxiety». Nos leemos!