Tras estos meses de viaje, una idea empezaba a gestarse en la cabecita de Mónica. Montar un hostel. Y es que el buen rollo que se respira, el ir y venir de gente de todas partes, hablar con ellos y compartir cada uno sus mundos… estaba empezando a engancharnos. Así que se abrió en la mente la posibilidad de montar un hostel cerquita de la playa, donde poder combinarlo con el arte de hacer mojitos y salidas deepboarding cada día (menudo planazo!). Pero claro, nunca habíamos trabajado en uno, y como veníamos lanzados de Panamá en el tema de voluntariado, nos dio por preguntar en el Palm Tree si conocían de algún hostel donde necesitaran voluntarios. Muy amablemente, hicieron tres o cuatro llamadas, de las que una devolvió una sorpresa: en el Urban Buddha Hostel necesitaban urgentemente a alguien porque la voluntaria se tenía que volver por motivos personales! Y es que el Urban Buddha no es un hostel cualquiera, sino que posiblemente era de los más bonitos y acogedores de la ciudad!
Así que para allá nos fuimos, con una dirección y un nombre por quien preguntar «Martín». Llegamos y a los 10 minutos vino Martin, que resultó ser español y de… Alicante! Ya está :p Entre gente de la «millor terreta del mon» algo espectacular tenía que salir. Le explicamos nuestro plan de aprender trabajando y que nos encantaría poder hacerlo en su hostel. A él le pareció bien la propuesta, y al día siguiente ya estábamos por allí. Mónica haría sus turnos de día, y los míos de noche 😉 Los días que no trabajáramos, a disfrutar de la Feria de las Flores y a hacer turisteo por Medellín y alrededores (próximo post: Guatapé!)
Feria de las Flores
Los primeros días aprovechamos para ir y respirar el ambientazo que se vivía en la ciudad para celebrar su semana. Animales gigantes hechos con flores naturales, desfiles de autos clásicos, conciertos gratuitos por las noches y el gran Desfile de Silleteros. Sin duda, el evento más importante de la Feria. Llegan personas de todos los pueblos de la provincia con una especie de escudos de 2m de diámetro, hechos con flores y soportados mediante estructuras de madera que son cargados a hombros. Bajo un sol abrasador, los silleteros transportan sus silletas (escudos) a lo largo del recorrido, constantemente supervisados por compañeros, pues no sería de extrañar que en algún momento desfallecieran. Cada silleta pesa entre 100 y 120 kg, y os prometo que algunas de las mujeres que las transportaban no llegaban a los 60 kg. Pero para ellos no es una penitencia, como pudiera parecer desde fuera, sino un honor y un orgullo. Una tradición centenaria (el desfile se hizo en 1957, pero es un medio de transporte utilizado durante siglos) que pasó de padres a hijos y que ha sido declarada en 2003 «Patrimonio Cultural de la Nación». Ahí van algunas fotitos!
Otro de los eventos que teníamos ganas de ver, era… un partido de en Colombia. Y resultó que un bonito miércoles, cuando volvíamos del Parque Arví, el metro estaba abarrotado de gente vestida de verde… esa tarde había partido, y no uno cualquiera. Era el derby, Nacional – Medellín!! Así que sobre la marcha, seguimos al río de gente y llegamos al estadio. Ya se escuchaban cánticos, la gente saltando -literalmente!- sobre las barandillas que separaban las gradas del vacío, reventas ofreciendo sus entradas, colas de acceso bastante largas,… Preguntamos por las taquillas, nos dijeron que era dentro de la tienda de ropa (ein?), y allí que fuimos… la más económica por favor? 17.000 pesos colombianos, o lo que es lo mismo 7 euros por persona! Aaaale pues, dale caña Manolo, que nos vamos a ver el fumbol!
Los fondos estaban hasta los topes, pero la parte neutra no tanto, así que nos sentamos donde nos pareció el mejor sitio, tanto por visión como por neutralidad (por si acaso :p). Y qué espectaculo! No ya tanto sobre el terreno de juego, que sería un nivel de 2ªB, sino por las aficiones. Se pasaron todo (todo!) el santo partido cantando, desde uno u otro fondo, e incluso desde los dos a la vez cuando se picaban! Hasta tal punto, que cuando metían un gol, todo seguía igual, ni unos dejaban de cantar ni los otros hacían mucho más ruido del que estaban haciendo! Menuda experiencia más intensa!! Ganó Nacional, los de «Yoooo soy del verde, es un sentimientooooo, no puedo parar!» Aquí algunas fotos y un pequeño video ilustrativo con distintos momentos de la tarde ;p
Pero sin duda, lo mejor de estas semanas fue compartir el día a día con Martín, Esther, Duvan, Pacho y Casey! Viviendo como staff de un hostel chulísimo, con un buen rollo de flipar y disfrutando de momentos únicos como el cumpleaños de Martín (con paella nocturna incluida), unos garbanzos con chorizo por gentileza de Manuel, las tardes tranquilas jugando al ISS Pro contra Martín y Casey (demostrando quien era el rey de la pista, muahaha :P) y las veladas de guardia esperando a que volvieran los huéspedes de fiesta XDDD Muchas gracias por darnos la oportunidad de conocer de primera mano como es la vida en un hostel y por hacer que nos lleváramos un recuerdo imborrable y con una sonrisa de oreja a oreja de nuestra experiencia paisa!
Y ya justo antes de irnos a Santa Marta, esa misma mañana vinieron al hostel Angel (de Vivir Al Máximo) y Alberto para conocernos en persona aunque fuera un ratito 😉 Muchas gracias por hacer lo imposible por vernos, fue corto pero intenso!
El próximo miércoles, más y mejor!