Y llegó el día que no queríamos que llegara, el día en que nos despedíamos de Bocas, de los nuevos amigos y del deepboarding. Tocaba continuar nuestro viaje. Y esta vez no sería en el jet privado, esta vez cogeríamos un bote hasta Almirante para llegar a tierra firme y de ahí un bus nocturno hasta Panama City.
La carita de pena que llevábamos encima se nos cambió por una mucho más sonriente cuando ya en el embarcadero vimos a Axel, uno de los chicos argentinos que conocimos mientras hacíamos de voluntarios en Under Sea. Íbamos a ir muy bien acompañados todo el viaje hasta Panama City.
Media hora después un taxi (incluido en el precio) nos recogía en Puerto Almirante y nos llevaba hasta la estación de autobuses. Teníamos más de media hora para comprar algunas provisiones antes de subirnos al bus que nos llevaría a la ciudad de Panamá.
Con unos cuantos snacks, unos litros de agua y una buena chaqueta ya estábamos preparados para aguantar las más de 10 horas de viaje. Y allí nos encontramos a Nicole, una chica portuguesa que también la conocimos haciendo deepboard 😉
Cada 2 o 3 horas paradita para interrumpir el sueño, estirar las piernas y de paso ir al baño… Ahhh y entrar en calor, porque el bus parecía que se había propuesto que sintiéramos que estábamos en Siberia (sin exagerar! :p ) Llegamos a Panama City sobre las 5:00 am y Axel, Nicole, Juny y yo decidimos compartir un taxi porque adivinad… Todos íbamos al mismo hostel en el casco viejo, el Luna’s Castle.
Poco después estábamos allí, ya que a esas horas no había tráfico. Panamá es una ciudad muy pero que muy congestionada en horas punta.
Llegábamos los 4 sin reserva y soñando con una cama, ya que lo que habíamos dormido en el autobús era poco o nada… Pero la ansiada cama tuvo que esperar y mucho! Hasta las 7:00 no se abría recepción, así que el de seguridad nos enseñó la zona de sofás para que al menos pudiéramos descansar un poco. Pero no éramos los únicos, habría como 6 personas más y al cabo de un rato llegaron muchas más. Nos acomodamos como pudimos unos en unos sofás, otros en sillones y algunos en hamacas. Yo me puse el despertador a las 6:55 am para hacer el check in lo más rápido posible. Me desperté y me fui a recepción imaginándome ya mi cama… Y la cama tuvo que esperar, nos dijeron que la persona en cuestión había tenido un problema y llegaría a las 8:00… A las 8:00 otra vez estaba yo allí … Y nada de nada, al final la recepción se abrió casi a las 9:00! Pero claro, la cola era tal que recibimos nuestra cama pasadas las 11:00!!
Después de descansar ya en buenas condiciones nos dimos cuenta de que ya era bastante tarde. No teníamos mucho tiempo, así que fuimos a comer un plato caliente (era la hora de la merienda pero eso no nos importaba) y luego a perdernos por el casco viejo de Panamá. Y a la vuelta nos encontramos con Axel y decidimos ir al bar del hostel para aprovechar el happy hour. Cervecitas, charlas, muy buena onda y alguna que otra conversación profunda. Y entre esas conversaciones una frase que pronunció Axel de Miguel de Unamuno que nos encantó «El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando». Ahí lo dejo.
Tras 2 o 3 cervezas tocaba llenar el estómago, una pizza para compartir y a dormir que el día de mañana sería muy estresante.
Amanecimos ya más descansados, desayunamos buffet libre de pancakes con chocolate orgánico y bananitos (plátanos para los españoles, algún día puede que os escriba un post sobre la variedad de plátanos distintos que hay en estos países!!) y decidimos ir al Canal de Panamá. Sabíamos que teníamos el tiempo súper justo. A las 14:00 tendríamos que volver al hostal a por las maletas y llegar a un aeropuerto que estaba relativamente cerca del hostel pero que nadie sabía decirnos como llegar, porque al parecer nadie sabía de la existencia de ese aeropuerto!
Seguimos las indicaciones para ir al Canal de Panamá en transporte público y fue….. Un desastre!! Llegamos a la terminal de autobuses ya tarde, fue más complicado de lo que pensábamos. Todo por ahorrar claro está, en este viaje hemos aprendido y corroborado que o tienes tiempo o tienes dinero… Y nosotros en este caso no teníamos ninguna de las dos cosas… Finalmente llegamos a Miraflores, que es el centro de visitantes desde donde ves todo el funcionamiento del canal… Cuando está en marcha… claro! En domingo no suelen pasar muchos barcos y el único previsto del día era a las 14:45. Meeeeeeec, error! Sabiendo todo esto y viendo que la entrada al museo y al mirador del centro valía 15 $ y lo único que íbamos a ver era una acequia grande porque no iba a estar en funcionamiento… Abortamos misión! Una fotito a través de un agujero de la verja y un medio check de lo imperdible de Panamá. Otra cosa sería verlo en movimiento pero era imposible, así que a otra cosa mariposa…
Si lo piensas bien es una construcción (una de las mayores de la ingeniería moderna) de más de un siglo que proporciona una ruta mucho más corta entre los dos océanos. No me cabe la menor duda de que verlo en directo tiene que ser una auténtica pasada y si no mirad este vídeo.
Como curiosidades os puedo decir que justo el pasado 15 de agosto se cumplían 100 años (2 semanas después de nosotros estar allí), que el mayor peaje por transitar el canal es de US$317.142, pagado el 7 de mayo de 2008 por el carguero MSC Fabienne y el récord del peaje más bajo fue establecido en 1928 por Richard Halliburton, que nadó el Canal pagando un peaje de sólo US$0,36. Su travesía de 10 días comenzó el 14 de agosto y terminó el 23 del mismo mes. Un dato que me ha llamado mucho la atención es que durante la construcción del canal se eliminaron más de 183 millones de m³ de material originalmente excavado que si se pusiera en un tren de plataformas, le daría la vuelta al mundo cuatro veces! Si os interesa el tema en la wiki está toda la información, que no quiero aburrir! 😉
Vuelta en taxi hasta la terminal de buses (después de regatear y rechazar a más de uno), en metro al hostal a recoger las mochilas y a irnos esta vez nosotros dos solos a tomar un bus que no sabíamos siquiera si paraba cerca del que resultó ser un mini aeropuerto que en nuestra tarjeta de embarque decía que se llamaba llamado Balboa pero que ahora lo llamaban Panama Pacific International Airport (suena mejor verdad?) y era la antigua base aérea de Howard. Salimos del hostal y justo en la entrada había un taxi que nos ofrecía llevarnos al aeropuerto, le explicamos que no era el aeropuerto Internacional de Tocumen al que todo el mundo solía ir, pero por suerte el taxista estaba al corriente de que vivacolombia había abierto un nuevo vuelo a Medellín y a Bogotá desde Panama City y sabía donde estaba la base a la que queríamos llegar. Nos dio un muy buen precio y nos subimos al taxi… sin comer… meeeeeeeeeec otro error. Llegamos muy bien pero muy pronto ya que habíamos calculado el tiempo para ir en bus y además en hora punta.
Era un edificio pequeño pero totalmente reformado. De hecho, sólo había la compañía de vivacolombia y había dos vuelos diarios máximo. Esa tarde sólo estaba previsto el nuestro y no había ni una sola máquina donde comprar ni unos tristes snacks. Menos mal que mujer precavida vale por dos y aún llevaba en la mochila algo parecido a unas tuc tuc que nos habían sobrado de las provisiones que habíamos comprado para nuestro viaje nocturno en bus. 3 horas allí aprovechando para escribir pero muriéndonos de frío y sin poder comer nada más. Por suerte había una fuente de agua potable 😉
Llegó el avión y sólo eso fue toda una expectación. Imaginaos la situación, era EL vuelo. El único del día!
Por fin lo habíamos conseguido, después de tantas horas de búsqueda de todas las alternativas, íbamos a llegar a Colombia en avión y por un precio extremadamente barato!
Teníamos muchas ganas y estábamos muy ilusionados por conocer un país al que absolutamente todos los viajeros que habíamos conocido nos habían recomendado!
Próxima parada: Medellín 🙂