[India] Taj Mahal, la perfección hecha arquitectura

Del hospital a Agra, casi directamente. Yo estaba aún muy deshidratada y no sabía si estaría lo suficientemente fuerte para irnos allí en tren, pero el suero hizo sus funciones y ahí estábamos a las 4.00 de la mañana despidiéndonos del staff del Hotel Surya en Rishikesh para coger un taxi que nos llevara a Haridwar a tomar ese tren.

Sumamente complicado es definir todo lo que se me pasó por la cabeza mientras íbamos en ese taxi. Habíamos vivido tantas cosas en ese pequeño pueblo, habíamos hecho tantos amigos, habíamos vuelto a renacer y como siempre… había una despedida, un final de una pequeña etapa, un punto y seguido. Había que continuar hacia nuevas experiencias y nuevas vivencias.

Yo estaba especialmente contenta, ese tren nos llevaría a Agra, a un pueblo que quizás no os suena ni de lejos el nombre, pero estoy segura que si os digo que allí se encuentra una de las 7 Maravillas del Mundo sabréis de lo que os hablo. Efectivamente, allí se alza el Taj Mahal!

Tras 6 o 7 horas de tren, y un tuk-tuk, llegamos a nuestro modesto hostal. No era nada del otro mundo perooooo tenía una terraza desde la que podías contemplar la sublime edificación, y eso fue lo que hicimos nada más dejar las mochilas en la habitación.

Un corto paseo por Agra, una comida en el que seguramente sea el sitio más barato de esa ciudad, una mini-siesta y a cenar con una fantástica compañía en la terraza superior de nuestro hostal: la luna llena de fondo y la sinuosa silueta del Taj Mahal. Una delicatessen para todos los sentidos.

Era una noche de luna llena y de calor asfixiante, y si no preguntadle a Juny que se despertó a las 3.30 de la madrugada acalorado, sediento y sin posibilidad de beber ya que el pequeño culito de agua que había sobrado del día anterior no le bastó ni para hidratarse las pestañas. El pobre se dio varias duchas de agua fría (tampoco os creáis que teníamos agua caliente, pero estoy segura que en esos momentos no la echó de menos) y sin poder aguantar más me despertó antes de lo previsto para ir a ver el Taj Mahal. Medio dormida, con legañas en los ojos estaba flipando, yo había propuesto levantarnos temprano para ir a ver el Taj Mahal al amanecer para evitar los calores y la muchedumbre. Pero eran poco más de las 4.30 y el guapo del equipo ya estaba vestido y todo… Poco después estaba yo también lista para ver una maravilla de la arquitectura, la que había soñado ver tantas veces meses atrás!

Primero de todo, comprar aguaaaaaaaaaa, y por suerte a esas horas estaban ya abriendo los primeros puestecitos y estaba amaneciendo!

Creo que el Taj Mahal es uno de los pocos edificios del mundo que tenía especialmente ilusión por visitar. Había visto cientos de fotos durante toda mi vida, pero quería tenerlo ante a mi, no tenía miedo a tener unas expectativas muy altas, sabía que aquel día lo iba a disfrutar.

Entrar al recinto costó un poco más de lo previsto, ya que cuando estábamos casi dentro, en el control de seguridad nos dijeron que nada de trípodes (aunque sean minis y ligeros, como el mío) ni de “palos de selfie” como el de la GoPro. A morderme la lengua (bueno, creo que no me la llegué a morder del todo, jijiji) y a seguir todas las normas e instrucciones súper coherentes…como las de tener que ir a las taquillas para dejar los “palos asesinos” y objetos varios que estaban a unos 10 minutos andando del control de seguridad.

Pero vayamos al tema importante, por fin llegó el momento que siempre había soñado… a través de una preciosa puerta que daba a los jardines ya podíamos apreciar la magnitud de esta maravilla y al cruzar el portón ahí estaba el Taj Mahal en todo su esplendor. Tan impoluto, tan simétrico, tan perfecto.

No os voy a contar la historia de la construcción, si os interesa aquí podéis documentaros bien. Prefiero compartir las imágenes, que nunca podrán emocionar tanto como el sublime edificio frente a ti, contemplándolo durante horas y escuchando estas preciosas palabras:

“La vista de esta mansión crea suspiros tristes,
y el sol y la luna derraman lágrimas de sus ojos.
En este mundo este edificio se ha hecho
para crear la gloria del creador”.

Con estos suspiros y lágrimas de emoción nos despedimos hasta el próximo post. Os queremos!

[India] Rishikesh, de otras historias dignas de ser contadas

Releyendo el título del post, creo que la lectura de la segunda parte de El Quijote me está afectando más de lo que pensaba a la manera de expresarme XDDD Bueno, vamos al tema!

Gente «diferente»

El mes que pasamos en Rishikesh fue absolutamente especial, único, y me atrevería a decir que es de esas vivencias que te cambian la vida. Sobre todo a nivel filosófico, aprendimos otra perspectiva de la vida, diferente (por no decir opuesta!) a la que recibimos en occidente y a la vez totalmente completa y coherente. Todo un shock, a la vez que un descubrimiento! Ojalá sepamos extraer lo mejor de cada una y saber complementarlas.

No sé si será porque íbamos con la predisposición de observar todo lo que ocurría a nuestro alrededor, o porque allí hay una mayor proporción de personas especiales, pero lo cierto es que tuvimos la suerte de conocer a varias personas digamos… diferentes. Y no es que sean diferentes porque son raras, o porque están medio pa’lla, si no porque no son como los demás. Son personas que cuando hablan están contigo (no mirando el móvil o pensando en la mona de pascua), que tienen tiempo, que te miran y escuchan sin juzgar a la primera, que no reaccionan, que están tranquilos, alegres en todo momento, que tienen una mirada tan transparente que se les ve el alma, que es un placer estar con ellos.

En nuestro curso, Vijeth (de quien Mónica ya os habló en el post anterior) era absolutamente impresionante, y varios de nuestros compañeros también tenían ese “no sé qué”, sobre todo Dustin,.. tanto cuando hablaba como cuando nos deleitaba con su voz o su guitarra… transmitía más allá de lo que las palabras y las notas musicales son capaces. Aunque la primera persona de este estilo que encontramos fue Stefan. Al llegar a la estación de Rishikesh nos encontramos con él y con su novia, Andrea, y les propusimos compartir el tuk-tuk hasta el pueblo. Ya desde el primer momento de la conversación te das cuenta de que es especial. Esa manera de mirar, alegre y tranquila, de verdad… Luego nos fuimos a desayunar, y durante los días siguientes (previos al curso), quedamos para ir a dar un paseo, cenar o tomar un zumo. Siempre tenían tiempo y ganas, aunque tuvieran que pegarse un pateo de 40 minutos hasta tu hotel para explicarte algo que te gustaría aprender. No sé! Es algo a lo que uno no está acostumbrado… ojalá podamos hacer un hueco en el futuro próximo e ir a visitarles para estar más tiempo con ellos y disfrutar de su compañía! La verdad es que fue todo un placer.

Ashram Beatles

Las fuerzas iban justas para las actividades “extraescolares”, sobre todo en mi caso (los músculos me estaban gritando, “pero que pasaaaaa! por qué me estás estirando de esta manera inhumana??”). Así que no fue hasta los últimos días cuando nos vimos con ánimo de ir al Chaurasi Kutia Ashram, más conocido como el Beatles Ashram.

En 1968, los Beatles viajaron hasta este ashram para asistir a una sesión de meditación trascendental, convirtiendo esta época en una de las más prolíferas. El ashram está abandonado pero mantiene su encanto. Situado en la ladera del Ganges, tiene acceso por un caminal (saltas una vallita y ya estás dentro), o por el lado del río donde un grupo de locales cobran por dejarte pasar (porque creo que no dan ni entrada).

Es más grande de lo que imaginaba. Algunas de las estructuras de hormigón empiezan a poder llamarse “ruinas”. Otras casitas en cambio se mantienen casi intactas (estructuralmente hablando, porque ventanas y puertas no queda ni una). Vacas pastan a sus anchas enfrente de lemas por la paz y el amor. Las vistas sobre el Ganges desde la altura. La vegetación comiéndose los caminos y adentrándose en las casas. Te sientas y tratas de imaginar como era este lugar hace 50 años. Un grupo de jóvenes soñando por cambiar el mundo a través de sus canciones… y vaya que si lo consiguieron! Realmente es un lugar especial ❤

Visita al hospital

Y ya la última! Hasta el momento, habíamos disfrutado de una salud de hierro y habíamos superado todos los cambios de países, continentes, climas y lo que hiciera falta. Pero el día del rafting por la noche, esta tendencia cambió de manera radical. Todos nuestros compañeros de curso habían estado al menos un día “de baja” a causa de problemas gastro-intestinales. Algunos decían que era la diarrea del viajero, luego que si un parásito, luego que si e-coli… la confusión (y los dolores de tripa) reinaban por doquier. Y nosotros habíamos resistido de manera heroica… hasta ese momento!

Por suerte no afecto a nuestro seguimiento del curso y solo teníamos problemas “al ir al baño”, pero día tras día la cosa fue empeorando y el día antes de salir hacia Agra la cosa ya era extrema. Así que nos decidimos a ir al hospital. Hablamos con el management del curso (que tampoco se explicaba lo que había pasado en esta época) y muy amablemente nos acompañaron en motos hasta la ciudad. Queríamos que nos hicieran un análisis para diagnosticar el origen de tal disfunción renal, pero tardarían un día y no daría tiempo a tener los resultados antes de subir al tren. Así que el médico decidió darnos lo mismo que a todos: una inyección en el culo, suero en vena para rehidratarnos, y algunos antibióticos (o yo que sé lo que era!).

La cuestión es que no sé si fue peor el remedio o la enfermedad. Que manera de manipular las agujas, ahí sin guantes, sin bata XDDD En resumidas cuentas, a mí me cortaron los efectos durante dos o tres días y luego vuelta a las andadas. A Mónica le salió un bulto en el pompis cuando estábamos en Israel que no podía ni andar (el cuerpo le rechazó completamente la inyección, y era como si la hubiese aislado y expulsado). Así que muy a nuestro pesar, pasamos unas semanas mas “flojos” de lo que hubiésemos querido, y como resultado un bajón de peso espectacular: Mónica 55 kg, y yo 85 kg… no se recuerda algo parecido en los anales de la historia!

Eso sí, con ganas ya de volver a España, ver que pasa y terminar con este ir y venir XDDD Al final haremos bueno el refranero español, con perdón de mesa, cuando dice que “no hay mejor placer más exquisito que cagar bien despacito” (y a ser posible, que sea bien durito… esto ya es de cosecha propia!)

Y para compensar todo este tiempo sin posts, ahí va «la vaca que bebe» XDDD

Próximo post… Agra y el Taj Mahal!!

[India] Rishikesh, 4 semanas que me cambiaron la vida

Como resumir un mes de experiencias en tan solo un post?

Voy a intentar empezar por el principio, aunque ni tan siquiera yo misma sé exactamente ni cómo ni cuándo empezó todo.

Como ya os conté en el post de Koh Rong, al volver de la paradisíaca playa, mientras estaba en el barco me vino como una revelación, no sé si usar esta palabra, porque suena realmente muy espiritual, pero el caso es que no encuentro otra manera de definirlo, y es que justo en ese momento pensé que quería ser profesora de yoga. Qué tiene esto de revelación? Pues que hasta ese momento había practicado 4 o 5 sesiones de yoga en toda mi vida. Que si lo pensáis bien no tiene sentido alguno! Por qué voy querer ser yo profesora de algo de lo que no sé? Y además “pro-fe-so-ra”! Es lo que siempre he dicho que NUNCA iba a ser. Por todo el tema de mis miedos al hablar en público, siempre ha sido una profesión que he admirado mucho pero que he pensado que no era para mi. Y entonces qué me pasaba? Se lo conté al instante a Juny. -Profesora de Yoga? Suena muy bien… pero tú quieres ser profesora? -Mmm no lo sé, creo que profesora de Yoga sí 😉

La cosa se quedó ahí y pocos días después llegamos a Vietnam y en el pueblecito de pescadores llamado Mui Ne conocimos a Harvey y a Lucy, y fue hablando con ella cuando de repente nos contó que hacía tan sólo unas semanas había estado en la India haciendo un curso oficial para ser profesora de Yoga. Queeeeee????

Cómo era posible? En todo este largo viaje no habíamos conocido a nadie que nos contara nada parecido, ni sabíamos de la existencia de este tipo de cursos, ni nada de nada. Le pregunté todo tipo de detalles, me dijo que el mejor sitio para hacerlo era en la cuna del yoga, en Rishikesh y nos dio el nombre de la academia donde lo había realizado ella.

Fue en ese momento cuando Juny y yo nos planteamos ir a la India y hacer el curso. Todo hay que decir que no sé muy bien porqué, pero habíamos decidido semanas antes que no iríamos a la India. Pero Juny, fiel a mis deseos y “revelaciones” se puso a buscar como un loco academias de yoga en Rishikesh y a escribir mails preguntando precios y confirmando fechas. En tan sólo unos días estábamos cambiando nuestra ruta por el sudeste asiático e intentando acoplar en nuestro presupuesto un curso intensivo de un mes para ser profesora de yoga, y todo porque la niña había decidido aun sin saber porqué que esto es lo quería para su futuro.

Bueno, y como ya sabéis… me inscribí en el curso y no sólo yo! Juny también. Él no había tenido ninguna “revelación» pero las pocas veces que había practicado yoga (las mismas que yo) se había sentido muy bien, tenía interés en intentar conectar la mente con el cuerpo, y parecía que esta práctica milenaria era una de las mejores para ello 😉

Todo esto afectó a nuestros planes en Vietnam, tuvimos que correr para llegar a Hanoi cuanto antes y hacernos la Visa a la India y como no, reservar los billetes de avión más baratos que encontráramos para llegar hasta allí.

Un mes y medio después nos habíamos recorrido la India de Sur a Norte en tren para llegar a Rishikesh a hacer EL CURSO. El domingo se inauguraba con una ceremonia y el lunes comenzábamos con las presentaciones.

Ese fue uno de los momentos más duros para mí. Uno por uno empezaron a salir a presentarse, teníamos que explicar nuestra experiencia con el yoga, por qué queríamos hacer el curso y nuestras expectativas para ese mes. Y la cosa se complicó, no sé por qué razón la gente se sinceró tanto, que abrieron su corazón de par en par, que si estrés, que si depresión, alguno llorando mientras se presentaba, mucho más intenso de lo que yo esperaba. Yo no estaba preparada para contar abiertamente lo que me comía por dentro, ¿cómo iba a salir allí a contarles que no sabía por qué estaba ahí, que no tenía idea de yoga y que había fallecido mi hermana hacía unos meses y estaba totalmente perdida en un mar de lágrimas? Pues lo hice, les conté entre sollozos sobre nuestra vuelta al mundo y sobre la tragedia inesperada, y les conté sobre “mi revelación”. Con los ojos lagrimosos de la gran mayoría y entre miradas de compasión me senté y el director del curso y profesor de Anatomía me dedicó unas palabras y me dijo: “El Yoga no lo buscamos nosotros, el Yoga nos elige a nosotros, por eso hoy estáis todos vosotros aquí”. Y también hizo un intento de reconfortarme diciéndome: “Tu hermana está contigo y ella se va a convertir en profesora de yoga a través de tí”.

Qué sensaciones tan fuertes para el primer día, no me esperaba para nada algo así, pero tengo que reconocer que aunque al principio me parecía más una sesión de “terapia” que otra cosa, el explicarlo abiertamente me había liberado de alguna manera, ya no tenía que esconder nada, les había entregado mi corazón y era ya su elección ayudarme o no. Todos conocíamos la situación del otro y de alguna manera todos estábamos más unidos.

Como os podéis imaginar no todos los días fueron así de intensos con respecto a las emociones, pero si intensos con respecto a nuestras agujetas!

Todos los días nos levantábamos a las 6:00 am, nos duchábamos y a las 6:30 teníamos que estar en la biblioteca de nuestro hotel donde nos servían un té de hierbas. Poco después tocaba una de las cosas que menos me gustó de la vida yogui y era la limpieza nasal. Con un cacharrito, te insertas en uno de los agujeros de la nariz agua salina a temperatura tibia tirando a calentita (os gusta mi nivel de exactitud científico que tengo?) y con la cabeza inclinada ese agua que entra por un agujero se supone que sale por el otro. Luego tienes que hacerlo con el otro agujerito. Creo que tardé dos semanas en conseguir hacerlo bien por los dos lados y además me resultaba bastante desagradable, jajaja pero tengo que reconocer que cuando lo consigues toda la suciedad y los mocos se van pa’ fuera y las respiraciones que hacemos en clase fluyen muchísimo más!
De 7:00 a 9:00 am, Cantos de Mantras, Pranayama (respiración) y Asanas (las posturas del yoga propiamente dichas, lo que todos conocéis) con Vijeth. Al principio de la clase cuesta mover el cuerpo, pero poco a poco va mejorando la cosa 🙂
De 9:00 a 10:00 desayuno, que como os podéis imaginar desde las 6:00 en pie el estómago rugía como un león. Pero es que no queda otro remedio que hacer las cosas en este orden ya que para la práctica del Yoga, especialmente para la respiración y meditación hay que tener el estómago completamente vacío!
A las 10:00 empezaba nuestra clase de Anatomía con Roshan, aunque la primera semana se dedicó a hablar más de la filosofía del Yoga y estábamos encantados 🙂
La última clase de la mañana era otra vez con nuestro querido profesor y amigo Vijeth y esta clase sí que era de filosofía del Yoga, aunque me atrevería a decir que era mucho más que eso, era filosofía de la vida, era enfrentarte a tus miedos, era conocerte a ti mismo, era todo!
De 1:00 a 2:00 pm teníamos el horario de comida, que por cierto no he dicho, pero todo estaba incluido en el precio del curso y era todo totalmente vegetariano, por lo que la inmersión en esta filosofía de vida era total. Además la comida estaba bastante bastante bien y era muy equilibrada y bastante variada 😉
Y de 2 a 5:00 pm llegaba el momento en que se suponía que aunque era tiempo libre, lo ibas a dedicar a estudiar y a escribir tu propio libro personal de asanas pero para Juny era el momento en que podía recuperar sus músculos y se pasaba casi las 3 horas durmiendo. Pobret! Todos teníamos agujetas pero él estaba que no podía casi ni moverse! Yo me los pasaba o leyendo, o en Facebook y a veces durmiendo, escribiendo en el blog, poco, jajaja.
A las 5:00 y hasta las 7:00 pm clase de Asanas y Meditación (aunque casi siempre hacíamos la meditación por la mañana). Esta clase la empezamos con Yasmine, un chica inglesa fantástica, pero que por motivos personales tuvo que marcharse a mitad del curso. La sustituyó Surja, un chico local, un máquina de la técnica, alineación y ejecución de las posturas.
De 7:00 a 8:00 pm era el tiempo que tenías para ir a cenar y luego tiempo libre.
Las luces en el hotel en las zonas comunes se apagaban a las 9:30 pm, luego era tu elección irte a dormir o no. Nosotros no lo hacíamos y luego a las 6:00 am no había quien nos levantara, jajaja
Los sábados eran parecidos a excepción de las clases teóricas de Anatomía y Filosofía que se sustituían por la proyección de algún video con su posterior debate, muy muy interesante.
Los domingos eran totalmente libres (pero seguías teniendo la comida incluida en el horario normal) y se organizaban actividades gratuitas y opcionales como visitas a templos, trekkings o rafting!

Y así durante 4 semanas, de forma muy muy intensa, sobre todo porque en la tercera y cuarta semana ya te tenías que empezar a preparar las clases para impartirlas tú. En la tercera semana una mini clase, de forma más light, como toma de contacto, más cortita y solo para la mitad de los compañeros. Y en la cuarta semana tenías tu “momento de gloria” (o no, jajaja que sí que sí, que todo el mundo lo hizo muy bien) y tenías que impartir junto a otros dos compañeros que te habían tocado por sorteo una clase de “verdad” a todo el resto de alumnos.

Y yo, en la tercera semana me empecé a agobiar y mucho, a los días cada vez le faltaban más horas y yo ya no sabía en que lío me había metido. Además había pasado algunos momentos voy a llamarlos “intensos” en algunas clases de Vijeth. Eran tantas verdades las que me transmitía que eran como puños golpeando mi cara. Estuve, emocionalmente hablando, bastante mal esa tercera semana, incluso tuve pesadillas pero llegó el día de la presentación de prueba y mis compañeros no me pudieron felicitar más. Una inyección de moral, de confianza y de alegría. Me hicieron sentir que lo que estaba haciendo valía la pena, y que por lo visto no lo había hecho muy mal. Me dijeron que no podían dejar de mirar mi sonrisa al dar la clase y seguir a mi cuerpo. Que no necesitaba hablar para dar instrucciones, que lo transmitía todo con mi lenguaje corporal. El profesor me felicitó y me animó a continuar por ese camino. La prueba de Juny por lo visto fue un éxito, yo no estaba en su grupo, por lo que no pude disfrutar de su clase pero me hablaron maravillas, y es que quién tiene vocación de profe, la tiene. Da igual si enseña Matemáticas, Física o Yoga, la gente disfruta con él 🙂

En la cuarta semana todo se centró en las clases que nuestros compañeros nos iban impartiendo, y esta vez sí que pude disfrutar de la clase espectacular que hizo Juny junto Maithili y Radha. Me encantó, transmitió confianza y conocimiento, y mucho entusiasmo, absolutamente genial!!

Además de disfrutar de todas estas fantásticas clases me centré mucho en mis horas libres en la práctica de la clase “magistral” que me tocaba dar con Karol y Kathleen. No sé como explicar como fue todo el proceso. Ellas fueron todo para mí esos días. La garra y la fuerza de Kathleen, la sensibilidad de Karol. Las dos eran unas expertas en Yoga, cada una a su manera y con su estilo. Aprendí mucho de ellas esos días, me transmitieron sus conocimientos y todo su apoyo, tuvieron una enorme paciencia conmigo y aunque no está bien que lo diga yo, impartimos una clase espectacular que nuestro compis no olvidarán en mucho tiempo!!!!

Lo hicimos!!!! Ya éramos oficialmente profesores de Yoga! 😀 ❤

Dos días después, teníamos la ceremonia de clausura y entrega de diplomas, y las celebraciones. Y a partir de ahí empezaron las despedidas, una tras otra. En algunos casos fueron más emotivas que otras, pero sé que a muchos de estos compañeros los volveremos a ver en algún lugar del globo terráqueo.
En esos días se hizo costumbre ir a cenar los que aun quedábamos por allí a algún restaurante de la zona y teníamos la suerte de que nuestro profesor Vijeth nos acompañaba y nos daba casi sin querer lecciones yoguis.

No sé si fueron esas lecciones, si fueron las clases, si fueron las posturas, o fue la meditación (que tanto dolor y miedo me causaba), no sé qué fue, pero una de esas mañanas, Juny y yo estábamos haciendo balance de todos los sentimientos, de todas las experiencias vividas y de si había valido la pena hacer el curso, y me encontré a mí misma diciéndole que aun no sabía si el yoga me había elegido a mí pero si sabía que había superado la muerte de mi hermana. Podía recordar los peores momentos vividos en los últimos meses, podía hablar de ella y lo podía hacer sin llorar. No sentía tristeza. Era como si se hubiera curado mi profunda herida. No sentía dolor, no sentía la carga que llevaba encima que me culpabilizaba de su muerte por alguna razón. No culpaba a nadie de su muerte, ni a mis padres, ni a ella, ni a mi, ni al destino. Era libre. Amaba a mi hermana pero aceptaba que no podía estar con ella en su cuerpo, tenía que vivir de alguna manera en mí.
Es difícil explicarlo, es como si hubiera vuelto a renacer, la echo de menos, claro que la echo de menos, pero sé que está acompañándome, sé que está conmigo y sé que está bien. Sé que de vez en cuando sueño con ella y la abrazo y sé que no importa la distancia que nos separe, siempre habrá un cielo que nos una.

Sólo por esto, evidentemente ya ha valido la pena el curso, no sé si ejerceré finalmente o no, solo sé que me ha enseñado a simplificar la vida, a que el yoga no son cuatro posturas de flexibilidad, que es un estilo y una filosofía de vida. He aprendido que nos tenemos que liberar de los pensamientos, echarlos todos, de que tenemos que desapegarnos de lo material pero también de las personas, eso quiere decir ser totalmente independientes, que nosotros somos los únicos culpables/responsables de nuestra felicidad, y lo más importante es que el Yoga me ha limpiado y purificado el alma y vuelvo a ser persona.

Y aunque el post esté en español y no vayan a entender nada, quiero dar las gracias a cada uno de los profesores Roshan, Yasmine, Surja y sobre todo a Vijeth por transmitirnos y predicar con el ejemplo. Simplemente GRACIAS.

Gracias a cada uno de los compañeros que han aportado su granito de arena y me han ayudado en este camino de superación y crecimiento. GRACIAS a Kathleen, Karol, Jaimmi, Kir, Dustin, Radha, Fadhu, Jane, Liz, Maithili, Supriya, Shanti, Matthew, Brenton, Rebecca, Poppy, Kate, Miriam y Anita, y por supuesto a Juny compañero de yoga, de vida, de viajes, de alegrías, de tristezas, de fatigas y de lo que haga falta, que una vez más me ha demostrado que me entrega su amor incondicionalmente. GRACIAS!

Y paro ya que, me emociono… y lloro pero de felicidad!

Os dejo con las fotos de los mejores momentos del curso. Y perdonadnos la calidad de las mismas, porque es un popurrí de las que nuestros compañeros han compartido en facebook, y no hay casi ninguna nuestra porque casi no hicimos. Eso sí, las hay muy buenas 😉

Namaste!

[India] Jaisalmer, regreso a un pasado remoto

Estimados amigos y lectores, ya estamos de vuelta al blog! Las últimas semanas han sido de desconexión total y os hemos tenido abandonados, pero si todo va bien… de domingo a miércoles y tiro porque me toca, publicaremos sin pausa hasta el final del viaje 😉 Nos habíamos quedado en la estación de tren de Jodhpur, la ciudad azul, esperando a abordar el tren nocturno que nos llevaría hasta Jaisalmer. Todo iba como de costumbre hasta que llegamos a nuestro vagón en sleeper class y oh sorpresa!, estaba llenísimo! Nos hicimos hueco entre el gentío hasta llegar a nuestros bunks y Mónica encontró el suyo ya ocupado por dos señores sentados. “Excuse-me, this is my bunk”. En respuesta, uno de ellos acepta la evidencia y se baja, pero el otro se queda y al ver que había otra vez hueco le hizo señas a un amigo para que subiera a sentarse con él. ¿Cómoooo?, debió pensar Mónica, porque la siguiente reacción pasará a los anales de la historia como “mítica”. Mochila en espalda, con la mirada clavada en su rostro, índice de la mano derecha levantado señalándole primero a él y luego al suelo, mientras le ordena que se baje con un simple, contundente y de elevado volumen: “You. Down!” El hombre agachó la cabeza e inmediatamente descendió de su deseado asiento. Orgullosa tras la reconquista, se intuía en su rostro un “Hasta ahí podíamos llegar, hombre! Que me quitaran MI sitio!” XDDD Minutos después el tren partía y efectivamente había un overbooking que aún no habíamos experimentado. Camas compartidas por 2-3 personas durmiendo unos sobre otros, familias enteras durmiendo en el suelo, el revisor pasando sobre ellos con el riesgo de pisar algún dedo, cabeza o pie,… Sobre las 5am, cuando el sol aún no había asomado en el horizonte, llegamos a nuestro destino. Allí nos esperaba un jeep que nos llevaría hasta nuestro hotel, dentro del propio fuerte de Jaisalmer. La idea de llegar hasta esta ciudad tan al oeste del país era disfrutar de su fuerte y hacer una excursión al desierto. A tan solo 150 km de la frontera con Pakistan, el paisaje en el horizonte es completamente desértico y la temperatura del lugar así lo confirmaba. Tal era el calor (o eso creo yo), que tras descansar unas horas y subir a la terraza del hotel sentí como si me quitaran todas las fuerzas y me volví a la cama donde pasaría el primer día casi completito 😦 Vaya con el hombretón, que sube un poco la temperatura y le da bajón… XDDD Todo sea dicho, en el hotel Sirja Hotel se estaba muy bien: habitación bien grande con vistas al desierto, restaurante en la terraza y hasta un poco de internet de vez en cuando. Preguntamos por los precios que ofrecía el hotel para hacer la salida al desierto… día completo (jeeps, camellos, comida, bebida, noche al raso en medio de la nada por 1500 INR/persona). Nos miramos. Sabíamos que habíamos llegado hasta allí principalmente para eso. Pero entre el precio (por supuesto podríamos haber buscado más opciones), que el calor me estaba derritiendo y que me entró el acongojonamiento por estar tan cerca de Pakistan y en las noticias bla-bla-bla… total, que decidimos no ir al desierto XDDD Así que nos quedamos en nuestro querido fuerte los tres días y tres noches. Por el día refugiándonos del calor, disfrutando de las vistas y paseando entre las callejuelas del fuerte, que te teletransportan a lo que debía ser una ciudad hace un par de milenios. Por la noche, incansables y eternas luchas contra una legión de mosquitos. Yo no sé de donde salían (mosquiteras en las ventanas y puerta cerrada todo el día), pero no había noche en el que no cayeran diez o doce en combate. Eso sí, no sin antes perder los 30 ó 40 minutos de rigor persiguiéndolos por toda la habitación, perdiéndolos y reencontrándolos, saltando por encima de la cama y buscando a los que se quedaban agazapados en el baño. Pero es que no hay cosa que más me desespere que apagar la luz y escuchar el clásico bzzzzzzzzzz… bzzzzzzzz. Finalmente, tras la intensa lucha, llegaba el merecido reposo del guerrero!

Y así transcurrieron los últimos días en el Rajastán, tranquilos pero disfrutados. A continuación, un tren hasta Dehi, otro hasta Haridwar y un tercero hasta Rishikesh, nos llevarían finalmente hasta la experiencia por la cual habíamos venido hasta a la India: cuatro semanas intensivas de práctica y aprendizaje del yoga! Vamos que nos vamooooos!

[India] Jodhpur, la ciudad azul del Rajastán

En nuestro camino hacia Jaisalmer no queríamos perdernos la oportunidad de visitar Jodhpur. Sólo sería una noche, aunque intuíamos que sería suficiente para disfrutar de la esencia de la ciudad azul del Rajastán.

Llegamos a su estación de trenes antes del atardecer, y un tuk-tuk gentileza del hostel ya estaba esperándonos. De hecho, el tren había llegado con retraso (algo nada excepcional en la India), y el conductor nos dijo que llevaba esperando tres cuartos de hora. “Mala suerte” pensé yo, ya que es muy fácil saber el retraso con el que llegará un tren, sea mediante internet, una aplicación móvil o en los paneles de la estación. Pero aún así, pensamos en darle una pequeña propina al llegar. Lo que no sabíamos es que nos había tocado el tuk-tukero más loco de toda la India. Sólo fueron 10-12 minutos, pero que miedoooo… Las calles del casco antiguo son estrechísimas y por ellas pasan vacas, personas, motos y tuk-tuks en ambas direcciones, y todos a la vez… pero ese factor parecía no importarle y más bien conducía como si le hubiera salido la “super-estrella” del Mario Bros y se hubiera convertido en el tuk-tukero invencible! Allá iba él con el “claxon” sonando en cada curva (y rectas también! – por si acaso), chirriando ruedas al acelerar y sacando humo de los frenos cuando la galleta era inevitable (bueno, en realidad lo de chirriar no es literal literal,… pero porque el motor no daba para tanto XDDD). Sorprendentemente llegamos sanos y salvos al hostel, y claro la propina se quedó en el bolsillo para la próxima ocasión.

Habíamos reservado la habitación más barata del Cosy Guest House, un hostel (a priori) muy recomendado en el casco antiguo. Su principal atractivo son las increíbles vistas sobre la ciudad que tiene desde su terraza, y al estar apartado de la zona turística, con el simple hecho de salir a la calle, ya tienes aventura asegurada mientras esquivas vacas y desagües, y atiendes a niños que te preguntan sobre el país de donde vienes, la moneda que utilizan, y si tienes alguna porque se las coleccionan… XDDD La verdad que tenían la lección bien aprendida! Nos registramos y subimos al segundo piso, donde estaba nuestra habitación. Cuando abrimos la puerta de la habitación, me quedé como pensando “En serio?”. La habitación en realidad era una especie de pasillo con dos camas individuales, una tras otra. Me senté en una y en ese mismo momento se desmonta una pata y allá que vamos la cama y yo! La otra no era mucho más resistente, así que nada, colchón al suelo y a dormir. Cierto es que por el precio de la noche, no podíamos tampoco esperar mucho más (teniendo en cuenta que encima te recogen de la estación :D)

Al día siguiente, visitamos el mercado Sardar, donde se encuentra la Torre del Reloj, nos dimos una vuelta entre puestecillos de fruta, especias y frutos secos bajo un sol abrasador. Estábamos secos y decidimos refugiarnos en el único “bar”, donde servían lassis. Cuando me dirigía hacia el mostrador, vi al hombre con quien Mónica se había hecho una foto hacía un rato, indicándome por señas de que él pagaba los lassis. Le digo que no hace falta y, muy al estilo indio, pega un grito pasa su brazo por encima de las cuatro o cinco personas que tenía delante, recibe la atención prioritaria del camarero y paga cuatro lassis, dos para nosotros y dos para él y su mujer. Nos invita a sentarnos juntos, y en  “inglés a lo indio” conseguimos entender el nombre de su pueblo y que es comerciante de patatas y cebollas. Le contamos nuestra historia rápidamente y cuando nos vamos a despedir nos da su dirección (física!) para que le mandemos una copia en papel de las fotos que nos habíamos hecho! Que crack 😉 Eso del e-mail, para qué hace falta?? Queda pendiente antes de salir de la India hacer “el recado”. La verdad es que no había muchos turistas en Jodhpur, pero no sé si somos tan importantes como para que se pongan la foto con marco y todo en su salón… XDDD

Seguimos pateando por la ciudad, comimos “de picaeta” india y de vuelta nos encontramos a un grupo de niños jugando al cricket en la calle. Me invitaron a jugar, lancé algunas bolas y traté de batear un par de veces pero estaba claro que no había nada que hacer “con el nuevo fichaje”, así que le pidieron a Mónica que les hiciera unas cuaaaaantas fotos posando a lo cracks. Les encantaba después de cada foto ir corriendo a ver cómo habían quedado! Son tan agradecidos… Unas horitas de relax en la sala del hostel y hacia la estación de trenes, esta vez andandito, que hay que cuidar la economía.

Fueron algo más de dos kilómetros, pero algunos tramos se nos hizo largo. De noche, sin luces, tuk-tuks por todos los lados, ausencias momentáneas de otros peatones… Y así íbamos, apretando el paso, para llegar cuanto antes, cuando de repente nos encontramos unas comparsas “a lo reyes magos”, la gente esperando a los lados de la carretera, desde las mini-carrozas lanzaban dulces,… pero que pasaaa?? Resulta que esa noche era la celebración del año nuevo indio (no sé exactamente en qué se diferencia, porque ellos utilizan nuestro mismo calendario), y era el día de un dios muy importante en Jodhpur. En algunos puestecitos de la calle, nos paraban para explicarnos su fiesta, darnos algo de arroz bendecido, en otros ponían musicote,… vamos todo un fiestón en lo que aparentaba ser un día cualquiera 😀 Finalmente, y con la excusa del tren, conseguimos zafarnos del acoso mediático de ser los únicos foráneos en la celebración y llegamos a la estación!

Noche en movimiento,… nos vamos a Jaisalmer!

[India] Pushkar, lago sagrado y Diksha

La estancia en Jaipur se alargó más de lo previsto y tuvimos que cambiar el planning inicial para llegar a tiempo al curso de Yoga en Rishikesh. Así, casi sin saber como, acabamos en un lugar llamado Pushkar.

Puskar es un pueblecito, y cuando digo un pueblecito es porque es muuuuuy pequeño. Una calle principal, unas pocas calles secundarias y un lago del que dicen que sus aguas son sagradas.
Es un lugar lleno de contrastes, por un lado es un sitio de peregrinaje y por otro de mochileros hippies. Es el lugar ideal para comprar todo aquello que te sueles encontrar en los mercadillos hippies de España, pero a un precio de risa.

Pushkar es de esos sitios en los que puedes descansar, y disfrutar del ambiente del lugar, no es necesario planear nada, todo va surgiendo de una forma espontánea y además al ser un lugar tan pequeño y familiar, a la segunda vez que pasas por el mismo sitio ya te saludan como si te conocieran de toda la vida.

Os podría enumerar muchos templos a visitar en Pushkar, pero a pesar de ser tan pequeñito no visitamos ni uno solo ni hicimos ninguna excursión de las recomendadas, solo nos dedicamos a pasear por allí y a dejarnos llevar y fue así como disfrutando de nuestro primer almuerzo conocimos Gloria y Jean. Nosotros estábamos sentados en uno de los puestecitos de falafels (no os he dicho que Pushkar tiene mucho turismo de jóvenes israelis) cuando Gloria y Jean se sentaron enfrente de nosotros. No me acuerdo muy bien como fue, pero creo que ella nos preguntó si estaba rico el kekab de falafels, y nosotros le dijimos que sí, que habíamos pedido uno con berenjena y aguacate que estaba buenísimo. Y en este intercambio de palabras nos dimos cuenta de que teníamos algo en común. Ella era española y él francés pero hablaba un perfecto español 🙂

Ellos se pidieron su kebab de falafels y nos quedamos con ellos a conversar hasta que decidimos irnos todos juntos a otro sitio a tomarnos un chai. Y fue allí donde la conversación empezó a ser aún mas interesante.

Gloria tenía algo especial y no sabía muy bien qué. De hecho Juny y yo nos habíamos fijado poco antes, que al caminar con ellos por la calle principal una moto casi la atropella, bueno, sin el casi, porque la moto la tocó, aunque por suerte no le hizo ni un rasguño. Y sabéis qué? Ni una mala palabra, ni un mal gesto, ni una mala cara por parte de ella. Cualquiera de nosotros hubiera reaccionado diciendo alguna calamidad y la mujer no quitó en ningún momento la sonrisa de su cara. Me he ido un poco por las ramas pero quería que supiérais un poquito como de feliz es esta pareja. Lo único que transmitían eran buenas vibraciones y alegría. Irradiaban felicidad.

El tema es que Gloria desde hace un años se adentró en el mundo del Diksha. Sí, yo también me quedé con cara, de ¿qué es eso? Pues a ver si os lo sé explicar,… el Diksha es una técnica originaria de la India, poca gente aun la conoce, o al menos en el mundo occidental. Para que lo entendáis se asemeja bastante con el Reiki. Diksha es “transferencia de energía consciente”, que produce cambios en el cerebro. No es ninguna religión, por lo que es compatible con cualquier creencia o ideología. El principal objetivo de esta técnica es que cambies tu percepción y que te liberes de conflictos internos para ser más feliz. Por lo visto con el Diksha se consigue equilibrar el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro y activa la parte frontal, por lo que estos cambios neuronales modifican la manera en que percibimos la vida. No me digáis que no suena maravilloso 🙂

Gloria nos dijo que si queríamos nos podía hacer una iniciación al Diksha, que no solo era bueno para nosotros, que también lo era para ella, ya que era una transferencia de energía y que era un placer. Nosotros no teníamos que hacer nada especial, tan solo acudir al atardecer.

Así que nos despedimos, nos hicimos una buena siesta y más tarde nos dirigimos hacia el lago donde habíamos quedado. Aunque si os digo la verdad, a mí, la idea del Diksha no me acaba de convencer, y no porque no me fiase de Gloria ni nada parecido, era porque tenía mucho miedo, no sabía si el hecho de haber pasado por todo lo de mi hermana podía influir o si podía pasarlo demasiado mal.

Llegamos allí, donde todo el mundo se reunía para el atardecer, con música en directo y gente bailando. Nos encontramos a Gloria y nos pusimos a bailar, mientras el sol se iba poniendo. Cuando la fiesta hubo acabado, nos dirigimos hacia la escalinata que desciende al lago y entre tanto le explicamos que mi hermana había fallecido hacía tan solo unos meses y que yo aun no estaba recuperada de este dolor. Nos dijo que no había ningún problema, que en todo caso el Diksha me podía ayudar, que yo no tenía que hacer nada, que estuviera tranquila.

Así que a ello fuimos. Nos sentamos con las piernas cruzadas, en la orilla del lago y ella se puso frente a nosotros, mirando hacia al lago. Nos pidió cerrar los ojos y relajarnos a través de varias inspiraciones y espiraciones, tal y como nos han enseñado tantas veces en Yoga. Creo que cantó un mantra y me puso sus manos encima en mi frente. Sentí un calor y una energía que no había sentido nunca, concentrada en mi cabeza y en mi corazón. Al rato, se retiró e hizo lo mismo con Juny. Nos pidió de mantener los ojos cerrados y observar lo que nos estaba pasando.

Yo sentía un dolor y un agobio tremendo en el pecho y en la garganta, era como si tuviera clavado algo ahí y no me lo pudiera sacar. Sentía como se me caían las lágrimas, y como intentaba luchar contra esa opresión en mí. Cuando acabamos, nos pidió que le contáramos que habíamos sentido. Los sentimientos de Juny y míos eran muy distintos. Juny nos explicó que había sentido que no éramos nada, que éramos principalmente vacío así como el universo es también mayoritariamente vacío. También había visualizado una especie de galaxia rotando en su interior y sentido una calma especial que perduraría a pesar de los turbulentos momentos del futuro.

Cuando yo les expliqué mis sensaciones, ella me dijo que mi postura le delató lo que me estaba pasando. Toda mi espina dorsal estaba curvada hacia dentro como si tuviera clavado un enorme cuchillo en mi pecho. Me dijo que no huyera de ese dolor, de esa agonía que tenía, que no quisiera expulsarlo, que lo observara, que lo abrazara, y que lo cuidara. Y eso hice, esa noche tenía muchas nauseas, tenía ese dolor en mí, no quería que se fuera, tan solo pensaba una y otra vez en mi hermana. Esa noche cené muy poquito y ese dolor me acompañó hasta la hora de ir a dormir. Lo que pasó esa madrugada fue de las cosas más bonitas que me han pasado nunca. Nada más despertar me di cuenta de lo que había sucedido. Había soñado con mi hermana, pero no un sueño cualquiera, tampoco había sido una pesadilla. Yo no me acuerdo nunca de los sueños, pero ahí estaba yo saboreando cada segundo de esa preciosa noche.

Con una sonrisa de oreja a oreja nada más despertar estaba yo explicándole a Juny con pelos y señales como esa noche había estado con mi hermana, ella estaba muy asustada y yo la abrazaba para consolarla y protegerla. El motivo de su miedo era que decía que nadie la veía. Ella me contaba que casi la habían atropellado porque no la habían visto. En el sueño, yo era la única que podía verla, tocarla, hablarle. Yo sabía que mi hermana había fallecido pero no quería que estuviera triste así que yo solo la abrazaba y la volvía a abrazar. No sé muy bien donde estábamos, no conocíamos a nadie y recuerdo abrazarla mientras caminábamos por unos pasillos llenos de arcadas y de gente con pañuelos en la cabeza paseando por allí.
Para mí, el sueño fue precioso, por una parte estaba aceptando que mi hermana había fallecido y por otra mi deseo que para mi era inalcanzable de volver abrazarla una vez más se había cumplido. PAZ, eso es lo que sentí tras experimentar todo esto. PAZ, y felicidad a partes iguales.

He estado pensando mucho en si contar toda la experiencia del diksha y del sueño, pero a pesar que todo pueda sonar a muy místico, esotérico y espiritual, lo más importante para mí es que ha sido una vivencia mía, una vivencia que este viaje nos está regalando, y puede que sí puede que no, que sea algo que haya hecho cambiar algo en mí. No soy la misma que hace unos años, no soy la misma que hace tan sólo unos días.

Gracias Gloria por tu tiempo, por tus enseñanzas, por tu energía y por este sueño tan maravilloso!

Después de esta experiencia tan preciosa tan solo podíamos seguir disfrutando de la encantadora Pushkar y por primera vez en todo el viaje, invertimos una tarde fantástica yendo de compras. Os dejo que disfrutéis de las fotos ❤


En el próximo post os contamos nuestra estancia en la auténtica y maravillosa Jodhpur!

[India] Jaipur, la ciudad rosa del Rajastán

Jaipur es la capital del estado de Rajastán. Es una ciudad vibrante de unos 3 millones de habitantes. Pasearse por allí quiere decir estar despierto, observar, oler, sentir, vivir experiencias una tras otra. Nosotros nos alojamos un poco alejados de la ciudad antigua, a más de 3 km, pero íbamos siempre caminando para empaparnos bien de todas esas sensaciones, de la gente y del jaleo del lugar.

Jaipur es llamada también la ciudad rosa. Podríamos discutir largo y tendido sobre el color de las fachadas de sus edificios pero en resumidas cuentas, le queda poco de rosa. No sé si algún día fue rosa, o simplemente era más sencillo y atractivo decir “la ciudad rosa” que llamarla “la ciudad de color salmón anaranjado” jajaja. Cierto es que el acabado de todas sus fachadas es bastante homogéneo en tonos… vamos a dejarlo en “rosa salmón”.

Además de visitar alguno los muchos palacios construidos por los marajás de aquella época, Jaipur tiene mucho más que ofrecer. Simplemente perderte por sus calles, paseando por sus bazares, subiéndote a lo alto del Iswari Minar Swarga Sal, un minarete del que puedes apreciar toda la ciudad amurallada. Ahhh, que no os he dicho que la ciudad antigua está totalmente rodeada por una muralla y que para acceder a ella existen 7 puertas, a cada cual más bonita!

Pero si algo me atraía desde hace tiempo de Jaipur era el Hawa Majal o Palacio de los Vientos. Había visto esa foto un montón de veces y quería verlo en persona. No entramos porque básicamente a mi me bastaba con ver la fachada de ese Palacio. Para nuestra sorpresa tengo que decir que es mucho menos imponente de lo que parece. Son solo 15 metros de altura, pero aun así la fachada principal del palacio me parece preciosa. Un marajá construyó ese palacio para que las mujeres de la realeza pudieran contemplar la vida de la ciudad a través de sus múltiples ventanas sin ser vistas.

Además de callejear por Jaipur entre vacas que paran el tráfico, rickshaws y vendedores ambulantes, también puedes ir a tomarte un auténtico lassi. El lassi es un yogur casero, de los de verdad, natural (con grumitos y todo) y azucarado y el mejor sitio para tomártelo es Lassiwala. Está fuera de la ciudad amurallada, a medio camino desde la guesthouse donde nos hospedábamos. Ojo, si vais algún día por esa zona buscando el lugar, tiene tanta fama que le han salido imitadores. Pudimos encontrar hasta 4 sitios que se llamaban igual. Es lo que tiene el éxito, que todos lo quieren copiar. Podéis distinguirlo fácilmente porque suele haber un montón de gente local alrededor tomándose el preciado lassi. Y por si os quedan dudas, este local tiene el cartel negro y pone “since 1944” y es el número 342 de la calle MI Road. Es muy gracioso, porque justo al lado hay uno de los falsos Lassiwala y siempre está vacío! Por 40 rupias puedes disfrutar como un enano de un yogur tamaño grande en vaso de barro. Super auténtico!

Aunque si algo nos impactó de Jaipur es su cine. Había leído que el Raj Mandir era uno de los cines más famosos y bonitos de la India y era una oportunidad muy buena para ver una película de Bollywood, así que una mañana reservamos las entradas online (que la India es mucho más moderna de lo que nos pensábamos) para la única película que había, NH10 para la sesión de la tarde y al llegar al cine, para nuestra sorpresa había una máquina para imprimir las entradas reservadas, oh yeahhh!!

Nos dirigimos hacia allí sabiendo que la película la veríamos en hindi y que no íbamos a entender nada pero sólo por el hecho de entrar a ese cine ya valió la pena. Es un cine muy bonito, muy retro, muy recargado para mi gusto, con mucha moldura y muchos efectos luminosos pero tiene mucho encanto y lo más importante, descubrimos que el acudir al cine, es una actividad muy apreciada por la gente local, una de las actividades más sociales. Por supuesto, ese cine sólo tiene una sala, pero que sala!! Parece que entres a un teatro, con su gallinero y todo. Los asientos son reclinables (pero más pequeños de lo que os imagináis) y lo mejor de todo es el ambiente que se respira allí. Los indios en vez de ir a ver una peli, parece que van a ver un partido de fútbol. Eso si, no existen muchas escenas de besos, las de sexo están totalmente prohibidas, pero insinuaciones hay unas cuantas!! Los indios comentan, chillan, aplauden, es impresionante. Se meten tanto en el papel que se levantan del asiento a aplaudir como locos cuando la buena (y protagonista) de la peli, mata a palos a uno de los malos. Uy! Qué ya os he contado el final, jajaja No es la mejor película que hemos visto pero creo que fue una de las veces que más disfrutamos del cine. Absolutamente genial. Los turistas coreanos que teníamos al lado nos preguntaron si entendíamos algo…. pobres, ellos se creían que la peli era en inglés!

Y después de tan emocionante sesión de cine, a nosotros nos tocaba vivir nuestra propia aventura de volver al hostel. El cine Raj Mandir está justo al lado del local de los lassis, por lo que estábamos a menos de 2 km del hotel, con lo que decidimos volver a pie. Había llovido durante toda la tarde y seguía lloviendo, el “sistema de alcantarillado” no da abasto porque las calles (y las alcantarillas) están llenas de basura, por lo que te ves literalmente saltando de un lado a otro para no remojarte en charcos llenos de (voy a decirlo fino)… caca.

La travesía iba bien hasta que llegamos a una gran avenida donde teníamos que cruzar y no encontrábamos la manera de atraversarla sin meter las botas enteras en el gigantesco charco de 6 o 7 metros. Llegados a ese punto, decidimos parar a un rickshaw pero el conductor al ver que nuestro destino era tan cercano pasó literalmente de nosotros y dejó subir a una familia de indios que llegaron después. Con cara de tontos que nos quedamos, nos decidimos a cruzar el charco evitando los rickshaws, motos y coches que pasaban por allí y que de paso te iban duchando y casi atropellando, y que pasó? Pues lo que tenía que pasar! Uno no sabe la profundidad de esos charcos hasta que mete la bota en él y puajsssssss, no puedo ni quiero explicar con palabras el asco que sentí! Madre míaaaaa, no lo olvidaré jamás! Eso sí, desde ese día me nombro mochilera y viajera con todas sus letras. Creo que nos hemos ganado el título! Al llegar al hotel, a lavar todo y a secar las botas con bolas de papel de periódico dentro. Benditas botas, no quiero ni imaginarme la sensación con chanclas. Puaaaaaaajjjjjjjj :/

Aprendizaje: No salgas de la habitación de tu hotel si llueve a cántaros en una ciudad en la que el suelo es el basurero, y si lo haces no seas rata y pilla un rickshaw enseguida que puedas!

Después de leer el relato completo os merecéis un premio, os dejo con las fotos de la maravillosa Jaipur!

Cuando ya volvíamos a tener las botas recuperadas de la tragedia y totalmente secas nos decidimos a ir al Fuerte Amber.

Amber es una ciudad mucho más tranquila situada al nordeste de Jaipur a unos 10 Km. La mayoría de gente va hasta allí en rickshaw pero a nosotros nos gusta más la aventura y lo baratillo, así que esa vez como se nos hizo un poco tarde cogimos el rickshaw solo hasta la ciudad antigua, no sin antes negociar bastante el precio, y luego tomamos el bus local. Lo cual es una maravilla porque cuesta 10 rupias por persona y trayecto (unos 15 céntimos de euro!!).
El viaje en bus fue de lo más interesante, sobre todo porque como habitualmente, éramos los únicos extranjeros y además pudimos ver todo tipo de animales por la carretera: vacas, perros, camellos, elefantes,…

Al llegar estaban bajando los últimos elefantes que hacen la subida hasta la entrada del fuerte por un camino adoquinado. Es una atracción más del lugar. La verdad es que no había mucho turista, y subimos prácticamente solos por ese camino. Ya desde abajo avisté a un grupo de indias vestidas todas con saris de color rojo subidas a lo alto de una de las edificaciones de la fortificación. Flipé en colores, porque parecía que el fuerte tenía vida propia. Seguimos subiendo y nos encontramos a un buen grupo de indios e indias vestidos todos en tonos pastel y colocados a ambos lados del camino y con pétalos de rosa preparados para venerar a alguien. Pasamos por en medio. Yo me sentía como en una película de marajás y lo que no sabía es que lo estábamos!! Al cruzar la entrada principal de la fortificación nos encontramos con unos maharajaes subidos a unos elefantes preciosos vestidos con sus mejores galas y con un séquito de soldados. Y yo que hago? Pues foto!! Y me viene un asistente y me dice: –no photo, no photo! Yo me hago la tonta, le digo –sorry, sonrío y me doy cuenta que estamos en medio del set de rodaje, jajajaja brutal!!!!

Habíamos ido a ver el fuerte y eso hicimos, pero de una manera un tanto especial. Nos lo pasamos tan bien viendo como rodaban la misma toma una y otra vez que decidimos no pagar la entrada para ver el palacio del fuerte, pero es que esta experiencia era tan única… Después de varias horas disfrutando del rodaje de una película de Bollywood decidimos ir a comernos un buen butter massala paneer con unos chappatis, de postre unos chais y vuelta a Jaipur en el fantástico bus local!

Aquí tenéis las fotos del fuerte y lo que pude captar rápidamente del rodaje, jejeje!

Al bajarnos del bus decidimos dar el último paseo por Jaipur. Cuando ya estábamos de vuelta al hotel, nos para un indio con muchas ganas de conversar. Empieza a hablar de turistas, de vendedores que te quieren encasquetar cualquier cosa, de viajes, nos dice que somos muy abiertos, que hay muchos extranjeros que no quieren hablar, que si le gusta la barba de Juny (su barba da mucho juego siempre!), que si volvemos a hablar de un país, de otro, nos enseña fotos de su último viaje a Japón, Juny le dice que también había visitado Japón y no sé muy bien que pasa que acabamos en su rickshaw (tiene varias profesiones, entre ellas conductor de tuc tuc) para irnos a tomar un lassi juntos. Le decimos de ir al Lassiwala que está muy cerquita, pero ya está cerrado, y acabamos yendo a otro que el conocía bien. Le invitamos al lassi. Nos comenta que quiere charlar más, nosotros estamos tan tranquilos y tan a gusto en el tuc tuc con el tomándonos el yogurcito, que le decimos que podemos quedarnos un poco mas con el conversando, pero él tiene otra idea en su cabeza y nos propone invitarnos a su casa. Nos dice que no nos preocupemos que él nos lleva y después nos devuelve al hotel. No quiere dinero, sólo quiere que le contemos cosas. Hasta ese momento, la verdad es que había sido muy amable, aunque aún no nos había casi dejado abrir la boca. Ese indio era muuuuy hablador. Y ahí estamos que no sabemos que hacer, no tenemos ni idea de donde vive, conduce un rickshaw y puede llevarnos a donde quiera y hacer lo que quiera con nosotros (la película del otro día había influido en que me viniera a la cabeza todas las cosas que nos podrían pasar), pero el hombre parecía de fiar, nos había enseñado fotos de su familia, de sus viajes, de sus giras como músico. Si estaba haciendo un papel, la verdad lo hacía muy bien. Aún era de día, y Juny aun tenia un poco de batería en el móvil, en caso de urgencia. Así que le dijimos que sí, que nos íbamos a tomar ese chai que tanto nos quería ofrecer.

Vivía a tomar por c…, así que imaginaos el camino como se nos hizo de largo. Sonreíamos pero en el fondo teníamos una vocecita que nos recordaba que quizás nos estamos equivocando… –y si nos quiere secuestrar??? Ahhhh que malo es pensar a veces! Llegamos al destino final. El hombre y su familia vivían en una colonia. Todas las casas amontonadas, sujetándose unas a otras. Era como un poblado. Y sabéis que? Fue una experiencia maravillosa. Absolutamente todos nos saludaban con alegría, con una sonrisa sincera, no nos miraban como suelen hacer cuando vamos por una zona turística que parece que llevemos el símbolo del dólar tatuado en la cara.

Entramos a su casa, nos presentó a su mujer y a sus tres niños. La casa era súper pequeñita, había dos habitáculos, uno era la cocina y trastero y el otro era la habitación y salón, pero sin sofás, ni sillas, ni cama, ni nada. Allí duermen encima de un tapiz todos juntitos, al montón!

Nos acomodamos en el suelo. Nos ofrece el chai, y en cuanto se va a la cocina, Juny y yo acordamos que por si acaso solo lo beba uno de nosotros (es que he visto muchas películas). Juny que estaba contento y asustado a partes iguales me dice que le parece bien, que él se lo bebe. Ahí él hace su papel de salvador y de hombretón fuerte, como en las pelis. En caso de droga, el necesita más cantidad para que le afecte. Así que se bebe mi chai y lo deja a mi lado como si yo me lo hubiera tomado. Poco a poco se va bebiendo el suyo. Entre tanto el señor vuelve y nos enseña las marionetas que hace a mano y vídeos de actuaciones suyas con ellas. Nos invita a que compremos una, le decimos que nuestra mochila es muy pequeña y que no necesitamos nada, nos dice que nos las regala, entre tanto yo pensando que como el chai tenga algo, como hago para mover los 95kg de Juny y salir de allí, jajaja (risa nerviosa), sonrío al hombre, le digo que gracias, compruebo que Juny sigue despierto. Parece que sí!

El hombre nos dice de tomar cervezas, yo le digo –no no, estamos fenomenal. Muchas gracias pero vamos ya a cenar al hotel que estamos muy cansados! Solo falta eso que nos traiga mas sustancias a ingerir. El hombre cambia un poco su humor, no sabemos si porque no habíamos aceptado su regalo o por que no tomábamos cerveza. Total, que nos dice que el va a ir a tomar cervezas y que no nos puede llevar al hotel, pero que un amigo suyo, pagándole 70 rupias nos llevará. Perfecto, trato hecho. Confirmamos el precio con su amigo y le damos 100 rupias a nuestro amigo para que se vaya a tomar una cerveza a nuestra salud. El hombre ya está mucho más contento, nos da su business card y nos despedimos de él. El amigo nos lleva en su rickshaw. Un buen rato después estamos en nuestro hotel, sanos y salvos y con una experiencia que no nos ha dejado indiferentes! “Cagaditos» estábamos, a la vez que felices de haber visto con nuestros propios ojos como vive una familia india en una colonia 🙂

Había leído muy malos comentarios sobre Jaipur, sobre lo agobiante y turística que era, pero yo me alegro mucho de haber pasado unos días allí, de haber escuchado las bocinas de los coches y de los rickshaws, de haber sonreído a cada uno de los niños que quería hablar, jugar o simplemente “demostrarnos” lo bien que habla inglés con tan solo dos frases que se sabe de memoria, de haber esquivado vacas paseando por la calle, de haber ido a una colonia india a las afueras de la ciudad, de haber visto una película de Bollywood, de haber estado en el rodaje de una de ellas… Una ciudad te puede gustar más o menos, pero todas, absolutamente todas tienen algo que te puede atrapar o hacer que salgas corriendo. Jaipur, a pesar del caos y del agobio que tanto nos anunciaban nos ha regalado recuerdos imborrables y vivencias que jamás olvidaremos ❤

Hasta el próximo post … en Pushkar!

[India] La India de sur a norte… en tren!

Ahí estábamos en el pueblo más al sur de la India, con los ojos puestos en Rishikesh, en las faldas del Himalaya,… a unos 3000 km al norte. Estuvimos considerando la opción de volar, pero finalmente optamos por preparar una ruta y cruzarnos la India… en tren! Qué gran experiencia y qué buena decisión.

Mónica había estado investigando, y parecía que pasar unos días por el Rajastán podía ser la opción más interesante antes de sumergirnos por un mes en el, para mí cuasi-completamente desconocido, mundo del yoga. Así que nuestro destino “final” sería Jaipur. Desde allí iniciaríamos nuestra ruta por la India más gitana.

El tren en la India,… ay el tren en la India XDDD Es curioso como, a pesar de ser trenes como en cualquier otra parte del mundo, el sistema es tan diferente al que estamos acostumbrados. Para no pegaros el chapón, os dejo algunas pinceladas características del sistema para que os hagáis una idea:

  • Clases: es impresionante la cantidad de “tipos de billete” que se pueden comprar, desde Clase II (¿habéis visto las típicas fotos de un vagón con la gente prácticamente con un pie dentro y el otro fuera porque no caben? ese es el billete de Clase II, también conocido por sálvese quien pueda!) hasta la Primera con AC, pasando por Chair Car, Sleeper, Tercera con AC, Segunda con AC…
  • Precio: los precios varían progresivamente con diferencias de un 8x entre extremos, siendo los de Clase II increíblemente económicos y los con AC sorprendentemente “elevados”. Nuestra preferida fue la Sleeper Class, con un precio muy razonable y en la que al menos tenías tu cama-banco reservada, además de estar en un ambiente totalmente local y auténtico.
  • Adquisición on-line: si no tienes tarjeta de débito o crédito india, no puedes comprar los billetes on-line a través de la plataforma oficial. Por suerte, donde hay oportunidad, hay negocio y a través de Cleartrip se puede “transaccionar” casi de la misma manera con un pequeño sobrecoste en concepto de comisión.
  • Adquisición in-situ: la jungla. Para los trayectos cortos, lo más habitual es ir directamente a la estación y comprarlo en ventanilla. Pero oh sorpresa!, que el concepto de “fila” en India no es con el que veníamos en mente. Básicamente es quien ponga primero el brazo y la mano con el dinero gritando más fuerte por el agujero de la ventanilla se lleva el boleto XDDD (bueno, quizá sea un poco exagerado, pero no mucho :p). Lo que sí que es muy cierto es que el radio de privacidad en una cola es -0.5cm. Es decir hasta el momento en el que de detrás no hunde medio centímetro tu piel se considera que hay “un hueco”. Por consiguiente, si dejas el “hueco habitual” con el de enfrente, ellos consideran que hay un huecarro infinito (o que incluso no estás en la cola) y sin darse ni cuenta meten su cuerpo entre el tuyo y el de delante, presionando los correspondientes 0.5cm sobre su espalda, y como no te espabiles en el hueco que hay entre el que se acaba de colar y tu cuerpo se pondrá otra persona y luego otra y luego otra,… infinitamente.
  • Sistema de adjudicación de asientos: ¿cómo que adjudicación de asientos? ¿no se supone que al comprar un billete tienes tu asiento asignado? Sí y no. Aquí va la explicación de la falla. Dos meses antes de que ese tren haga su trayecto, se “abre la veda”. Supongamos que un tren tiene 200 plazas de sleeper, por tanto en ese momento tienes 200 disponibles. Si eres Flash Gordon y sabes que tal día (dentro de dos meses) vas a viajar, y consigues comprar en ese momento tendrás tu deseado banco-cama. Pero este es el más raro de los casos porque resulta que… todos los billetes se pueden cancelar o modificar hasta unas pocas horas antes a la salida del tren! De manera que estés seguro o no, tú compras tu billete y cuando llegue el momento, ja vorem. Así que los 200 asientos disponibles se completan a los pocos días / horas, y entra la siguiente fase llamada RAC. Cuando compras un billete en estado RAC, sabes que vas a poder viajar seguro, pero quizá no tengas un banco para ti solo y tengas solo medio-banco-cama, pero al menos tienes la seguridad de que subirás al tren. Por último está el estado Waiting List en el que “a priori” no tienes asiento (ni medio ni entero ni nada….), pero que conforme se vayan cancelando asientos delante de ti permitirán a los que están en RAC entrar en Available (banco-cama completo), y a los de la Waiting List entrar en RAC (medio-banco-cama). Y ahí estás día sí, día también mirando como evoluciona tu PNR (el número que te dan de referencia de tu billete) para saber si podrás o no subir al tren XDDD Unas horas antes de la salida del tren se hace la Lista Final de pasajeros en la que queda finalizada y publicada la configuración final del tren. En ese momento te empiezan a llegar sms, e-mails de un lado y del otro avisándote de que tienes plaza y donde te toca pasar la noche ;D En caso de no tener asiento, te devuelven el dinero y te quedas “en tierra”…
  • Predicciones: dado que el caso de encontrar directamente un asiento disponible es tan poco frecuente, se pueden hacer predicciones tomando el histórico como referencia. En nuestro caso, cada vez que trainman decía que había más del 90% lo comprábamos y pudimos subir a todos los trenes, eso sí unos días en banco-cama superior con “todo el espacio del mundo” y otros en medios-banco-cama toda la noche encogidos como un bebé, pero lo importante es que pudimos subir.
  • Pasajeros al tren: tras recibir la avalancha de notificaciones de que “tienes que subir al tren”, llegas a la estación y ahí dos números son claves: el del tren y el de tu vagón. En pizarras manuales o en algunos casos electrónicas van informando de la hora y la plataforma a la que llegará determinado tren. Por suerte, si tienes conexión a internet, también puedes ver cuán tarde está llegando tu tren y la estación en la que se encuentra en cada momento (vital para saber cuando te toca bajar O_o). Si has acertado, en la puerta (bueno, en realidad es en el hueco porque no hay puerta… son esos trenes en los que te puedes subir y bajar en marcha :D), hay un listado con el nombre, sexo y edad de todos los pasajeros… te buscas y si estás, para arriba! No es tan trivial como parece, a veces tenías el vagón S7, e ibas andando del S1 al S6 y de repente empezaban las clases altas. Entrabas en pánico y te ponías a preguntar donde estaba el S7! y te dicen “allá en la otra punta”, y para allá que te vas corriendo y ves el S8, el S9 y después el S7… pasajeros al tren!
  • El interior del tren: los vagones están compuestos por módulos de 8 banco-camas. Un pasillo excéntrico los recorre de extremo a extremo, dejando a un lado 2 mini banco-camas (una encima de la otra), y a la izquierda dos columnas enfrentadas de tres banco-camas (alta-media-baja). Nuestras preferidas eran las superiores, porque así cuando se hacía de día podías seguir “espatarrao”, mientras que en las de abajo, la banco-cama del medio se abate y se convierte en el reposa-espalda de la banco-cama de abajo. De esta manera, durante la noche todo el mundo tiene su cama, y durante el día su asiento a nivel “de suelo”. Durante la noche pasa el revisor, te despierta, le enseñas el billete en el móvil y a dormir otra vez!
  • La vida en el tren: el tren en la India es como un pequeño pueblo, pero en movimiento. Cualquier forastero es rápidamente detectado y objeto de miradas curiosas y continuas (es increible como mantienen la mirada aún cuando se la devuelves XDDD serán descaraos!). A la hora de comer todo el mundo se saca sus «tupper multinivel» con los chapattis (tortitas), algún tipo de verdura en salsa, una ensalada, yogur… Si te falta algo no pasa nada, porque en cada parada suben y bajan vendiendo sandwiches, té masala («chai»), pakoras, papas, pepinos cortados con especias, bebidas,…También te puedes encontrar a gente haciendo yoga en el pasillo a primera hora de la mañana, o cantando sus mantras matutinos O_o Llegando al Rajastán también eran frecuentes cantaores y acrobatas, niños y mayores, y el público local lo agradecía… llevan el arte en la sangre! Y por supuesto, como podéis imaginar, cuando en la Clase II no cabe ni un alfiler, la gente se pasa al siguiente nivel (el sleeper) y se quedan a dormir en el suelo. Cuando pasa el revisor, pagan una pequeña multa y a la marcha.
  • Lo que peor llevamos: Dentro del tren no hay papeleras per sé, por lo que todos los desechos (envoltorios, bolsas, botellas,…) se van por la ventana! Y así están los laterales de las vías: montañas de escombros, qué con un poco de suerte se han mezclado con el agua dando lugar a una especie de barro negro donde los cerdos (animales) se regocijan mientras se embarran enteritos. Nunca me hubiera imaginado tanto cerdo junto y tan cerca de las ciudades! Para terminar, hemos de confesar que hay otro momento «no plancentero». Los servicios de los vagones «desaguan» directamente en las vías, por lo que en las paradas hay una importante acumulación de desechos naturales humanos y si el vagón se ha parado en una zona «caliente», el olor es… insoportable a más no poder XDDD

Madre mía, menos mal que no quería pegaros la chapa! Pero no podíamos pasarnos no sé cuantas horas en tren y no contaros toooodo el proceso que lleva. Al final decidimos coger tres trenes (ergo tres noches) y descansar una noche en Bangalore y dos en Mumbai, para recuperar el cuerpo. Al fin y al cabo, por muy horizontal que estés, el nivel de descanso no es muy elevado, sea porque estás pensando en que no te roben las zapatillas, o que el ventilador te está partiendo las lumbares, o que te ha tocado en las medio-banco-camas y estás como un feto en el vientre de su madre con la diferencia que la ventana no cierra y te vas comiendo todo el humo de la máquina porque estás en el primer vagón, o porque pasa el vendedor del “chai”, o el de los candados, o el de los spiderman que bajan solos por la pared, o que son las 3am y el de abajo se ha despertado y enciende la luz que tienes a un palmo de tu cara… tot un show che! XDDD

Y así, poquet a poquet, fuimos de Kanyakumari a Nagercoil en bus, de allí un tren de 14h hasta Bangalore, noche en un hostel a 400m de la estación, otro tren de 24h hasta Mumbai, dos noches en la ciudad con el alojamiento más caro de la India, y finalmente otro tren de 18h hasta Jaipur. Seis días después y con un gasto en trenes de 43 Eur por pareja… estamos en el Rajastán! Posiblemente la región más auténtica del país 😀

Nos leemos el próximo miércoles!

Un abrazote!!

[India] Varkala y Kanyakumari, en busca del mar al sur de la India

Cuando decidimos ir al ashram de Amma, la idea era volver a Fort Kochi y seguir subiendo al norte por la costa, ya que teníamos un mes para llegar a Rishikesh (al norte de Delhi) donde teníamos ya reservado el curso de yoga 🙂 Pero como la mayoría de veces, escuchando a viajeros y a locales, decidimos cambiar nuestros planes. María nos recomendó una ruta alternativa por el oeste y también nos dijo que si queríamos playa, un poco más al sur, teníamos una zona muy buena, mucho mejor que la turística y bastante sucia Goa. Decidimos que en la India lo más importante no era la playa (muy a nuestro pesar, jejeje) pero que unos días de relax para desconectar de tanta espiritualidad tampoco irían nada mal.
Así que ya que estábamos por la zona, podíamos aprovechar e ir un poco más al sur, a Varkala, el pueblo costero que nos había recomendado María.

Qué buena decisión! No lo podemos comparar con Goa porque no hemos estado pero este lugar tenía mucho encanto y nos pasamos casi una semana de relax. Leyendo, escribiendo posts, planeando las próximas semanas, disfrutando del mar y del buen comer. Ahhh y también hicimos unas cuantas clases de yoga, para que lleguemos al curso con un nivel un poco menos de principiante, jajaja

Varkala está situado en un acantilado, y su vida gira entorno a él. Casi toda la parte turística se sitúa en el North cliff, es decir, sobre la parte alta. Hay todo un camino empedrado al borde del acantilado de forma que de un lado tienes un montón de tiendas y restaurantes y del otro lado unas vistas espectaculares al mar. Por supuesto ese camino está a la sombra gracias un montón de estilizadas palmeras que tanto caracterizan el estado de Kerala, por lo que cada vez que pasábamos por allí, (que era todos los días varias veces) tenía a Juny velando por nuestra seguridad, mirando hacia arriba e intentando esquivar las palmeras para «evitar» que se nos cayera un coco en la cabeza 😉

Ahí van algunas fotitos de Varkala! ❤

Estábamos en el sur y queríamos ir hacia al norte cuanto antes, pero estando a tan solo unas horas de la puntita de la India, el punto más sur, donde se mezclan 3 aguas distintas! La tentación era demasiado grande. Además parecía ser un lugar muy poco turístico y muy auténtico. Por lo que decidimos seguir nuestros instintos y nos dirigimos a la estación de tren para llegar ese mismo día a Kanyakumari.

Ya en el tren, la experiencia ya valió la pena porque a mitad del trayecto se subieron dos hombres indios que se sentaron a nuestro lado y comenzaron a darnos conversación. Hablamos de India, de su trabajo (eran militares), de sus familias… Uno de ellos bajó del tren pocas paradas después pero el otro se quedó y nos dijo que se llamaba Murugan, nos enseñó fotos de sus hijos y nos convenció para ir a pasar la noche a un hotel en el que conocía a los dueños. Nosotros teníamos anotada la dirección de una guesthouse pero no habíamos tenido tiempo de reservar, así que decidimos ir a echar un vistazo y decidir in situ. El señor se bajó una parada antes porque tenía su moto allí. Que por cierto, el hombre en cuestión tiene dos motos, una para ir de casa al tren y la otra del tren al trabajo, y la distancia larga la cubre en tren! Bueno, a lo que iba, que me voy por las ramas… Quedamos en que nosotros íbamos al hotel y le nombrábamos a el, que como le conocían nos harían un buen precio. Y cual fue nuestra sorpresa al llegar a la última parada (recordad que íbamos a la puntita, ya no puede haber más paradas, si no te adentras en el mar, jijiji), que nos encontramos al señor con la moto que había ido hasta allí para acompañarnos al hotel.
Vimos la habitación, precio correcto, no era para tirar cohetes pero era suficiente. Así que aceptamos y listo. Y nos despedimos de Murugan.

Nuestra estancia era de tan solo una noche y ya eran las 4:30 de la tarde, así que teníamos que aprovechar el tiempo. No os he contado pero quizás lo podáis suponer, que desde la puntita, desde el mismo punto, puedes ver tanto el amanecer como el atardecer en el mar, con lo que hace al lugar un tanto especial. Es un lugar de peregrinaje y se considera que hay una energia especial. Como no había tiempo que perder, tras acomodarnos en la habitación nos dispusimos a ir hacia la zona del Sunset.

A medida que caminábamos nos sentíamos más y más observados, y eso que yo ya me había tapado todo lo que había podido, a pesar del calor que hacia. Pero esas miradas fueron mucho más intensas cuando llegamos a la zona de la costa, concretamente del punto más sur de la India. Era imposible esconderse, hiciéramos lo que hiciéramos éramos la atracción del lugar. Y fue tanto el «éxito» que nos empezaron a pedir fotos. La primera vez entendí que querían hacernos una foto a los dos para luego pedirnos propina (lo de la propina me lo imaginé yo) pero cuando nos lo repitieron varias veces entendimos que lo que querían era hacerse fotos con nosotros con su cámara, jajaja, ok. Por qué no? Meeeeeeec, error, a partir de ahí, se acercan más y más personas a pedirnos fotos. Hubo un grupo que incluso nos pidió que le escribiéramos unas palabras y que le firmáramos, los dos! De aquí a la fama, señores! Ya se como se sienten los famosos, y creo que una tarde de gloria está bien, pero todos los días debe de ser agotador! 😉

A estos últimos les pedimos que nos señalaran cual era el punto donde se confluyen el Mar Arábigo, Bahía de Bengala y el Océano Índico, pero todo tenía un precio, más fotos con amigos suyos, con un smartphone, con una cámara, ahora la pareja, ahora solo uno de ellos, …, vamos que ni los Beckham!

Nos bebimos un coco, paseamos por la zona, observamos las atracciones del lugar y esperamos disfrutando de la autenticidad del momento a que se pusiera el sol. Y esa espera fue maravillosa, gente bañándose en los mares, vendedores intentando convencerme para que les comprara collares, gente haciéndose fotos, gente tomándose un chai (té con leche y especias), eso parecía la plaza del pueblo. El lugar de encuentro, de reunión. Hay varios templos por la zona, incluso en uno de los islotes más próximos a la tierra firme, así como el memorial de Ghandi pero nosotros preferimos pasarnos las horas saboreando cada momento, cada imagen y dejándonos llevar. Y el momento de culminación llegó poco antes de ponerse el sol, abarrotándose de gente el lugar. Parece ser que tanto peregrinos como locales se aglomeran allí , ya os he comentado que tiene una energia especial, y ven el atardecer, es el lugar de reunión. Pocos instantes después de ponerse el sol, la gente se esfumó, así que deambulando entre los más rezagados nos dispusimos a volver al hotel, no sin antes disfrutar de una cena espectacular a precio… también espectacular.

El día siguiente queríamos ver el amanecer desde el mismo punto pero nos despertamos un poquito justitos de tiempo, así que lo disfrutamos desde la cubierta del hotel. El amanecer fue precioso pero lo que nunca olvidaré de ese día fue el paseo que dimos a media mañana. Quisimos ir hacia el mar pero por otro lado y nos encontramos con una iglesia blanca, muy bonita, cristiana. Si, cristiana. Pero esto no es lo que sorprende. Lo más increíble fue entrar y observar que las fieles iban vestidas con sus característicos trajes bien coloridos indios, se cubrían la cabeza, se descalzaban al entrar y muchas de ellas se sentaban en el suelo, a pesar de haber bancos. Creo que es una de las cosas más sorprendentes que he visto nunca. Era como estar en un lugar donde había un poquito de cada religión. Maravilloso que puedan convivir costumbres y religiones tan distintas.

Con buenas sensaciones nos fuimos a comer al mismo lugar de la noche anterior y a tomarnos un postre.

Eran las últimas horas en el sur, y nos esperaba la primera noche en el tren rumbo norte, una vivencia única! Os lo contaremos en el próximo post!

Un beso enorme!

[India] Conociendo a Amma, una santa india… viva

Aterrizamos en Cochin. Es de noche. No queda más remedio, habrá que pagar un taxi. 1080 rupias más 10 para el peaje. El cambio del día 70 rupias = 1 euro. Creo que nos tocó el chofer más loco de la ciudad. Las manos sudando. El corazón a 1000. Los ojos intentando mirar a otro lado, pero los cláxones de los camiones, coches y buses demostraban que no estábamos conduciendo de la manera más civilizada posible. A los cuarenta minutos, para. Estamos en nuestro hostel.

Habíamos reservado dos noches pero un intercambio de emails a última hora nos hizo cambiar nuestros planes. Estaríamos una sola noche, puesto que al día siguiente partiríamos hacia Amritapuri. Matamos una decena de mosquitos, nos instalamos en nuestras camas individuales cubiertas con mosquitera, y a dormir. A la mañana siguiente, ducha, desayuno a lo indio y camino de Amritapuri.

Y vosotros preguntaréis? Por qué esa prisa por llegar? Porque ese cambio de última hora?

Hace aproximadamente un año, justo al principio del viaje, en Goreme, La Cappadocia conocimos a María, una mujer brasileña con la que estuvimos hablando largo y tendido cuando escuchó que nos íbamos a dar la vuelta al mundo. Ese día nos dijo que ella vivía a caballo entre su país e India. Nos invitó a que nos volviéramos a ver en algunos de esos dos lugares del mundo y nos habló de Amritapuri, el lugar donde pasaba sus largas temporadas en India y, del alma del lugar, Amma, una santa que se dedica a dar abrazos a todo el mundo, sin importar su clase, su raza, su religión, sus rarezas o sus enfermedades. Era la primera vez que oíamos hablar de esta santa mujer. El destino de la India aun quedaba muy lejos por aquel entonces. Nos intercambiamos los emails y ahí quedó todo. De hecho, cuando fuimos a Río de Janeiro, de donde es María, se nos olvidó totalmente contactarla. Fue en Vietnam, un día antes de nuestro vuelo a la India cuando Juny sacó del cajón del recuerdo ese contacto. Escribimos a María y le contamos que finalmente íbamos a la India, que al día siguiente llegábamos a Kochi, muy cerca de Amritapuri. Nos contestó a los 5 minutos. Nos dijo que estaba allí en Amritapuri, y que Amma iba a dar abrazos ese sábado y domingo. Nos sugirío ir hacia allá en cuanto aterrizáramos en Cochin. Era una oportunidad única ya que Amma se iba de tour unos días después y ya resultaría imposible coincidir.

Horas antes acabábamos de reservar el alojamiento. Era jueves por la noche. A la mañana siguiente volábamos. Aún no sabíamos como lo íbamos a hacer pero contestamos a María que estaba decidido, nos íbamos a pasar una semana al ashram de Amritapuri.

El camino hasta Amritapuri no tiene mucho más de 110 km y puedes recorrerlo tomando un taxi por un dineral o dejarte llevar. Nosotros elegimos lo segundo y estas fueron las fases del trayecto:

  • 1,5 km a pie hasta el puerto en los que pudimos disfrutar de Fort Kochi, la idea era volver al cabo de unos días para disfrutar bien del lugar, pero como siempre cambiando los planes, nunca volvimos.
  • Barco para cruzar lo que creo que era un lago hasta Ernakulam: 4+4 rupias
  • Tuk-tuk hasta Junction train station: 40 rupias
  • Tren hasta Kayankulam, en 2a clase: 140 rupias. Susto incluido a medio viaje en el que nos dicen que estábamos en el tren equivocado… eran ellos los que se habían equivocado 🙂 Siempre asesorados por al gente que hay alrededor. Muy amables y hablan inglés, aunque aún no pillamos del todo el acento.
  • Tuk tuk hasta Kayankulam Bus Station: 40 rupias
  • Bus hasta Karunayapally: 17+17 rupias
  • Bus hasta Amritapuri: 10+10 rupias

Fin del trayecto, total: poco más de 4 euros… entre los dos!

Y así fue nuestra inmersión en India, en menos de 24 horas habíamos subido a todos los tipos de transporte del lugar y estábamos metidos dentro de un ashram, desconectados del mundo e integrados (o intentándolo) en la vida local y “espiritual” de la India.

Aun no os he contado muy bien quien es Amma, y creo que vale la pena daros unas pinceladas. Su nombre es Sri Mata Amritanandamayi. Nació en un pueblo costero en Kerala, sur de la India en 1953. A los 9 años su madre enfermó y tuvo que dejar la escuela y hacerse responsable de sus 7 hermanos. No era una niña normal, pasaba horas en la orilla del mar meditando y yendo de puerta en puerta a regalar la poca comida y ropa que tenía su familia a los más necesitados. De primera mano vio la cruel desigualdad que hay en el mundo y se preguntó qué significaba el sufrimiento. Su búsqueda culminó en la decisión de dedicar toda su vida a dar amor a todas las personas que pudiera. Pronto la gente del lugar la empezó a llamar Madre.

Actualmente es una líder espiritual, humanitaria y visionaria. Es la líder espiritual más accesible. La única “santa” viva que conocemos.

amma
«Mi religión es el amor» – Amma

Si queréis saber un poco más de su historia,  os dejo su página Amritapuri y sus actividades humanitarias en su gran proyecto Embracing the World. En nuestra estancia en el ashram, tomé prestado un libro muy interesante de la biblioteca llamado “On the road to freedom”, autobiografía de Swami Paramatmananda Puri que cuenta mucho de la juventud de Amma y de como empezó el ashram y algunos de los muchos milagros de Amma. El libro está dividido en dos volúmenes.

Esta mujer realiza una labor humanitaria increíble, ha creado hospitales, universidades, ha construido pueblos enteros, da de comer a todo el mundo que pasa por su ashram y lo más importante ha abrazado a 34 millones de personas. Es o no una santa?

Bueno, creo que ya conocéis un poco a Amma, y aquí vienen las preguntas más importantes: Visteis a Amma? La abrazasteis? Como es la vida en un ashram? Que sentimientos afloraron allí?

Bueno, por partes. Después de todo un día de viaje para recorrer tan solo 111 km estábamos un poco cansados, así que llegar a un sitio donde la gente está cantando mantras todo el tiempo y van vestidos casi todos de blanco resulta un poco raro y chocante. Pero hay que decir que en Amritapuri lo tienen todo muy bien organizado. Llegas allí y haces el check-in como si de un hotel se tratara. Solo que en el precio por persona de la habitación con sus tres comidas indias incluidas (desayuno, comida y cena) es de solo 250 rupias por noche, es decir, solo unos 3.5 euros! Lo único que te piden, sobre todo si vas a estar más de 2 ó 3 días es que te inscribas para que te asignen un trabajo para colaborar con una horita o dos de servicio desinteresado al día o lo que ellos llaman sheva. Hay tareas de lo más variadas como cortar verduras, fregar platos, secarlos, separar basuras, ayudar en el restaurante, estar en recepción… A Juny le tocó en la cocina india fregando ollas gigantes (en las que casi se podía meter él dentro) y a mí secar platos, tazas y cubiertos del restaurante occidental. Mi sheva era muy interesante, ya que en la zona en la que estaba podía interactuar con mucha gente distinta y fue muy entretenido, había más de uno que estaba un poco loquito 😛 Y si te apetecía ayudar un poco más, siempre podías acercarte a la primera planta del templo a ayudar a encuadernar y empaquetar sus propias revistas mensuales que envían a los suscriptores devotos. Lo hicimos varias veces, éramos unos máquinas de doblar papelitos!! 🙂

A excepción de este rato de trabajo, la vida en el ashram de Amritapuri fue muy tranquila, sobre todo para nosotros que no nos levantábamos a las 5:00 am para ir al templo a meditar y cantar como los más devotos. Puedes ir a clases de yoga (pagando a parte, por supuesto) a la que fuimos en una ocasión. Juny con los chicos y yo con las chicas. Puedes ir al templo a meditar y a cantar mantras, a la playa a leer para después quedarte a ver el atardecer, a tomarte un helado de mango mientras observas a la gente del ashram pasar, ir a conectarte con el mundo exterior a través de la sala de ordenadores con internet (no hay WiFi), puedes irte al pueblo a pasear… Nosotros lo hicimos, incluso visitamos el Hospital de Amma donde quedamos con nuestra amiga María que estaba ingresada allí para hacer un ayuno y un tratamiento ayurvédico. Más tarde aprovechamos también para visitar la Universidad que Amma ha construido, impresionante! Es preciosa y parece que están consiguiendo hacer una labor muy importante dando la oportunidad de ofrecer educación superior a la población india.

El ashram de Amritapuri es un poco especial, es tan grande que parece una ciudad. Lo tienes todo sin salir del recinto, hasta la simcard india la compramos allí. Por lo que nos dijeron varias personas que conocimos allí es también un ashram muy flexible, en el que eres libre y no estas “obligado” a seguir unos horarios y unas normas (que sí siguen los más devotos). Lo único que te piden es vestirte de forma modesta (no hace falta de blanco) y no hacer fotos dentro del ashram.

Y esto último lo entiendo bien para mantener la privacidad de las personas que están allí dentro porque allí hay gente de todo tipo: gente que ha recibido la llamada de Amma, devotos y fanáticos de ella que van vestidos de blanco, familias enteras que viven allí, yoguis, almas perdidas en busca de consuelo, jóvenes curiosos, viajeros, personas con caras de iluminados, personas que aun no saben lo que quieren, personas que han perdido a alguien, gente muy pobre, gente muy rica, gente feliz, gente amargada, enfermos físicos y mentales, personas que solo están de paso, gente buena y gente menos buena, pero todos, absolutamente TODOS son bienvenidos.

Todos son bienvenidos y todos tienen derecho a recibir el darshan o lo que es lo mismo el abrazo de Amma, y principalmente a eso habíamos ido. Hay tanta gente a la que Amma tiene que abrazar que tienes que pedir el token (un número) para seguir orden y que no sea todo un caos.

De hecho nos fuimos a pedir el token a primera hora de la mañana y nos dieron entre el 401 y 500 y nos dijeron que calculaban que nuestro turno no llegaría hasta bien entrada la noche. Vimos a Amma como empezaba a dar abrazos y nos fuimos a descansar a la habitación. Bajamos a comer y allí estaba la mujer, incansable dando abrazos tan sonriente como hacía unas horas, sheva-time, y a descansar. Vamos a ver el atardecer, cenamos y la mujer sigue ahí con una sonrisa de oreja a oreja, y aun no toca nuestro turno. No recuerdo a que hora nos dejaron ya ponernos en la cola, creo que sobre las 11:00 de la noche y no lo recibimos hasta dos horas después. Pero esas dos horas fueron muy diferentes a todo lo que hemos vivido hasta ahora. Mientras esperas, viendo por la pantalla gigante a Amma dar abrazos, ves a toda la gente que sale de allí, algunos con una sonrisa de felicidad, otros serios, otros con mucha paz, muy serenos y tú te vas preguntando que haces allí, si sentirás algo, si de verdad Amma es tan santa, sabrá lo que me pasa, lo que necesito, si me curará el dolor que tengo en el alma, me sentiré mejor luego, si soy tan escéptica podré sentir algo, si…

Observas, piensas, reflexionas, y vuelves a observar y poco a poco te vas acercando y por fin subes al escenario lleno de devotos cantando mantras, sintiendo el olor a incienso, estás como en una película, no lo sé explicar de otra manera. En la vida pensé que iría a un sitio así a recibir un abrazo… Y por fin llega el momento. Tienes que arrodillarte y en los momentos previos sus ayudantes te preguntan tu país y en nuestro caso vieron que éramos pareja y nos dieron la posibilidad de recibir el abrazo juntos. Primero pasé yo, Amma tomó mi cabeza contra su pecho y me abrazó y pronunció unas palabras que aun no se que significan, algo como “Kurim, Kurim”, llegó Juny y me volvió abrazar. Esta vez junto a Juny y volviendo a pronunciar, “Kurim, Kurim”. Nos entregó unos caramelos y unos sobrecitos con unas cenizas bendecidas.

¿Qué sentí? Pues no voy a mentir, no sentí nada que no hubiera sentido antes. Sentí un abrazo de madre. Un abrazo de los que te reconfortan y te consuelan. Me sentí bien, y aunque no creo que me haya curado mi dolor creo ha valido la pena.

Escribir sobre esto me parece muy complicado, por un lado soy una persona bastante escéptica. Me cuesta mucho creerme nada hasta que lo veo. No creo en la religión, sí creo que hay una energía especial en el Universo, creo en las personas, en el bien y en el amor. Pero por otro lado creo que todo pasa por algo, y creo también que las personas tenemos sentidos que la mayoría no hemos desarrollado y que unos pocos elegidos tienen una sensibilidad especial. Llamadlo amor, llamadlo poderes, llamadlo lo que queráis.

Estuvimos una semana allí. No fue demasiado pero fue suficiente. Es un lugar que no deja indiferente, sean cual sean tus creencias y merece ser visitado. Nos encantó tener la oportunidad de conocer a una “santa” y recibir su abrazo maternal, pero no era nuestro lugar, al menos por el momento. El viaje continua y nuestra búsqueda de experiencias también.

Os dejo unas poquitas fotos de nuestra estancia en Amritapuri.

Nos vemos el próximo domingo en Varkala, donde disfrutamos de unos días de relax en el acantilado.

La vuelta al Mundo de Mónica & Juny